8. En caída libre

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Mi vida se había derrumbado, de golpe, pero habiéndome avisado antes sin yo hacerle caso. Los días pasaban uno tras otro sin nada nuevo para mi.
Dani ya no iba al instituto y yo notaba su ausencia en cada rincón. Mis notas empezaron a descender y mi actitud con compañeros y profesores fue haciéndose más y más insoportable. Me revelé ante todo y ante todos, excepto contra él.

Entraba a clase, me sentaba y ni siquiera abría la mochila. Algunos profesores intentaron hablar conmigo sin conseguir nada de mi parte. A veces me salía de clase sin avisar porque no podía contener las lágrimas. La situación comenzaba a superarme y aun no sabía lo que me esperaba a la vuelta de la esquina.

Habían pasado un par de semanas desde que Dani y yo lo dejamos, había perdido la noción del tiempo hasta que mi madre me preguntó: "¿Aun no te ha bajado la regla?". Aquello lo cambió todo para siempre. Hice las cuentas de cuando me había bajado la última vez y comprobé que mi madre tenía razón, llevaba una semana de retraso.

No sabía que hacer, le di muchas vueltas hasta que decidí llamar a Dani y contarle que tenia un retraso. Me dijo que iria a comprar un test esa misma tarde y luego vendría a mi casa. Sobre las ocho, estando sola en casa, llegó. Llevábamos sin vernos desde aquel dia, él habia intentado verme un par de veces pero yo me había negado y al final dejó de insistir. Le dejé entrar y se sentó en el sofá mientras yo iba al baño.

Aun recuerdo como aquellas dos lineas fueron apareciendo poco a poco. Al principio solo una que me hizo ilusionarme, pero de repente apareció la otra y se tiñó del mismo color rosa. Me quedé paralizada. Unos diez minutos después conseguí levantarme y salir del baño. Dani esperaba una respuesta pero no pude dársela, me senté a su lado y le di el test sin mirarle. Me preguntó que significaban las dos rallas, le clavé mis ojos llenos de rencor y tristeza mezclados con el profundo amor que a pesar de todo aun sentia por él y empecé a llorar. Él intentó abrazarme pero yo me resistí, tenía tantas ganas de pegarle como de besarle, amaba a ese cabrón que me había dejado embarazada. Peleó conmigo hasta que me dejé ir en sus brazos sin parar de llorar. Me susurró que todo saldría bien. Como siempre, le creí.

Amor a golpesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora