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- Entonces, ¿para qué habéis venido, chaval? -preguntó sereno el español.

- E-Espera, ¿por qué crees que... -el mexicano vio cómo España levantó una ceja y suspiró- Está bien... V-Verás... -se rascó la nuca con una de sus manos- Quiero pedirte un favor.

- Bien... soy todo oídos -dijo y se acomodó en su asiento.

El mexicano suspiró pensando bien en las palabras que diría. Hace unos días, había quedado con el español para tener una reunión y, siendo sincero, no quería ir. No obstante, ninguno de los otros latinos se atrevían acercarse al mayor. No por miedo, sino por incomodidad.

Las heridas del pasado les habían dejado cicatrices... No tenían una gran relación con el español. Normalmente, solo se le acercaban para hablar de negocios y, la mayoría de veces, era España quien los citaba. La conquista traía malos recuerdos a cada uno, siendo esta la principal razón por la que el ambiente se ponía medio tenso cuando se encontraban con el español. Aunque tampoco era como que sintieran odio hacia él porque, a fin de cuentas, eran concientes de que España solo seguía órdenes de Hispánica. Aún así, nunca llegaron a hablar sobre ello ni tenían las intensiones de hacerlo...

Se podría decir que, de todos, el mexicano tenía más interacción con el europeo. De lo cual, aunque no lo pareciese, el mayor agradecía enormemente.

- Iré al grano... -el mexicano se acomodó el cuello de su camisa; sintió que se asfixiaba- Hace un tiempo, me comentaste sobre la presentación gastronómica que planeabas para enero -explicaba bajo la atenta mirada del español- y me dijiste que querías algo nuevo.

- Sí... -se escucha a alguien tocar la puerta de aquella sala, seguido entra una empleada, deja dos tazas en la mesa y se retira- también pregunté si alguno de tus amigos o tú querían participar y todos dijeron que no -agarró una de las tazas y la acercó a él- ¿acaso te animaste?

- No no, bueno, no es para mí -el contrario levantó una ceja, demostrando su confusión- es para... un amigo. Vengo a pedirte que participe.

- ¿Quién es ese amigo tuyo? -preguntó con una leve sonrisa en su rostro, estaba emocionado de que algún latinoamericano se interesara en participar, y siguió tomando de su taza.

- Es Perú -España se sorprendió tanto que se atoró con el agua que tomaba- O-Oye, ¿estás bien, carnal? -el mexicano se acercó para socorrerlo.

- E-Espera -puso su mano en frente, deteniendo la acción del norteamericano y tociendo un par de veces más- Explícate.

- Queremos que Perú pueda salir de su escondite e interactúe con los demás -habló con firmeza.

- ¿Queremos?

- Así es. Mis amigos y yo estamos llevando a cabo un plan. Vamos a hacer que Perú sea conocido, lo suficiente para que tenga que ser presentado.

Eso tenía sentido para el mayor. Además, debía admitir que sería interesante intentarlo, pero todavía dudaba.

- ¿Vosotros cómo sabéis si él quiere eso? -España frunció su ceño- ¿Qué pasa si Perú no quiere salir de su país?

- Logramos hablar con él y aceptó.

- ¿Cómo?...

- Chile se infiltró en su territorio para entregarle una carta.

México sabía que, si quería convencer al español, debía decirle todo con detalle. Por su parte, el español mantenía su mirada seria sobre el otro. Al parecer, se quedó pensativo por un rato, hasta que volvió a preguntar.

- ¿La ONU sabe sobre esto?

El mexicano tembló internamente. Esa era la pregunta que no quería escuchar.

- Algo así... -la habitación volvió a quedar en un corto silencio- Le hemos contado al respecto pero... dijo que desistiéramos.

- No -decidió negarse- No lo haré -se paró de su asiento y dejó su taza- Si la ONU ya os dijo ello, no solo se meterán en problemas, sino que me involucraréis.

- P-Pero -fue interrumpido.

- Si eso era todo... -señaló la puerta con una sus manos.

El menor se levantó de su asiento con disgusto, no sin antes soltar unas cuantas palabras.

- Vamos España, solo piénsalo... -se acercó a la puerta- Perú necesita de nuestra ayuda -se retiró.

El europeo fue hacia la gran ventana de la habitación y se quedó viendo el exterior, pensativo a las palabras de México. Estaba más que seguro que cualquier otra potencia se negaría sin siquiera escuchar explicaciones. No había garantías de que el plan funcionara, no sabían nada sobre Perú, ¿cómo presentarían a un país del cual no saben nada?

"Alejaos de ellos, esos indios no son más que escoria humana"

Las palabras de Hispánica retumbaron en su mente. Odiaba recordarlo, pero tampoco podía olvidarlo. Soltó un suspiro resignado y, aún sabiendo que cometería una locura, se dirigió rápidamente adonde el mexicano se había ido.

- ¡México! -lo llamó al ver que estaba a punto de dejar la gran casa- Uno -indicó con su dedo índice.

- ¿Qué? -preguntó confundido el menor.

- Si encontráis, aunque sea, a un peruano que nos exponga y me convenza sobre su gastronomía, aceptaré presentarlo -le susurró cuando ya lo tenía cerca suyo- incluso seré yo quien hable con ONU sobre esto -se dio la vuelta- Hasta entonces... -regresó a su hogar.

México sonrió con triunfo. Contar con la ayuda del español, crecía las probabilidades de que el plan funcione. Sin embargo, su sonrisa no duró mucho. De por sí, era raro ver a algún peruano. Sobre todo, porque estos evitaban hablar sobre su nacionalidad u origen.

¿Cómo encontraría a un peruano que quiera exponer sobre la gastronomía de su país?

Hijo de la luna (Perú Harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora