CAPÍTULO 9

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Los avistamientos de grupos rebeldes se hacían cada vez más presentes, el miedo de los pueblos era tan grande que muchas personas empezaron a emigrar a otras ciudades.

La tarde llego rápidamente, Yoshio ya había cerrado la tienda pues ese día muy poca gente había salido, todos tenían miedo y gran parte de los lugareños habían abandonado sus hogares.

Hermes viajaba a una velocidad descomunal, una vez llegó a la ciudad del joven humano se adentró en el bosque para poder liberar al dios, Hermes colocó su bolso en el piso, extendió sus manos y una luz cubrió su cuerpo haciendo que pasara lo mismo con la bolsa, esta se abrió liberando otro destello, acto seguido Eros ya se encontraba fuera.

- Espérame aquí, voy por él – le dijo Hermes a Eros en tono de regaño – no podemos dejar que alguien te vea – el Dios le dio la espalda Eros saliendo del bosque.

Yoshio se encontraba sentado frente a su mostrador, estaba recostado en este viendo hacia la puerta, entonces vio como un joven se acercaba y entraba al negocio.

- Eres el primo de Eros – dijo el peliblanco mientras se levantaba de su asiento.
- Me alegra saber que aún me recuerdas – el Dios le obsequio una sonrisa – ven conmigo, él te está esperando.

Ambos chicos salieron del lugar adentrándose en la oscuridad de la noche, Yoshio seguía a Hermes de cerca mientras se encontraban caminado en el bosque.

- Llegamos – Hermes miró al chico mientras se hacía a un lado.

Cuando Hermes salió del campo de visión de Yoshio pudo ver a Eros quien estaba frente a ellos, el joven corrió para darle un abrazo quien fue bien recibido por el Dios.

- Gracias – le dijo Eros a Hermes con un tono esperanzador mientras seguía sosteniendo al chico.
- No me agradezcas, agradécele a mi bolsillo mágico – dijo con tono burlón mientras señalaba el mismo.

Eros soltó una risa.

- Esto es todo lo que puedo hacer por ti – dijo Hermes seriamente.
- Lo sé – Eros seguía sosteniendo al peliblanco entre sus brazos – gracias.

Hermes después de asentir dio media vuelta para irse, dejando a los dos enamorados en la profundidad del bosque.

- Pensé que no vendrías – Yoshio lo miraba a los ojos.
- Prometí que te vería ¿no? – Eros no podía apartar su mirada, se notaba melancólico – tengo algo que decirte.
- ¿Qué es? – la voz de Yoshio sonaba más como una orden que como una pregunta.
- Será mejor si te lo muestro – el Dios se separó del joven alejándose un poco de él – Yoshio… yo no soy un humano.

El Dios extendió los brazos, un aura blanquecina comenzó a envolver su cuerpo, de su mano izquierda apareció un arco dorado, Eros lo colocó mirando al cielo, su mano derecha jaló la cuerda y mágicamente apareció una flecha la cual el lanzó a la atmosfera haciéndola estallar, en consecuencia, un montón de luces comenzaron a caer, parecían estrellas fugaces que bañaban a la sombría arboleda.

- Eso fue hermoso – Yoshio tenía una enorme sonrisa, sus ojos se miraban más rojos que de costumbre.
- ¿No me tienes miedo? – esas palabras serenas sonaban dudosas.
- Un ser celestial se ha tomado muchas molestias para estar conmigo, eso me hace sentir alagado – el peliblanco comenzó a acercarse al Dios – ¿tu primo también es…? – no sabía cómo terminar la pregunta.

Eros comenzó a reír – sí, también es – el Dios tomó a Yoshio por la cintura haciendo que la distancia entre ambos fuera cada vez menor, por su parte el joven colocó sus brazos alrededor del cuello de la deidad para tener su rostro más cerca.

Ambos comenzaron a besarse apasionadamente, la lengua de Eros se introdujo en el interior de la boca de Yoshio haciendo que este soltara un leve gemido pues también sus cuerpos ya se encontraban pegados el uno con el otro.

- Si quieres que pare dímelo de una vez – dijo el Dios sin apartar sus labios del joven.
- No pares – respondió este para luego seguir besándolo.

Poco a poco se iban despojando de su vestimenta, las ropas quedaron bajo en cuerpo de Yoshio para que este no tuviera contacto directo con el pasto, el Dios comenzó a besar su cuello para después deslizar su lengua hasta el ombligo del joven, podía sentir como el cuerpo de Yoshio temblaba debajo suyo.

Eros bajó su mano para introducir un dedo dentro del joven el cual soltó un gemido que el Dios calló con un beso, introdujo otro dedo para continuar preparándolo pues no quería lastimarlo, al introducir el tercer dedo Yoshio arqueo la espalda.

- ¿Cuánto más falta? – la voz del joven sonaba a suplica.
- Ya estás listo – al decir estas palabras Eros penetró al joven.

Los movimientos de Eros eran cada vez más rápidos, las manos de Yoshio se aferraba cada vez más a la espalda del Dios, luego hizo que sus piernas lo rodearan para poder tenerlo más cerca.

Tras eso Eros se sentó colocando al chico arriba suyo, llegando más profundo esta vez.

Cuando ambos terminaron se recostaron, Yoshio se recostó arriba del pecho del Dios y este comenzó a acariciar su cabello. El brillo de la luna cubría sus cuerpos como si fuera una manta.

- Yoshio estoy en graves problemas – Eros estaba triste.
- ¿Por mi culpa? – el peliblanco miraba al Dios.
- No, es por mi culpa – le dio un beso en la frente al joven – no pensé que me enamoraría de ti.
- ¿Amar a alguien es un pecado?.
Para mi si – Yoshio bajó la mirada al escuchar estas palabras cruzó por su mente la idea de ser abandonado – por eso ¿Quieres irte conmigo?.
- ¿A dónde?
- A donde sea – Eros sonaba feliz – cuando estoy lejos de ti solamente te pienso y cuando te tengo cerca no puedo dejar de anhelarte.

Yoshio comenzó a sonreír, se lanzó a los labios de Eros – sí, vámonos de aquí – dijo para continuar besándolo. 




A lo lejos en dirección a la ciudad de Yoshio se podía mirar una luz, parecía que algo se estaba quemando. 



El sueño de Eros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora