YO: EXPULSADO

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Hubo un gran alboroto a la vuelta, cuando Dorian volvió a llevar en brazos a Katy hacia el Refugio en mitad de la noche nevada. Ya habían avisado a Amber, que salió a recibirlos con los ojos llorosos, un estúpido gorro de lana con orejas de oso y su maletín de primeros auxilios entre las manos. Yo pasé de largo y fui a aparcar la moto en el garaje, sin ninguna gana de participar en todo aquel espectáculo de película cuando el héroe vuelve con su amada rescatada entre los brazos. Dejé mi casco, las llaves en el cuadro con las demás y salí por la puerta corrediza sin si quiera adentrarme en el Refugio. Ya tenía un cigarro en los labios al llegar al portal, uno que me encendí esperando al ascensor y continué fumando mientras entraba en el ático, dejaba las llaves en el taburete verde al lado de la puerta y me iba a preparar un café caliente.

Me lo llevé conmigo al balcón y me quedé con la espalda apoyada en la pared, lo más lejos de la barandilla que pude. Miré la oscuridad del cielo y la fina nieve cayendo. El Alfa me había arrojado a un coche y me había expulsado delante de un buen grupo de compañeros, así que yo ya no tenía nada que ver con la Manada. Exceptuando, por supuesto, al enorme, apestoso y enfadado lobo que llegó a la Guarida.

—¡Zayn! —me llamó.

—Estoy aquí —respondí sin moverme del balcón.

Los pesados pasos de Liam retumbaron sobre las alfombras y el parqué, cada vez más alto, hasta que le vi aparecer por la puerta corredera y mirarme fijamente. Llevaba su gorro, ese que teníamos a juego, la cazadora polar que le había comprado y los guantes de cuero, que apretaba muy fuerte mientras cerraba los puños.

—¡Zayn fue a Territorio enemigo sin Liam! —exclamó, mirándome fijamente con sus ojos amarillentos de bordes anaranjados.

—Fue culpa de Dorian —no dudé en responder—. Vete a preguntarle a él por qué es tan subnormal...

—¡No! ¡Zayn tendría que haber llamado a su Macho y no a Tim! —insistió.

—¿Cómo coño quieres que te llame si no tienes un puto móvil, Liam? —le pregunté con tono cortante.

El lobo hinchó el pecho y alzó su cabeza de espesa barba castaña.

—Liam estaba con Roy. Zayn pudo haber llamado a Roy.

—¡No tengo el número del puto Roy! —le grité.

—¡Zayn podría haber muerto! —rugió, ya cansado de tratar de razonar.

Puse los ojos en blanco y giré el rostro hacia el frente, fumando otra calada del cigarro. Entendía el enfado de Liam, porque no era nada comparado con lo rabioso que hubiera estado yo si me hubiera hecho lo mismo, por eso me contuve y le dije:

—El gilipollas de tu Alfa estaba en peligro y llamé al Macho de más rango con móvil —recalqué—, para que trajera a todos los lobos posibles. De no ser por mí, Dorian estaría muerto —le aseguré—. Así que deja de tocarme los cojones, estoy cansado y me queda muy poca paciencia.

Eso no aplacó del todo la ira de Liam, enfadado y frustrado por haber descubierto que su compañero había ido a Territorio de otra Manada sin su Macho para protegerle. No se trataba de que no confiara en que pudiera protegerme solito, ni que creyera que necesitaba su ayuda, era simplemente aquel instinto de protección tan arraigado en los lobos: podría haber ido allí con un jodido tanque impenetrable y rodeado del ejército de los Estados Unidos, que Liam se hubiera sentido igual de ansioso y frustrado por el simple hecho de no poder defenderme por sí mismo.

Aquella noche comió malamente, refunfuñando sin parar entre palada y palada de arroz con carne. No me rodeó con el cuerpo como solía hacer en la cama, sino que se quedó de brazos cruzados, mirando al techo y gruñendo por lo bajo hasta que, evidentemente, me enfadé.

HUMANO [ADAPTACIÓN] ZIAM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora