3.Feliz cumpleaños, Bruno...

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O.

Dos años después...

Cada que preguntaban sobre Bruno, el desaparecido Madrigal, tenían la misma respuesta.

«—No se habla de Bruno.

—Aquí no se habla de Bruno.

—No hables de Bruno.

—No debes hablar de Bruno.

—Hablar de Bruno en esta casa esta prohibido.»

A los más pequeños de la familia Madrigal, Camilo y Mirabel, los hacían olvidarse de su tío en esos dos años, lo cual iba tal cual querían. No querían que se hablara de él por alguna razón.

Pepa, siempre que Camilo preguntaba por Bruno, o por el trillizo faltante le contaba lo peor.

—Sabes la regla, aquí no se habla de Bruno. No debe oír tu nombre, no habrá marcha atrás. —Nubes por encima de Pepa se creaban, no le gustaba que hablaran de su hermano.

Alma salía de dónde estaba y complementaba lo que su hija decía.

Mientras que Julieta solamente no decía nada, no quería hablar mal de su hermano, ella lo quería demasiado, lo extrañaba y quería llorar cuando Mirabel le preguntaba de él.

Este día era en el que menos se debía hablar de él, era el cumpleaños de las trillizas, Alma quería lo mejor para sus queridas hijas. Todo debía ser perfecto en este día.

Julieta preparaba su pastel, al ser su cumpleaños, sus hijas no querían dejarla sola así que la ayudaban a cocinar y trataban de que ella no hiciera mucho.

Pepa hacía unos pequeños arreglos. Alma verificaba si todo estaba en orden mientras que Camilo y Dolores jugaban.

Todo era alegría mientras que Bruno estaba devastado, era el segundo cumpleaños que pasaba solo, en compañía de ratas, pero nada más. No había compañía de su familia, se encontraba solo. 

—¿Podré algún día ser feliz? ¿Podré volver a casa, si quiera? —él no sabía que hacer, pequeñas lágrimas amenazaban con caer.

Una rata subió hasta llegar a su hombro, era lo mínimo que podía confortarlo. ¿qué más podía hacer para combatir la soledad?

Se había robado otra arepa, la colocó en su plato y con sus ratas alrededor empezó a cantar.

—Feliz cumpleaños a mi, feliz cumpleaños a mi, feliz cumpleaños a Bruno, que todo lo ve...

En silencio le dio una mordida, no tenia ánimos para nada.

Bruno.

—¿Qué dices? ¿Qué vea detrás de esta pintura? —miraba a la pequeña rata que me desafiaba —si insistes...

Me acerque al diminuto hoyo que se formaba en la pintura familiar, La familia Madrigal estaba deseando un cumpleaños feliz a Pepa y Julieta, que sus sueños y deseos se cumplan y  que vivan más.

Mientras que de mi no decían nada.

—No le sirvo a la familia, no soy un Madrigal.

Una ratita me miró.

—¿Qué? Es la verdad, desearía no tener un don, no tener está maldición que acaba conmigo. Todo sería muy diferente si tan solo no fuera una familia excepcional, si yo no existiera.

Yo veía detrás de los rostros las emociones que sentían, o al menos lo podía sentir un poco, Julieta estaba demasiada exhausta, incluso en su cumpleaños trabajaba, pero no tanto como en otros días.

Alma no sabía qué hacer con esta familia, era mucho para mí madre, ella quería lograr la perfección total.

Yo estaba siendo comido vivo por la soledad, solo dos años y me sentía demasiado mal.

Esa noche, en la que tuve esa visión, había visto algo más, no solo la casa en peligro, sino, algo más, más bien, alguien.

Tenía miedo del quien será, veía demasiado peligro acechando a esa persona, el futuro tenía muchos obstáculos, más para esta familia.

Claro que tenía miedo, si siempre era el cobarde Madrigal, el que no hacía nada y temía a la gente del pueblo.

No, no. Todos tienen miedo alguna vez, ¿no? No soy un cobarde por sentirlo.

Claro que lo eres, ¿quién teme de la gente que se supone debe ayudar? ¿quién corre de su pueblo? Solo el cobarde Madrigal.

No era cobarde, solo no me gustaba recibir juzgas, me hacían sentir débil.

—¡Feliz cumpleaños a los trillizos Madrigal...! —escuché dijo Julieta, Agustín y sus hijas.

—¡Feliz cumpleaños a las hermanas Madrigal! —dijeron los demás al mismo tiempo, toda la familia se confundió.

Tan poco importante era que hasta mi madre se olvidó de mi. 

Feliz cumpleaños, Bruno...

Otro cumpleaños más solo, y los que venían.


♪♪


O.

La pequeña Dolores escuchaba a su tío Bruno cantar extremadamente bajo un feliz cumpleaños a si mismo.

A ella le ponía muy triste ver como su tío pasaba solo su cumpleaños, así que ella desde ese momento se pegaba a las paredes para estar cerca de su tío y hacerle compañía en todos sus cumpleaños a partir de ahí. Incluso cantaba la misma canción que él pero cambiándole las cosas malas a buenas. 

¿Don o Maldición? ♪Visiones♪ | Bruno MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora