7. Ida y vuelta

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No se cuantos días pasaron desde aquel momento. Aquella noche sentí que mi vida se desmoronaba, no conseguí parar mis lagrimas en toda la noche, y esa noche se fue juntando con la siguiente y así durante muchos días.

Mis amigas, mis padres, todo aquel que me quería intentó hablar conmigo y averiguar que me pasaba. Él también lo intentó. Me llamó, me escribió mensajes y mensajes, vino a mi casa donde se encontró con una mujer seria y enfadada que no le dejaba ver a su triste hija.

No sabía como salir de aquel pozo frío y oscuro en el que él me hundió aquella noche. Repasaba las imágenes en mi mente una y otra vez. Su mano. Mi cuello. Sus gritos. Mis lágrimas. Seguía sin entender por qué. Por qué a mi, por qué él. Me convencí noche tras noche de que no me quería, era más fácil de esa forma. ¿Cómo sino iba a entender que me hubiera hecho algo así?

Poco a poco, el amor que sentía por él empezó a reemplazar al resto de sentimientos que tenía. Un amor quizá ciego pero gigante, que podía conmigo y con todo. Accedí a hablar con él. Nunca le había visto así, parecía realmente arrepentido. Pidió perdón una y cien veces. Y, al final, le perdoné. En este momento él se convirtió en el novio "perfecto", durante unas semanas hizo y dijo todo cuanto yo quería hacer y escuchar. En aquel momento no me di cuenta, solo pensaba en nosotros y en lo bien que estábamos entonces, pero él en realidad solo intentaba embaucarme, engancharme más, tenerme tan cogida para asegurarse de que hiciera lo que hiciera yo siempre iba a estar ahí.

Pero cuando uno finge ser lo que no es no tarda mucho en salir su verdadero yo. Habían pasado dos meses después de aquello y todo parecía ir genial. Dani y yo rebosábamos amor y pasión, sobre todo de lo segundo. Fue una época de hacer el amor sin parar, casi en cualquier sitio, no podíamos evitarlo. La atracción que sentíamos superaba las barreras de la normalidad. Solo con besarnos, notaba la electricidad recorrer todo mi cuerpo y podía hacerme temblar tan solo con una caricia. Solíamos dejarnos llevar sin miramientos, no importaba estar en la playa, en una casa en construcción o en medio de un huerto de naranjos.

Pero la realidad no tardaría en sorprenderme de nuevo. Dani retomó sus fiestas de fin de semana. Al principio no pasaba nada pero el tema se le fue yendo de las manos. Comencé a sospechar que algo pasaba, que sus noches eran más largas que las del resto. Aun lo recuerdo como si fuera ayer.

Tomó la costumbre de discutir los viernes para que nos pelearamos y así él salir de fiesta sábado con la escusa de estar enfadados. Los domingos era el dia de las reconciliaciones, hasta aquel domingo. Me desperté mirando el movil esperando ver un mensaje suyo pero no lo encontré. Fue pasando el día y nada. Yo tenía claro que no iba a ser la que le llamara así que solo me cabía esperar. Despúes de cenar me conecté a messenger, no esperando verle ya que él no usaba "esas cosas". Pero un rato después un amigo suyo me habló. Su primera pregunta fue "¿Te has enterado de lo de Dani?". Quince minutos después me encontraba llorando en la cama sin consuelo. Me había engañado. Se había liado con una chica de nuestro pueblo que encima también tenía novio. Me estaba arrancando el corazón pedazo a pedazo...

El lunes Dani apareció en mi casa. Él no sabía que yo sabía lo que había hecho, así que vino tan tranquilo como si no pasara nada. Le pregunté con un marcado tono irónico "¿Te lo pasaste bien el sábado no?". Él lo entendió al momento pero lo primero que hizo no fue disculparse. Lo que más le preocupaba era saber cómo me había enterado, quien le había traicionado. Yo solo le pedí que se fuera y que no volviera nunca, ni a mi casa ni a mi vida.

Amor a golpesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora