7. PERDIDOS EN LA FIESTA 1/2

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—No, por aquí tampoco es.

—¡Ay no me chingues!—bramo dándole un golpe al volante de la mini van plata haciéndolos reír. 

—¡Oye no es mi culpa!, hace casi cinco años que no vengo aquí. Lo olvidé.
—James me ve nervioso—El GPS decía que era por aquí. No entiendo....

—A ver dame esa cosa.
Wesley le arrebata el celular a James desde el asiento trasero.

Me vuelvo a orillar al extremo de la carretera por cuarta vez en tres horas despues de perder el tiempo parandonos a orinar y a comprar souvenirs, perdiendo toda la mañana y toda la tarde en plazas comerciales gracias a Peter y a James que parecían críos yendo de un lado a otro.
Ahora la madrugada esta despidiéndose mientras seguimos dando vueltas en círculos sin saber donde estamos gracias al genio de James y su maldito GPS de la hera victoriana.

Los autos pasan demasiado cerca de la camioneta a toda velocidad y es que no pudimos conseguir una camioneta mejor que una mini van para gastar gasolina a lo loco sólo rondando por los recónditos lugares de esta ciudad.

—Oigan, no quiero alarmarlos pero se hace tarde y necesitamos encontrar el lugar o dormiremos aquí.

Ruedo los ojos al oir a Peter.
—Vaya, has descubierto algo nuevo.

—¡Bingo! Al parecer estamos cerca.
—Wesley vacila un rato—Bueno, depende que es cerca para cada uno de nosotros.

Cierro los ojos sobandome la frente.
—¿A cuanto?

—Dos horas si vamos por la rápida.

Me giro a ver a James quien sólo sonríe como si todo estuviera bien. Peter gruñe al igual que yo mientras pienso en como podría tomar una ruta alterna si siquiera supiera donde estamos parados exactamente.

Wesley se ha ofrecido a manejar mientras me descanso de las últimas horas pero niego mientras veo mi celular mensajes de Sebastián felicitandome por haber venido a Seattle por Angie. Voy a omitir decirle que el viaje esta yendo de la chingada desde el día número uno.
James señala un bar a media cuadra después de una gasolinera limitándonos a bajar y poder preguntar en que sitio estamos y beber algo mientras encuentra señal de nuevo. El sitio no parece inseguro pero Peter comienza a chingar sobre lo tarde que es para ir a un bar y no estar durmiendo.

—Mejor invitado no pudiste traer.
—Wesley le da un golpe a James refiriéndose a Peter.

El ojitos de playa rapido se ofende señalando el bar con luces de discoteca a las afueras una vez que los cuatro bajamos, tres por nuestra voluntad y uno en contra.

—Tal vez es un bar de mala muerte, no conocemos este lugar ni a la gente. Podrían hasta robarse la camioneta—Peter se pone las manos en la cadera esperando respuesta. Y termino por asentir.

—Tienes razon.

Me ve esperanzado.
—Gracias

—Y es por eso creo que, si no quieres ir al bar puedes quedarte y cuidar la camioneta.

Le lanzo las llaves haciendo tomarlas sin entender. Nos reímos oyendolo maldecirnos cuando comenzamos a caminar para cruzar la calle hasta las luces neón. 
La música comienza a resonar hasta antes de siquiera pisar la acera, Wesley se frota manos sonriendo emocionado mientras James sigue mensajeando sin darse cuenta que hemos llegado a pesar de la musica.

En cuanto nos adentramos por el angosto pasillo las mesas repletas de gente nos hacen apartarnos hasta la barra. Pido un trago de wisky sintiendo la garganta seca mientras los otros piden dos tequilas sin quitarle los ojos al lugar. Pareciera como si fuera medio dia, en especial por las luces que iluminan toda la sala principal como si hubiera sol.
Las chicas bailan sobre un escenario lleno de más luces neón y letreros con frases de fiesta motivaciónal, como si fueran necesarios. Unos chicos tiran dardos a la pared y otros cuantos bailan entre chicas mientras hablan encima de la musica. El lugar es más grande de lo que parece fuera.

La ley de los chicos rebeldes©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora