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- Dentro de unos minutos, aterrizaremos en el puerto de Lima -avisó amablemente la azafata.

- Hijo, ya llegamos -dijo el mayor para ir despertando a su capital.

- mmm wirklich? / mmm ¿En serio? -preguntó aún adormilado el menor.

- Recuerda que aquí hablan español

- Cierto... 

Berlín estiraba sus brazos mientras que Alemania veía con atención el panorama desde lo alto. Le gustaba ver las ciudades de noche. A su parecer, las luces hacían que estas resaltaran.

No tardó mucho para que el avión bajara y se detuviera donde le correspondía.

-  ¿Tú qué haces aquí? -habló estupefacto el omega de tez celestina.

- Vaya, no pensé verte vestido en traje -mencionó burlesco el omega de tez amarillenta.

- Dije, ¿qué haces aquí? -volvió a decir enojado.

- No tengo por qué decirte... -contestó, mirando a otro lado.

El menor se quedó serio, analizando con la mirada a su hermano mayor.

- Dudo que estés aquí por papá... Lima

- La razón por la que esté aquí no es de tu incumbencia, Callao

El mencionado se puso en frente de él para encararlo.

- Lo es si te metes con papá

- ... -el limeño no contestó, solo mantuvo su mirada tranquila.

- ¿Y bien? -el chalaco frunció el ceño, señal de su creciente molestia.

El mayor suspiró.

- Mira, no quiero pelear contigo. Así que solo te diré que lo que sea que planeé... Perú me importa en lo más mínimo

El menor le iba a contestar; sin embargo, a lo lejos, logró divisar al de país extranjero, Alemania. Al parecer, iba con alguien más... Espera, ¿estaba acompañado con su capital, Berlín? Pensó que el plan consistía en un pituco, no en dos... Bueno, solo quedaba improvisar.

- Solo no lo arruines -advirtió el chalaco para seguido caminar al encuentro de los invitados.

El limeño caminó a su lado.

- Buenas noches, caballeros -saludó cordialmente el chalaco. Por suerte, él sabía controlar sus feromonas, así nadie notó su enojo por la presencia de su hermano.

- Buenas noches -correspondieron el saludo ambos alemanes.

- Esperamos que hayan viajado cómodamente -dijo sonriente el limeño, estrechando su mano con los dos alfas.

- No tuvimos contratiempos -menciona Berlín.

- Me alegro -prosiguió Lima- Sígannos, por aquí está su vehículo -se dio media vuelta y empezó a caminar.

- Los llevaremos con papá -mencionó Callao para, luego, seguir a su hermano.

Los cuatro se dirigieron hacia una minivan Chevrolet negra. El chofer, un beta, salió de su asiento para saludar a los presentes, y tomar el equipaje de los alemanes y subirlos a la parte de atrás. A decir verdad, el humano se encontraba nervioso. Es decir, no todos los días vez a un país potencia y a su capital en persona.

Ya todos abordo, el chofer encendió el vehículo. En el trascurso del camino, tanto el limeño como el chalaco se la pasaron mostrando las calles por las que pasaban. Claro, las más relevantes. El chofer también se sumó, contando de vez en cuando una que otra anécdota. Esto último puso tenso a Lima, ya que temía que el humano dijera algo imprudente; para su suerte, esto no fue así, tanto a Berlín como a Alemania les había gustado la charla.

Hijo de la luna (Perú Harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora