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La luz de la habitación comenzó a hacerse cada vez más intensa. Ran con ello comenzó a removerse un poco, usando una de sus manos en busca del cuerpo del Kawata. A su lado, no sintió nada. Sus párpados se abrieron de una buscando en la habitación al menor con la mirada, pero sólo se encontró a él mismo cubierto con las cobijas de la cama de la habitación. Miró que ambas yukatas se mantenían tiradas en el suelo pero las cosas de Nahoya ya no estaban.

Con velocidad Ran se vistió, esperando que Nahoya estuviera quizá en otro lugar de la casa, haciéndole una mala broma como era su costumbre. Revisó cada una de las habitaciones, la sala, la cocina, todos los lugares sin embargo no encontró ni rastro de dónde estaba. Fue hasta la entrada de la casa, preguntando a los de seguridad si vieron al chico, uno de ellos fue el que le respondió.

─ Se marchó muy temprano en un taxi. ─ Teniendo esa respuesta Ran supo entonces que no era una broma de mal gusto: era una realidad y la decisión final.

El Haitani no sabía qué hacer, se sentía abrumado, como si no pudiese respirar. Se regresó al interior de la vivienda misma donde Rindō bajó de su habitación, parecía que había llegado en algún momento de la noche o quizá apenas porque llevaba puesta ropa de diario. El menor de los Haitani se quedó mirando a Ran, quién poseía un rostro perdido.

─ ¿Hermano? ¿Qué pasó? ─ Preguntó Rindō, mismo que se acercó a su mayor.

Ran con mirada perdida atinó a mirar a su hermano, media sonrisa dibujando pero con los ojos llenos de lágrimas le daría una respuesta a su hermano. ─ Fue un no. ─

Rindō no necesitó alguna explicación; abrazó a su hermano, siendo abrazado de igual forma por Ran dejando que lágrimas fluyeran de forma constante pero en total silencio, mientras Rindō dejaba algunas palmaditas sobre la espalda del mayor.

─ ¿No harás nada? ─ Preguntó Rindō, a lo que su hermano respondió con un simple y silencioso cabeceo en negación a ella. Que problemático e incómodo sería ir a ver a Souya sabiendo que Nahoya rechazó a su hermano.

Por parte de los Kawata, Nahoya al fin había llegado a casa con una bolsa que contenía sus cosas. Entró en el departamento mismo donde se encontró a Souya esperando en el sofá. Los ojos del peliazul fueron a donde los cerrados del de hebras melón en busca de una explicación de lo que sucedió.

─ Rechacé a Ran. ─ Fue lo único que dijo Nahoya, dirigiéndose a su habitación dónde se encerró. Souya se quedó mirando a la puerta de su hermano, sentándose recargando su espalda sobre ella.

─ Smiley, no puedes quedarte ahí todo el día ¿Sabes? ─ Comentó el peliazul. En el interior, Nahoya dejó la bolsa en el suelo acostándose sobre el colchón.

─ Ya lo sé, saldré en un rato a comer. ─ Fue su respuesta.

Una mueca se pudo notar en el gemelo menor, no quería ni imaginar como es que Ran debía estar; incómodo.

─ ¿Por qué no fuiste honesto, Smiley? ─ Fue la siguiente pregunta.

Nahoya emitió un pequeño gruñido hundiendo su cara en una de las almohadas. ─ Por que no quería perder, eso es todo. ─ Respondió en voz alta.

No hubo más preguntas por parte del menor. Mismo se levantó de ese lugar, tomando su teléfono celular y apartado de Nahoya para que no escuchara, marcó a Rindō. El sonido de espera del celular se alargó un pequeño rato, hasta que por fin el Haitani respondió.

ㅤㅤSou, supongo que es por lo mismo que tengo aquí en casa.

─ Ujum, Nahoya está encerrado en su habitación ¿Y Ran?

ㅤㅤÉl tiene trabajo que hacer, así que está en eso pero-

Los sonidos de hombres agonizando se escucharon a través del micrófono, haciendo que Rindō se tuviera que mover del lugar para que estos no se escucharan demasiado.

ㅤㅤ... esos sonidos son por culpa de él, ha estado partiendo huesos a diestra y siniestra. Supongo que es su forma de, ya sabes, redimir el dolor.

Souya escuchaba impresionado el desastre, incluso pudo escuchar disparos de arma en el proceso pero no estaba preocupado: sabía ahora que eran de Ran.

─ Veré que puedo hacer con Smiley, tú cuida de Ran y ten cuidado ¿Bien?

ㅤㅤBien, por cierto antes de que te vayas: te amo.

En ese momento las mejillas del Kawata de vieron inundadas de un color carmín.

─ No digas esas cosas en situaciones como esta, idiota. Pero... Yo también, te veo más tarde.

Con eso el Kawata colgó, sin esperar a una respuesta ajena. Ahora debía hacer lo importante: convencer a Smiley de que rechazar a Ran fue un error.

Hate you, but, I love you. ❪ RanLey ❫ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora