4. Una visión maldita.

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Bruno.

Extrañaba a mi familia, eso era más que claro. En todos mis sueños me imaginaba como si yo jamás hubiera obtenido esto, un sueño dónde todos eran felices y yo podía convivir con ellos y el resto del pueblo permanecía en paz y armonía.

Hubo una noche en la que recordé cuando fue la primera y última vez que pasamos un día solo en familia con tranquilidad, nada de presión.

Todo fue hermoso, ese día jugué con mis sobrinos. En ese entonces, si hablaban de mí.

Tenía ganas de recordar los tiempos en los que mis hermanas se enfadaban de mi cuarto por las escaleras que tenía.

Me asomé por el agujero que había en el cuadro por dónde yo entre alguna vez.

Estaba solo, no había nadie que me viera pasar o me escuchara.

Salí con gran cuidado, estuve a nada de caerme, me agarre del marco de la puerta y suspire en sentido de alivio.

—Toc, toc, toc, toco madera. —Salí casi que corriendo de ahí hasta llegar a mi puerta.

Esa puerta.

No...

No era...

No era posible, ¿por qué harían esto? No soy un monstruo.

Mi puerta pasó de ser una linda y brillante a una prohibida y sin color, muerta.

Sentí como mi corazón se apretujaba.

Mi puerta estaba llena de tierra, suciedad y estaba bloqueada con tablones de madera.

No podría ser verdad, no era cierto. ¿Por qué a mí?

No le he hecho daño a la familia y mucho menos al pueblo. ¿Cuál era la razón?

Yo no tenía culpa de mis visiones.

Busque la manera de entrar hasta que María —una rata mía— me enseñó una manera.

Logré entrar.

Sabía que decidí dejar esto hace tiempo, ya que esto solo me traía desgracias, pero algo en mí me decía que tenía que hacerlo.

Empecé a hacer un círculo con la arena que había en mi alrededor, puse un poco de sal en mi mano.

—¿Sal? —La tire por detrás —¿azúcar? —Hice lo mismo que con la sal. Siempre llevaba ambos polvos conmigo, nunca hacían falta.

Empecé a poner maderas como si hiciera una fogata.

¿En qué momento me hice tan supersticioso?

Desde que eres un cobarde mal viviente.

No, vivo en perfectas condiciones.

Tu sabes que no y eso te hiere, te pone triste y eso muestra la debilidad que hay en ti, Bruno.

No soy débil.

—¡No soy débil!

Me tape la boca después de gritar, me descubrirían.

Empecé con lo que tenía que hacer. Una visión.

No...

¿Qué era lo que veía? Por primera vez no entendía qué era lo que veía.

Solo entendía que la vela estaba en peligro, al igual que... el encanto madrigal y... ¿Mirabel?

Aparecía en mis últimas visiones y parecía ser importante su presencia.

Pero, sentía algo malo, algo malo llegaría. Un dolor en mi pecho y una punzada en mi cabeza lo señalaban.

Toda la familia Madrigal trataba de salvar la vela, pero otra persona se interponía y estaba muy dispuesta a dar su vida a cambio del milagro.

Tenía que parar, no podía ver más, me dañaría.

Alguien saldría herido, esto no terminaría en un cuento color rosa. No podía tomar la forma que esa persona representaba. Esa persona tenía un futuro desgarrador, ¿era mi culpa?

Hay futuros alternativos... Este no parece ser uno de ellos.

Ahora yo era el disgustado.

—Siempre pasa. —Lance la visión lejos de mi para hacer como que jamás fue vista y para que no sea encontrada.

—¡Bye!

Corriendo salí de ahí, ese lado me daba terror, no lo soportaba.

Llegué al cuadro cuando ví a alguien.

Estaba muy agitado por correr tanto y por todas las escaleras.

¿Bruno...?

—Esto es malo, muy malo.

Esa visión era mala, nadie debía verla, nadie debía saber de ella.

Era una visión maldita.

¿Don o Maldición? ♪Visiones♪ | Bruno MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora