𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐜𝐡𝐨

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Consagra tu corazón.

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Estaba arrodillada, mis nudillos estaban cerrados, sintiendo como toda la transformación recorría mi cuerpo, con miles de escalofríos por segundo y electricidad que me tensaba, pero se sentía poderoso estar dentro de este titán otra vez. La recibía como una vieja amiga, una que siempre estaba dentro de mi para darme la fuerza que no podía sostener siendo humana. Los músculos del titán renacían encima de los míos, aunque no sintiera la misma energía de antes, aunque no tuviera las corazas de cristal que me protegían anteriormente, estaba lista para pelear. Desde mi gran altura podía ver a los demás, incluso los que quedaron atrás de mi como unas hormigas a las que podría pisar. Más adelante estaban ellos, estaban peleando por nosotros, por nuestros queridos camaradas. Empecé avanzar, podía llamar la atención así que empecé a correr, mis pasos retumbaban el suelo, haciéndole temblar. Llegue hasta ellos, me miraron desde sus ojos, como si estuvieran agradecidos, porque después de todo, nunca los defendí, hasta hoy. Éramos sólo Annie, Reiner y yo. Nos pusimos de espalda los tres, como si nos hubiéramos sincronizados, después de todo, éramos amigos desde siempre y quizás, para siempre. Los soldados estaban encima de nosotros, aunque no quisiéramos lastimarlos, lo hicimos. Mi puño aplasto a uno, su sangre se manchó en mi palma; eran rápidos y eficaces.

Estaban en los tejados, lo peor era que tenían esos lanza relámpagos. Lleve mi mano a la nuca, tapándome por completo cuando empecé a sentir los raspes de ellos en mi. Movía mis pies, querían dejarme caer, pero no podía, debía proteger a mis amigos; debía protegerlos con mi vida. Defendía a Annie de los ataques, como Reiner nos defendía a ambas, pero tuve que lanzar mi brazo al suelo para cubrir el cuerpo de mis diminutos amigos. Les miré, podía ver a la gente de los Azumbito, podía ver a Hange y Mikasa junto a Jean. No veía al general, pero aún así les defendí de los ataques. Me levante, para aplastar con mi brazo a varios cuerpos de los Jeageristas. Sus lanza relámpagos habían caído en mi ojo derecho, casi me tumbaban. Me quede ida por un momento, detenida ante la ceguedad de mi ojo sin poder ayudar del todo bien, pero seguía de pie, seguía defendiendo a mis amigos. Annie defendía mi cuerpo, más lanza relámpagos serían lanzado a nosotras, pero aquel gran cuerpo se detuvo justo en frente. Grite desesperada el nombre de Reiner en cuanto su cuerpo fue bombardeando ante utilizarlo de escudo para defendernos. Se desprendía la poca coraza de su rostro, mientras que Annie estaba detrás suyo, y yo detrás de ella. Después de todo, quería protegerlos, porque nunca pude hacerlo, nunca pude ayudarles; estaba redimiendo lo que nunca pude antes, ser una amiga.

-¡Solo un poco más!-pedia desesperada, colocándome en defensa de ellos, intentando de agarrar los ganchos de los equipos tridimensionales pero no podía, los lanza relámpagos estaban quebrando mi cuerpo, al punto de que ya me faltaba una mano, y mi ojo no se regeneraba.

Avanzábamos, queríamos defender el barco, no podíamos permitir que lo tocaran. Empecé a sentir nuevamente los raspes, como querían desprender los músculos de mi piel titánica, pero seguía avanzando para proteger a mis compañeros. Después de golpear y aplastar a esos soldados, no me quedo más que quedarme a posicionada delante de Reiner y Annie, quebrando mi cuerpo en mil pedazos, los lanza relámpagos me apagaron por completo. Ya no podía sostener mi nuca, ya no podía defenderlos más. No podía ver, no podía moverme, y de seguro ellos también. Vi la luz, vi la luz en cuanto la nuca del titán fue desprendida. Cogí una bocanada de aire cuando me agarraron por el cuello de la camisa, desprendiéndome con fuerza de los músculos que me amarraban al titán. Abrí mis ojos grandemente, me aferré al cabello de mi titán, en el momento en que aquel soldado me desprendería con la hoja de su espada, pero la sombra nos tapó, la sombra de aquel gran titán. Me quede abrumada en cuanto partió su cuerpo en dos con un mordisco, era imposible, pero era Falco. No podía creerlo, era extraordinario la forma de su titán, era un abismo que me reflejaba la vida de Porcco. Me quede aturdida, veía a mis compañeros parados en los tejados, habían culminado con la terrible masacre que casi nos dejaba sin suspiros. Sonreí, viéndoles a todos. Se veían cansados y agotados, sostenían con fuerza sus hojas, pero estaban de pie al igual que Annie y Reiner. Mi cuerpo fue elevado en el cielo, aferrándome al cuerpo de Mikasa, caímos ambas en el suelo.

𝐏𝐀𝐈𝐍𝐅𝐔𝐋──  𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora