LOS LOBATOS: CRUZANDO EL LÍMITE

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No sabía a dónde nos dirigíamos, pero ya había anochecido y bajé la ventanilla, disfrutando del ritmo de la música, del aire templado de la noche de verano y de la agradable calma. Liam atravesó el túnel subterráneo que llevaba al centro y todo se llenó de una luz amarillenta. Saqué la mano y la moví de arriba abajo, jugando con el viento como si fuera una serpiente. Cuando salimos a la superficie, giramos hacia una calle del centro que yo conocía, porque me había pasado una noche espiando a los lobatos allí. Fruncí el ceño cuando Liam aparcó frente al Hostal de la Manada, también conocido como el Refugio. Había muchos todoterrenos allí, como era de esperar, pero también algunos coches deportivos de lobatos. Liam bajó del coche y me esperó en la acera, sin embargo, en vez de dirigirse hacia la entrada del Hostal, giró hacia un edificio de oficinas que había más adelante. No era gran cosa y parecía abandonado, pero detrás de la puerta acristalada había un lobo haciendo guardia, uno que no conocía.

- Liam -le saludó, abriéndonos la puerta e inclinando la cabeza con respeto a su SubAlfa-. Dorian os está esperando en el despacho.

El lobo cabeceo, devolviendo el saludo, y con un gesto de la mano me dijo que fuera delante para así pegarse mucho a mi espalda y «protegerme», como si creyera que me fueran a atacar. Pasamos a un gran hall de suelo de moqueta gris y con macetas de plantas de plástico. Había pocas luces encendidas y todo tenía un aspecto bastante antiguo y deprimente, incluso el ascensor parecía que se iba a caer a cachos mientras ascendía al piso más alto. Allí, al final de otro pasillo igual de deprimente, había otro lobo de la Manada, uno que sí reconocí.

-Cormac -le saludé con un cabeceo-. ¿Esta noche te ha tocado el trabajo aburrido?

- Liam -dijo él, evitando mirarme y saludando primero al SubAlfa, porque así era la etiqueta de los lobos. De haber sido yo su «compañero» oficial en la Manada, podría haberse saltado ese paso y haber podido responderme directamente.

Liam empezó a gruñir por lo bajo debido a la falta de respeto que el Macho Común me había dedicado, pero fue solo una advertencia, porque no podía enfadarse con Cormac por seguir las normas de la Manada; después de todo, él tenía razón. Yo, por otro lado, no le di importancia. Sabía que le caía bien al lobo y que aquel insulto velado se debía solo a que la puerta estaba abierta y, por como olía allí, Dorian no debía estar lejos.

-Zayn -me saludó Cormac después, bajando la mirada desde su metro noventa y pocos para echarme un vistazo rápido a los ojos-. El Alfa os está esperando dentro.

Dio un paso a un lado, moviendo su enorme cuerpo musculoso, cubierto apenas con una camiseta corta y unos ridículos pantalones grises que, sinceramente, no dejaban nada a la imaginación. Liam volvió a gruñir por lo bajo y Cormac agachó la cabeza, teniendo que soportar el enfado de su SubAlfa una vez más antes de que cruzáramos el umbral de la habitación. Cuando lo habían llamado «despacho», no me había imaginado que fuera realmente un despacho. No me esperaba las paredes cubiertas con estanterías y vitrinas, libros, archivos e incluso fotos de la Manada; ni el escritorio de oficina con sillón a juego, ni el portátil de último modelo, el teléfono y la lamparilla que arrojaba una luz calmada y suave sobre ellas. Incluso llegué a arquear las cejas del asombro, pero fue solo un instante antes de volver a mi expresión seria e indiferente de siempre.

- Liam -le saludó Dorian, sentado al otro lado de la mesa y dejando los papeles que leía para prestarle toda su atención al lobo. El Alfa parecía fuera de lugar, resultaba cómico verle en un entorno tan profesional y serio, con una camiseta que apenas contenía su enorme cuerpo. Era como si hubieran sentado en un escritorio de oficina a un puto luchador de WWE. Al igual que Cormac, el Alfa me ignoró por completo hasta que Liam cabeceó junto con un «Dorian», a forma de saludo, entonces al fin me miró y cambió el tono de su voz a uno más seco para decir-: Zayn...

HUMANO [ADAPTACIÓN] ZIAM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora