CAPÍTULO 8

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Una luz entraba por la ventana, Eros se sorprendió al despertar al lado de Yoshio, estaban abrazados, sus piernas estaban entrelazadas, no sabías donde iniciaba uno y donde terminaba el otro, por ese instante el Dios sentía una inmensa felicidad.

- ¿Ya despertaste? – Yoshio miraba al Dios con los ojos entreabiertos.
- Así es, pero vuelve a dormir – Eros besó su frente – todavía es temprano – dijo mientras retiraba los labios.

Yoshio hundió su rostro en el cuello de Eros – No puedo, ya estoy despierto – dijo mientras abrazaba fuertemente a éste.




En el Olimpo empezaba a reinar el caos, los rumores se extendían cada vez más rápido “un Dios enamorado de un humano” era lo que se decía, que un ser divino cometiera tal acto era pecaminoso por no decir humillante, los humanos como seres imperfectos no merecen tal honor, rápidamente esos rumores llegaron a oídos de Afrodita.




- Creo que es hora de que nos levantemos – Yoshio estaba a punto de ponerse de pie cuando recibió un jalón que lo regresó de vuelta.
- Espera un momento, puedes abrir un poco tarde la tienda ¿no? – le dijo Eros al joven quien ya se encontraba arriba suyo, el Dios se acercó a su rostro un le dio un beso – hacer esto es más divertido – dijo mientras se alejaba.
- Si, esto es más divertido – Yoshio le regresó el beso al Dios de una manera más intensa, ambos abrieron más boca para dar paso a sus lenguas y hacer de ese beso algo más placentero – Pero como soy pobre tengo que trabajar – dijo Yoshio con una sonrisa dando fin al beso para luego ponerse de pie, dejando al Dios sonriendo para sí mismo.

Una vez ya es la tienda el joven se dispuso a arreglar las telas, revisar el inventario y tener listas sus entregas, Eros lo observaba, no podía apartar la vista de él, todo lo relacionado a Yoshio captaba su atención y lo que no tenía nada que ver con él simplemente le era indiferente, de ahí que el Dios estuviera tan nervioso, a estas alturas ya debe haber rumores sobre ellos, más bien estaba seguro de que tales rumores ya existían, debía regresar al olimpo cuanto antes para aclarar todo, ser desterrado era su menor preocupación lo único que le importaba es estar con Yoshio.

- Tengo que regresar a casa – el comentario tomó a Yoshio por sorpresa.
- Pero apenas ayer regresaste – sonaba desilusionado.
- Lo sé, tengo que arreglar unas cosas – Eros se acercó, colocó su mano suavemente en la mejilla del joven y le dio un beso – regresaré en la noche y te explicaré todo.

Eros subió a su corcel para finalmente partir del lugar, ya había tomado una decisión, si ser un Dios le impedía estar con Yoshio entonces no sería un Dios nunca más.

Al pasar por los pasillos del olimpo podía escuchar cómo la gente hablaba a sus espaldas “mira es él” decían unos “que vergüenza, va en serio con un humano” se reían unas ninfas mientras lo observaban, Eros estaba perdido en sus pensamientos de camino a su alcoba.

- ¿Estás tan distraído que no te diste cuenta de mi presencia? – esas palabras firmes sacaron a Eros de su trance.
- Madre, no sabía que estabas aquí.
Me doy cuenta de eso, siéntate – sonaba molesta.
- Tengo que hablar contigo – dijo Eros mientras se sentaba en el borde de la cama.
- Yo también – su madre lo miraba con furia.

Yo también – su madre lo miraba con furia.

Eros estaba aclarando sus pensamientos, pero la voz de su madre rompió el silencio.

- No volverás a salir – dijo firmemente.
- ¿Qué? – Eros estaba sorprendido.
- Lo que escuchaste, no saldrás para ir con ese… ¡humano! – su madre gritó – ya me has puesto en ridículo por este capricho, lo dejé pasar, pero ya no más Eros.
- No puedes obligarme – el Dios estaba enojado.
- Mira como lo hago – sentencio la madre.

Afrodita salió de la alcoba colocándose frente a la entrada, extendió sus brazos – Si encerrarte es la única manera de controlarte entonces así lo hare – acto seguido un manto cayó del cielo cubriendo el cuarto, Eros intentó correr y al querer cruzar la puerta una fuerza lo golpeó regresándolo dentro, así el Dios tirado en el piso vio cómo su madre se alejaba.

La deidad daba vueltas de un lado a otro, pensando en cómo escapar, le había dicho a Yoshio que regresaría con él en la noche, no podía romper su promesa, su madre ni siquiera había escuchado lo que Eros tenía que decirle, nadie lo hizo.

Una voz se escuchaba en la entrada de la alcoba.

- ¡Hey! Eros – Hermes se encontraba de pie mirándolo, Eros se acercó a la entrada quedando frente a frente de su amigo solamente interponiéndose entre ellos el manto que había lanzado su madre – te lo dije – dijo el Dios con sandalias aladas.
- ¿Viniste a regañarme?, si es así mejor vete, tengo que pensar en cómo salir de aquí.
- No, vine a ayudarte, pero también te voy a regañar - Hermes sonaba serio.
- ¿Cómo piensas hacer eso?.
Soy el mensajero de los dioses ¿lo olvidas?.
- Ya lo sé ¿Y eso en que me va a ayudar? – Eros sonaba burlón.
- Nunca te has preguntado ¿Cómo llevo mis encargos aun cuando estos son enormes? – Eros estaba confundido, pero es cierto lo que dice Hermes, una vez llevó 12 barriles de vino a Dionisio sin ayuda de nadie, Eros nunca le había preguntado como lo hizo – tu madre puso ese manto para que nada saliera, pero no para evitar que alguien entrara, mejor dicho, para que algo entrara – dijo Hermes señalando su bolso, Eros estaba más confundido todavía.

Hermes siempre llevaba ese bolso a todos lados, según él era indispensable para su trabajo.

- No te entiendo.
- Mi bolso tiene una capacidad infinita de almacenamiento, cualquier cosa por más grande que sea puede entrar aquí, como una persona.

Ahora Eros comprendía todo, el plan de Hermes tenía sentido, de esa manera podría salir sin ser descubierto.

- Hermes, eres un genio – dijo Eros sonriendo.
- Lo sé – respondió de manera sarcástica.

Acto seguido Hermes lanzó el bolso sin soltar la correa de este para poder sacarlo – abre el bolso y mete tu mano – Eros así lo hizo, acto seguido una luz salió del interior cubriendo su cuerpo, el Dios se encontraba dentro del bolso, parecía que estaba en medio de una galaxia, Hermes jaló la correa sacando el bolso – ahora te llevo con tu amado – dijo finalmente para que Eros lo escuchara, el Dios sonrió.

El sueño de Eros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora