Capítulo 11

223 31 36
                                    

Advertencia: Este capítulo tiene contenido sensible, como la presencia de sangre y abuso físico, leer bajo tu propio riesgo.

Una mujer de mediana edad caminaba por la playa absorta en sus pensamientos, no necesitaba fingir que realizaba su trabajo como era debido, nadie lo hacía de todas formas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una mujer de mediana edad caminaba por la playa absorta en sus pensamientos, no necesitaba fingir que realizaba su trabajo como era debido, nadie lo hacía de todas formas. La arena que se colaba en su calzado la transportó a su juventud, a esos días soleados de verano que detesta.
Se miró las manos, luego los brazos, pasó por su pecho hasta llegar al abdomen, se imaginaba cómo sería tener una figura delgada y lucir un bonito traje de baño sin miedo a ser juzgada.

Pensó que, tal vez, sólo tal vez, si fuera menos corpulenta, su marca del alma no sería defectuosa, pues creía que su obesidad era la responsable de su mala suerte en el romance, después de todo eso le decían en cada ocasión posible. No importaba cuán amables fueran al decirlo, siempre dolía.
Las dietas no le sirvieron, la ansiedad terminaba por arrastrarla de vuelta a comer en exceso, se odiaba por ser así, tan débil.

"Una mujer tan hermosa no debería estar sola, déjame ayudarte", sonrió embelesada al recordar las encantadoras palabras que Kalani solía decirle para hacerla sentir mejor, era su querido jefe y salvador, un destello de luz con silueta humana; sin él, hace mucho que habría perecido ante la depresión, le dio esperanza, una oportunidad de amar y ser amada.
No podía abandonarlo, incluso si la cruel experimentación le revolvía el estómago y la tarea de sepultar los cadáveres le dejaba malas vibras, ya no tenía la capacidad de alejarse, era su única opción.

—Dios, te lo ruego —rezó con la vista en el despejado cielo—, que esta vez todo salga bien, dale a ese joven la fuerza para soportarlo, ya no quiero vivir en la amargura.
La marca incompleta en su pierna derecha ardió por la intensidad de su súplica, el dolor se incrementó al notar un punto marrón a la distancia, se acercaba a gran velocidad, lo reconoció casi de inmediato, era el bounty de los ninjas.

Sumida en su desesperación, presionó con torpeza el botón rojo de su comunicador, causando que centenares de linternas tiki esparcidas por toda la isla se encendieran de un color rosa pasteloso, la señal alertó a cada uno de los empleados de la ya esperada visita. En cuestión de segundos, varias personas se reunieron en la playa para recibir a los ninjas. Su objetivo era distraerlos cuanto tiempo pudieran, no vencerlos, teniendo eso en mente, darían todo de sí mismos para asegurar la victoria de su líder.

Aquel instante se pasó en un parpadeo, el ancla del bounty se clavó en la arena cegando con los guijarros a varios de los empleados, ella logró cubrirse los ojos y ver como los ninjas bajaban deslizándose por la cadena, pero cuando menos se lo esperó, Lloyd la atacó por la espalda, la derribó y le ató las manos.

Ninguno pudo hacer algo para frenarlos, observó a sus compañeros caer derrotados uno por uno, no había mucho que pudieran hacer en contra de poderes elementales. Las armas de fuego tampoco dieron el resultado esperado, no estaban cargadas, eran sólo un truco para ganar tiempo extra, truco que fue descubierto en segundos. Aún quedaban varios vigilantes rondando la isla, ubicarlos y atraparlos les tomaría un buen rato, ella volvió a rezar para que así fuera.

Orquídea (Ninjago)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora