𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

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Gracias, Hange.

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Estaba afuera de aquella habitación. Mis brazos estaban cruzados, mientras que podía escuchar los sollozos de Falco. Esos sollozos llenos de cuestionamientos.-¿¡Qué se supone que haremos desde ahora!?-desgarradoramente preguntaba lo mismo desde hace un rato, de seguro a Gaby quien estaba ahí con él, pero yo no estaba lo suficientemente estable emocionalmente para consolarlo. Aunque sonara egoísta, no podía hacerlo. Tanto él, como los demás, estábamos heridos. Mis lágrimas estaban escasas, me dolía tanto el pecho, que no podía respirar sin sentir que me dolía la vida por completo. Estaba solitaria en este pasillo. Creían que habría al menos una esperanza de que Yelena dijera dónde estaría Eren, a donde se dirigía, cuál era el punto más débil y rápido para alcanzarlo, pero aún así, era tarde; de seguro muchas personas seguirían huyendo, pero no tendrían salida, los niños se quedarían sin aliento, no podía dejar de pensar sin deprimirme. Me deslicé por la pared, quedando sentada. Colocaba mi cabeza entre las rodillas, mientras que sentía todo el aura de tristeza a mi alrededor, como una gran bruma que me abrazaba. No podía dejar de pensar en el rostro de mi padre, en el temor y su anhelo de vernos una última vez, aunque fuera a partir de este mundo, del que él a pesar de todo, tenía esperanza.

Recordaba. Agria y felizmente podía recordar el rostro de brillo que mi padre sembraba en su semblante cuando vio a Noah por primera vez. Era tan pequeño que temía sostenerlo, como si nunca antes hubiera sostenido a un bebé. Siempre quería estar con su nieto, su único nieto varón a quien nombramos como una esperanza de trajera luz a nuestras vidas, y así fue. Mi padre fue mi mentor, mío y el de Colt para poder emprender el andar de Noah, y ahora, sus figuras paternales se desvanecieron en el abismo de la eternidad. Estaba impotente. Sabía cuánto Colt amaba a su hijo, cuánto deseaba verlo crecer, aunque tuviera la tonta idea de obtener el poder del titán bestia, amaba a su hijo. Quizás por eso me era imposible mirar a Falco a los ojos, sintiendo la culpabilidad de no haber podido hacer nada más por salvar a su hermano del destino tan desgarrador que le tocó sobrellevar, pero para mi, el acto de amor que hizo hacía su hermano, fue la muerte más digna que cualquiera pudo haber tenido hasta hoy. Levante la cabeza cuando escuché pasos, observando por el pasillo como el capitán Levi estaba sostenidos de los hombros de Pieck, mientras que Hange y Armin caminaban atrás suyos, todos pasaron delante de mi, deteniéndose para observarme fijamente, queriendo descifrar mi estado emocional. Me miraban como si hubiera algo, una luz de esperanza.

-¿Qué?-les pregunté ante verles tan misteriosos, dirigí mi mirada a los ojos de Armin, quien estaba detenido en mi.

-Sabemos a donde Eren irá.-me comunico Hange, arrodillándose donde mi.-Ira al fuerte Suratua. Podremos llegar a tiempo para salvar al resto de la humanidad.-indicó, a lo que me quede mirándola fijamente a los ojos.-No te estoy pidiendo permiso, ni siquiera preguntando. Tú deber como soldado es pelear. Es avanzar. No es momento de descartar, es momento de consagrar tu corazón y salvar al resto de la humanidad que aún no conoce a los verdaderos héroes del mundo. Porque esa, es la historia que tú hijo conocerá. Morirá con la leyenda y el legado que su madre fue parte del pequeño grupo, que detuvo el retumbar, y salvo al mundo.-expresó, estrechando su mano en cuanto se levantó para que me levantara igual que ella; podía ver a Pieck asentirme, ella iría también.-Lo sabía, ahora que te miro a los ojos, veo que Erwin tenía razón. "Es una de los soldados más valiosos que tenemos". Si, puedo escucharlo.-dijo, mirándome y me estremecí, porque recordaba ese día donde él me dijo eso.

-¿Tú irás en ese estado?-le pregunté al capitán Levi, quien yacía recostado del hombro de mi hermana, mirándome con una seria expresión; como si le hubiera ofendido.

-Puedo dar el doble de pelea que tú, si así lo quiero. Además. No puedo perderme una charla con Eren, aunque sea la última.-esclareció, a lo que miré a Hange nuevamente, quien esperaba que sostuviera su mano y me levantara.

𝐏𝐀𝐈𝐍𝐅𝐔𝐋──  𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora