14. El caos

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Después de un buen rato buscando las llaves de mi casa las encontré. Decidí entonces ir a casa de Dani para intentar hablar con él. Al llegar vi su moto en la puerta, así que toque al timbre y esperé. Cuando salió vi que seguía en el mismo estado de alteración que cuando se había marchado, le dije que me dejara explicarle lo que pasaba pero me hacía muy difícil hablar con él.
Finalmente accedió, salió a la calle y nos sentamos juntos en la acera, le expliqué toda la historia que había tenido con Alex y al final lo único que dijo fue:

- Si quieres que te perdone mándale ahora mismo un mensaje y le dices lo que yo te diga.

Le pregunté qué quería que le escribiese en el mensaje y me dijo:

- Le vas a decir que es un hijo de puta y que no vuelva a llamarte ni buscarte nunca más.

Me negué a decirle eso, le dije que no tenia porque insultarle, que Alex me había tratado bien desde siempre y me había ayudado mucho cuando más falta me hacía. En ese momento se levantó y perdió los papeles, volvió a insultarme "Eres una puta", "No se lo quieres decir porque le quieres tener ahí por si acaso", " sabía que no podía fiarme de ti", etc.

Entró por la puerta del garaje a su casa y yo le seguí intentando explicarme y que me entendiera, no me daba cuenta de que él jamás iba a entenderme, ni en eso ni en nada. Una vez que estábamos los dos dentro, cerró el portón y empezó a empujarme hasta que mi espalda chocó contra la madera. Me agarró primero fuerte de la barbilla mientras me gritaba e insultaba. Empecé a revivir la noche de Nochevieja, ya no le oía, solo veía como movía la boca y cómo sus ojos desprendían furia y odio hacia mí. De la barbilla su mano pasó a mi cuello, mis lágrimas caían en su mano pero a él no le importaba. Tras unos segundos me soltó, yo me quedé ahí quieta, exhausta y con la vista algo borrosa. Él abrió el armario y cogió el casco de la moto, me apartó de un agarrón de la puerta. Le dije que no se fuera así de alterado en la moto, que le podría pasar algo. Empezó a gritarme de nuevo, diciendo que si él estaba así era por mi culpa, y que si le pasara algo sería culpa mía. La rabia le pudo y me lanzó el casco hacia la cabeza, yo me moví rápidamente y solo me rozó. Le miré como quien mira a alguien que está a punto de morir y me marché. Mientras caminaba oía sus insultos cada vez más y más lejos.

Amor a golpesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora