7. Los deseos de Mirabel.

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O.

Tres años después...

Pepa ahora se encontraba embarazada, había una razón:

«—Pepa, necesito hablar contigo... —Alma se llevo a Pepa lo demasiado lejos para estar más fuera del alcance del oído de Dolores. Elle en este momento tenía casi los dieciséis años.

—Dime, mamá. Te escucho.

—No quiero asustarte, pero necesito otro nieto, creo que eres a la que más se lo puedo pedir, Julieta ya tiene tres hijas y siento que es suficiente. Tengo que confirmar algo, si no hay otro no sabré que hacer...

En el cielo había rayos por preocupación —, mamá, ¿estás segura de lo que me dices? Sabes que es peligroso tener más hijos a mi edad, no quiero arriesgar mi vida por...

Alma la interrumpió —Claro que se los riesgos, hija. Pero, ¿Y si el milagro se perdió? Quiero ver si sigue ahí.

Pepa estaba anonadada por lo que su madre le pedía, no sabia si acceder, en pocas semanas cumpliría cuarenta y cinco años, no es la edad adecuada, aparte no sabía que le diría a Félix, su esposo.

—Solo es un favor el que te pido, Pepa.

Pepa sabía que era por el bien de su familia y el milagro. Tenía que aceptar.

—Bien, lo haré.»

Su embarazo era de alto riesgo, todos lo sabían. Pero esto era un sacrificio que ella debía hacer por su familia, si le costaba la vida era por un favor.

El encanto debía ser salvado.

♪♪

Bruno.

Yo veía todo lo que pasaba en esta casa. Los problemas los persiguen, a mi no porque ya no soy un Madrigal. Nunca lo fui.

Pronto nacería otro Madrigal, no sabía que impulsó a Pepa a tener otro hijo, cuando al tener a Camilo dijo que sería el último que no quería más.

Yo viviendo en las sombras y entre las paredes veía y sentía lo que nadie más. Lo cual, hacia referencia, a que la casa se desmoronaba cada vez más.

Al igual que toda la familia, Alma ignoraba este problema, yo lo hacía también. ¿De qué me servía ver todo y no decir nada?

No podía siquiera salir a avisar:

"—Oh, hola familia. Sé que desaparecí por mas de cinco años pero quería decirles que estamos a punto de morir y el encanto va a desaparecer, no sé si tenga algún arreglo y todo esto es mi culpa porque soy Bruno."

Sería algo demasiado absurdo.

Constantemente yo me ponía a murmurar disculpas de manera inconsciente, ahogaba mis sollozos para no ser escuchado, temía ser descubierto.

Llegué a tal punto de la soledad que no sabía quien era real y quien no. ¿Realmente yo seguía vivo?

Era ya muy tarde, eso pensaba yo, todo el cielo estaba oscuro, la noche había caído ya hace tiempo.

Fui a buscar comida a la cocina, pero al pasar por la puerta azul, la de Mirabel, se escuchaban llantos silenciosos, yo sabía bien lo que se sentía llorar en la soledad.

Me senté en silencio fuera de su puerta, esperaba que con ningún ruido y mi presencia fantasma le hicieran compañía aunque sea un poco.

—¿Por qué... por qué solo yo no obtuve un don? Me excluyen tanto por no tener un don que ignoran el como me siento... —al parecer ella se estaba lamentando, le hacía sentir mal no tener un don. Pero no sabía lo mal que la pasaría si tuviera uno.

—No merezco ser una Madrigal, no soy tan asombrosa ni mágica como ellos, no pertenezco aquí.

Yo ya no quería escuchar más, había visto esta historia en otro lado. Podía asegurarme de que no terminaba bien.

No había nada más que escuchar, no quería que me diera un sentimiento de tristeza, yo venía por comida y eso es por lo que iré.

Ya en el comedor, recordé; yo a su edad también me comenzaba a lamentar, no podíamos tener las cosas que queríamos, ella quería un don y no quería ninguno.

Un don te daña por completo, yo era muy alegre, demasiado sonriente y muy carismático.

Al pasar los años, al ver el futuro de una persona tras otras, fue dañando todo, mi alma se fue haciendo pedazos junto a mi vida.

El miedo creció en mi al pensar que haría algo que podría dañar severamente mi futuro o, peor, el de alguien más. No era lindo como la pequeña Mirabel creía, todo tenía su riesgo, no era fácil lidiar con uno ni mucho menos lindo.

El odio de la gente se fue hacia al joven Bruno, le dañaron para siempre.

Los deseos de Mirabel, no eran los mejores...

¿Don o Maldición? ♪Visiones♪ | Bruno MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora