CAPÍTULO 3

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Una vez de regreso al olimpo Eros caminaba por los pasillos que llevaban a su habitación, sus pensamientos estaban llenos del día que había pasado junto a Yoshio ¿Estaba bien querer indagar en la vida de una persona que acabas de conocer?.

-Estas más distraído de lo que pensé - Eros sorprendido volteo rápidamente – te estoy siguiendo desde hace un rato y nunca notaste mi presencia.

Hermes se encontraba recargado en un castillo a la entrada del cuarto de Eros, amos sonrieron al verse y se abrazaron.

-¡Hermes!  ¿Qué haces aquí? - dijo Eros emocionado mientras ambos se separaban.
-Apolo me dijo que estarías aquí.
Pensé que te encontrabas en un viaje camino al Hades.
-Así era, pero regrese ayer…creo que tienes cosas que contarme.

Si había una persona que conociera bien a Eros ese era Hermes, ambos eran como hermanos, su trabajo como dioses requería que viajaran a distintas partes, así fue como a lo largo de los años crearon un vínculo de amistad que hoy en día era carente entre los dioses.

-Fui al mundo humano.
-Eso es lo que escuche y bien, dime que hiciste – una sonrisa se dibujaba en el rostro de Hermes cuando pronuncio estas palabras.

Eros le contó lo que Apolo le había dicho y como su curiosidad lo arrastro a la tierra en busca de una distracción, le enseño la ropa que vistió mientras le detallaba los lugares en los que estuvo.

-No lo creerías, él es demasiado lindo.
-Te odio bajaste a la tierra a divertirte mientras yo estaba trabajando – dijo Hermes con tono desganado mientras se dejaba caer de espaldas en la cama – llévame – Eros lo miraba, se encontraba sentado al otro lado de la habitación.
-No – dijo Eros firme.
-Llévame – repitió.
-Te dije que no.
-Si no me llevas le diré a tu madre.

Eros dejó caer su cabeza hacia atrás.

-Está bien – dijo finalmente.

La amenaza era bastante efectiva, en el olimpo todos conocían a la madre de Eros como una de las diosas más bellas si no es que la más bella de todas y a la par era bien conocido su temperamento, amada por muchos y temida por otros Afrodita tenía una presencia que imponía a cada paso que daba.

Cuando finalmente Hermes se fue Eros se dejó caer sobre la cama, miraba al techo deseando conciliar el sueño pronto así la mañana llegaría más rápido.

Cuando Eros salió de su habitación a primera hora de la mañana Hermes ya se encontraba listo.

-Parece que estas emocionado.
-Y como no estarlo si hoy conoceré a mi cuñado.
-Debemos hacer algo con tu ropa.
-No te preocupes ya lo tengo todo listo.

Los jóvenes se encontraban camino a la sastrería de Yoshio, Eros vestía un yukata de seda color vino, por su parte Hermes vestía un poco más llamativo, llevaba una prenda color coral que contrastaba con sus ojos de color azul. Era inevitable no mirarlos, ambas figuras sobresalían sobre los demás, ya sea por su color de piel, su estatura, el claro de sus ojos o por su belleza misma.

-¿Es aquí? – preguntó Hermes cuando vio que Eros se detuvo frente a una linda casa de madera.
-Si.
-¿Entramos?
-Entramos.

Eros fue el primero en entrar, sus ojos recorrían en cuarto sólo en busca de una cosa o mejor dicho una persona Yoshio.

-Si viniste – dijo Yoshio mientras salía de una pequeña habitación llena de tela, le regaló una sonrisa al Dios mientras decía eso.
-Dije que vendría – Eros le regreso la sonrisa también – traje a un invitado conmigo.
-Mi primo me habló sobre sus habilidades con la costura y vine a comprobarlo yo mismo – dijo Hermes en tono de saludo.
-Me halagan sus palabras, estoy a sus órdenes – Yoshio ofreció una reverencia.

Hermes sacó una túnica de la bolsa que llevaba y se lo entregó al sastre.

-Esta prenda le pertenecía a mi padre, pero una manga se descoció y desde entonces no lo ha usado nuevamente ¿podrías arreglarlo?
-Claro – Yoshio tomó la prenda – tengo poco trabajo así que empezare de una vez, pueden esperar si gustan – acto seguido se encamino a su máquina de coser.
-¿De dónde sacaste eso? - preguntó Eros.
-Te dije que venía preparado, además así podemos quedarnos un poco más de tiempo en este lugar.

Los dioses dejaron que Yoshio trabajara y para matar el tiempo salieron a conocer el pueblo.

-Tengo hambre busquemos un lugar para comer.
-Ese lugar se ve bien, vamos ahí – dijo -Eros señalando un negocio que se encontraba frente a ellos.

El lugar se veía bonito, estaba decorado con pinturas de sakuras en las paredes, además el negocio de Yoshio no quedaba muy lejos así que sería fácil regresar.

-Es la primera vez que me siento a comer en el suelo – dijo Hermes en tono divertido.
-Siempre hay una primera vez para todo primo.
-¡Oye! Eso fue lo primero que se me ocurrió – dijo entre risas.
-Y ¿Qué piensas?
-Sobre qué.
-Ya sabes, no me hagas decirlo – Eros miraba como Hermes se llevaba un bocadillo a la boca.
-¿Puedes dejar de verme?
-Es bonito ¿no? – Eros embozo una sonrisa.
-Es bonito, ahora déjame comer.

Cuando finalmente terminaron de comer se dirigieron a la sastrería, cuando entraron vieron unos cuantos cofres apilados con mercancía y a Yoshio despedir a un hombre.

-¿Qué es todo eso? – preguntó Hermes señalando los cofres.
-Son mercancía que debo llevar el día de mañana – respondió Yoshio mientras se acercaba a ellos.
-¿Es lejos? – dijo Eros.
-Así parece, es la primera vez que iré a esa ciudad.
-¿Irás sólo? – preguntó Eros.
-Si mi señor, soy el único empleado.
-Eros puede acompañarte, el conoce perfectamente las ciudades – dijo Hermes mientras miraba al dios.
-Puedo acompañarte, si no es un problema para ti.
-No tengo ningún problema, pero ¿por qué conocen las ciudades? Pensé que eran extranjeros.
-Eros y yo somos comerciantes, viajamos mucho por trabajo y conocemos muchos lugares ¿verdad Eros?
-Es verdad, si te acompaño puedo adquirir más conocimiento como comerciante.
-Si es así entonces me encantaría que me acompañara, siempre viajo sólo – dijo Yoshio mirando al Dios.

El sastre le entrego a Hermes la túnica ya arreglada, los dioses se despidieron de él y emprendieron su viaje de regreso.

-Me debes una.
-No te debo nada.
-Te conseguí una cita.
-Yo sólo la hubiera conseguido.
-Mentiroso.

Caminaron en silencio por un rato mientras admiraban el paisaje nocturno, vieron luciérnagas y escuchaban a las cigarras cantar mientras la luna iluminaba en camino.

-¿Cómo fue tu viaje al Hades? – preguntó Eros.
-Irreal, siempre me da miedo ir ahí.
-Te encanta ir ahí – Eros comenzó a reír.
-Tienes razón, es como otro mundo, vi a Hades.
-¿Cómo fue?
-Su sola presencia te hace estremecer, creo que necesita una novia – ambos se miraron y empezaron a reír – si hay alguien más sólo que yo en este mundo ese es Hades.

Cuando llegaron al olimpo los amigos se despidieron.

-Me olvidaba de algo – Hermes sacó algo de su bolsa – esto es para ti – lanzó la túnica a Eros.
-¿Me la estas regalando?
-Tu novio la arregló, ahora me debes dos, cuídate en tu viaje y no desperdicies mis esfuerzos.
-El esfuerzo fue mío, te veré en unos días – Eros vio como Hermes se marchaba.

El camino al Olimpo fue más corto de lo que Eros esperaba.








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