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El sonido seco retumbó en un eco a través de toda la habitación, Mina se enderezó un poco logrando ver la puerta siendo abierta y la luz del pasillo filtrandose dentro acompañadas por una silueta pequeña, hundió la cabeza más contra la almohada y pasó las yemas de sus dedos disimuladamente por su mejilla para borrar todo rastro de lágrimas que había estado derramando por algunas horas.

Quería levántarse y encontrarse con Chaeyoung, preguntarle que estaba haciendo ahí cuando se suponía era la hora de dormir, ya que ella siempre se iba antes, pero unas cuantas razones le daban motivos para tenerle temor a ella y sus hermosos ojos felinos que alguna vez disfruto ver.

Escucho unos cuantos ruidos más, como el de unos pasos torres mientras zapatos eran lanzados hacia otro extremo, al igual que el movimiento de alguien ajeno, relamio sus labios nerviosa y presionó sus ojos con fuerza a la vez que su corazón bombeaba violentamente dentro de ella, estaba a ciegas, indefensa y temerosa, ya no sabía con qué cosa podría salir Chaeyoung, seguramente ese sería su fin. Tras unos cuantos minutos de incertidumbre, sintió como el lado sobrante de la cama empezaba a hundirse poco a poco detrás de su espalda enterró las uñas en la acolchonada superficie y se estremeció ante el susurro directo en su oreja. Una voz profunda, cansada, ronca y bastante adictiva.

— Descansa linda —los delgados pero firmes brazos de la coreana rodearon su cintura hasta posicionarse sobre su vientre al que le dio una perezosa caricia, permaneció quieta al sentir los regordetes labios ajenos presionarse en su hombro para luego acurrucarse contra su cuerpo percibiendo el calor de la japonesa, cosa que no tardo en hacer que Chaeyoung cayera en un profundo sueño.

Cuando la respiración de la rubia se estabilizó hasta llegar a un ritmo más tranquilo y relajado giro sobre la superficie siendo precavida para encontrarse con las facciones descansadas de la menor.

Chaeyoung era demasiado hermosa, tenía que admitirlo, sus grandes labios que llamaban su atención, recientemente tenia ese deseo de probarlos, besarla hasta que sus labios se hincharan, les faltara la respiración y no pudieran más, también quería que la abrazara durante todo el día y la llenará de mimos sin temor a terminar lastimada, era una mujer embarazada, sus necesidades iban más allá de lo que estaba ocurriendo ahora. Ya no importaba el hecho de que Chaeyoung la mantuviera ahí encerrada, quería ser tratada con amor, con delicadeza y comprensión, ¿por qué Chaeyoung no se dignaba a hacerlo?

En lugar de eso, solo la dañaba y la hacía llorar como justo hacía antes de que se apareciera y se escabullera dentro de su cama.

Hizo un puchero, suspiro sin ganas y escondió su cabeza en su cuello, regresandole el abraz, acarició la curva de su espalda e inhalo la fragancia que podía holer de ella.

Se separó tan solo unos milímetros dándose cuenta de que la distancia entre ellas no era mucha, alzo su temblorosa mano y trazo cada rincón de su rostro con su pulgar, desde su mentón hasta sus cejas, terminando en sus labios.

Tan tentadores.

Mordio la labio con fuerza y sin pensarlo dos veces se inclino brevemente para juntar sus labios con los de Chaeyoung. Fue un toque rápido, pero que logró encender muchos de sus sentidos.

(***)

Cuando despertó un calor inusual la abrazaba acogedoramente a comparación de otra veces, al igual que un fino movimiento recorriendo su espalda haciendo figuras sin sentido en su piel descubierta, se estiró aún con los ojos cerrados y respiro profundamente llenándose de ese aroma de nueva cuenta, podía acostumbrarse a eso.

— Buenos días, Minari... —saludo la dueña de las mimosas caricias, la mencionada no podía verla, pero una gran sonrisa de oreja a oreja estaba plasmada en el rostro de la joven por la forma en la que despertó.

bebé en camino. [michaeng] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora