Just his shadow «Chandler Riggs» -Al

Capítulo 8: Merengue para el pastelillo.

LES RECOMIENDO PONER LA CANCIÓN DE MULTIMEDIA (ES LA QUE CHANDLER PONE EN ESTE CAPÍTULO, solo para ambientar un poco xD)

Nunca lo había sentido.

Solté mi mano de la suya tan pronto como cruzamos por completo aquella avenida tan concurrida y él simplemente se limitó a mirarme riendo.

 Cruzamos unas cuantas calles más y llegamos adonde yo vivía. Al arribar frente a mi casa, tocamos la puerta dos veces, y después de eso, recordé que traía conmigo las llaves de mi hogar. Las saqué de mi bolsillo, metí la indicada al picaporte, y abrí finalmente la puerta.

­­­—¡Mamá! —grité lo más alto que pude con el único propósito de llamar la atención de mi madre y hacerle saber mi llegada junto con Chandler, quien tenía que ser presentado con ella.

—¿Qué pasó? —contestó mamá bajando de las escaleras un poco desconcertada.

—Ya llegué, mamá. Él es Chandler, un compañero de la escuela, pero vino a hacer un proyecto de Cultura junto conmigo...

—Oh, un gusto —dijo ella estrechando manos con Chandler.

—El gusto es mío, señora.

  Y Chandler le dirigió una sonrisa algo picarona.

 —¿Sabes? ahora que me fijo bien, te pareces muchísimo a una vecina... su nombre es Gina.

—Oh, pues mi mamá se llama así... —contestó Chandler.

—¿En dónde vives?

—Justo... —Él se acercó a la ventana y señaló la enorme y hermosa casa de enfrente—: ahí.

—¡Genial! Somos vecinos, y tu mamá es mi amiga, ¿no es increíble, Sophia? ¡tu amigo de la escuela, Chandler, es nuestro vecino! —gritó mi mamá contenta.

—Sí... genial —dije de mala gana. En serio esto cada vez estaba peor.

—Podrán salir y verse más seguido.

—Sí... eso creo.

Luego de aquella terrible escena en la que me enteré de la peor noticia de toda mi vida, Chandler y yo subimos hasta mi recámara, en donde íbamos a hacer el proyecto.

 Chandler se sentó en mi cama tan pronto como abrí la puerta cediéndole el paso, y de inmediato, sacó todos sus libros y los regó en el suelo del cuarto.

—¿Por qué no me habías dicho que eras mi vecino? —cuestioné rompiendo el silencio incómodo.

—¿Por qué tendría que habértelo dicho?

—Porque... ¿somos compañeros de clase?

—Pero tú dices que no te importa nada que tenga que ver conmigo, nena.

—Sí, pero... es decir, ¿por eso me dijiste que sabías perfectamente en dónde es que yo vivía? —Él asintió sonriéndome coquetamente. Yo que creí que era solo un estúpido acosador.

Después de eso, nos pusimos a planificar nuestra participación en el show de talentos de la señorita Goodman, pero el único problema, es que nosotros no éramos ese tipo de personas con cientos de talentos; teníamos que hallar uno que ambos compartiéramos y poseeremos.

¿Cantar? Lo intentamos, pero no.

¿Bailar? Igual hicimos el intento, pero vaya que no.

¿Tocar algún instrumento musical? Mejor ni lo recuerdo.