4. Una situación complicada

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El Sol se ocultaba con rapidez y poco a poco la espesura de la noche comenzaba a hacerse presente. Los jóvenes estaban preparando el campamento con el objetivo de cenar algo e irse a dormir, pero ninguno de los dos tenía apetito; al parecer, las bayas los llenaron lo suficiente como para no desear comer al menos por un rato.

Rápidamente inflaron el colchón y lo prepararon para poder acostarse. La noche era ideal ya que el clima era sumamente agradable. Tanto Lance como Trevor recostaron sus cabezas mirando hacia el lado superior de la carpa, oyendo claramente el sonido de la fauna a su alrededor y cómo la brisa movía sutilmente las hojas de los frondosos árboles.

-O-oye, emm... Creo que es un buen momento para agradecerte por todas las veces que me has salvado de morir. Si no fuera por vos, ya no estaría en el reino de los vivos. -Finalizó el menor con una risita burlona.

-No hay de qué -contestó Lance y, acto seguido, una sonrisa algo traviesa se formó en la comisura de sus labios-. De seguro, para mi mala suerte, no va a ser la última vez...

Trevor lo miró algo confuso y, al notar que el mayor deseaba reírse, éste le golpeó el brazo amistosamente para luego reírse. El ambiente dentro de la carpa era animado y el castaño recordó la charla sobre su familia, por lo que decidió traer nuevamente el recuerdo a ese momento.

-Esto me recordó a cuando acampaba con mi familia. Imagina a cuatro personas totalmente diferentes entre sí en un espacio tan reducido. Era... Único -dijo el menor mientras Lance notaba cómo sus ojos se volvían acuosos y brillantes-. ¿Qué hay de tu familia?

La pregunta lo tomó por sorpresa y, a pesar de que la mayoría del tiempo los pensaba, aún no estaba listo para hablar del tema; mucho menos con alguien que recién dejaba entrar en su vida. Su rostro se tornó algo serio y bruscamente se giró dándole la espalda a Trevor, quien esperaba una respuesta ansioso.

-Ya deberíamos dormir...

Esas fueron las palabras que el ojimarrón dejó escapar, palabras que Trevor no pudo comprender ya que pensó que de alguna manera la había cagado al preguntar aquello. Algo ansioso y dubitativo, recostó su cabeza en el colchón y, finalmente, luego de un tiempo, ambos pudieron conciliar el sueño.

~ ♥ ~

-¿Ya has visto aquel puesto de helado? -preguntó una joven con el cabello del color del sol- ¿Sabes lo que significa?

La sonrisa de ésta era inigualable y podría comprar a quien sea, pero su mano agarraba firmemente la de su amado: la mano de un muchacho que ella por dentro amaba con todo su ser. Éste, omnibulado por la radiante presencia de su amor, simplemente sonrió ante sus preguntas.

-¿Deseas que pida lo de siempre?

-Sabes cuáles son mis gustos favoritos... -dijo la muchacha mientras acercaba el rostro del joven y besaba su mejilla.

El parque de diversiones estaba atestado de personas, pero la vestimenta tan simple y llamativa de la joven -un holgado y cómodo vestido de color aguamarina- hacía que resalte entre la multitud. El muchacho inició la compra del producto solicitado mientras observaba a su novia y sonreía por las ocurrencias de la misma.

El escenario poco a poco se iba desvaneciendo hasta finalmente entender que el mismo joven ya no se encontraba en un parque de diversiones, sino en lo que parecería ser la habitación de un hotel. Su cuerpo estaba desnudo y las delicadas sabanas solamente tapaban la mitad de su cuerpo, dejando ver sus pectorales y abdominales bien definidos.

Un delicado roce hizo que se sobresaltara, prestando atención a su lado izquierdo, donde se encontraba la muchacha de rubios cabellos y mirada delicada; observando con sus ojos tan brillantes al contrario.

El Refugio Esmeralda [+18 • GAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora