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Se perdió entre los pasillos repletos de libros tratando de olvidar su propia historia. Miraba los tomos, leía los títulos, imaginaba qué podría contener cada uno de ellos. No se caracterizaba por ser un apasionado lector; de hecho, pocas veces había tenido entre sus manos alguno de esos contenedores de historias. Sin embargo, cuando se sentía perdido, confundido, encontraba entre aquellas estanterías su escondite. Un lugar donde pensar, donde olvidar. Nunca le había hecho falta abrir ningún libro, solo hacía ese mismo recorrido. Contemplaba los libros nuevos y se despedía de aquellos que habían sido relegados al olvido. Posiblemente, nadie se había dado cuenta del momento en el que los habían cambiado por alguno que fuera más relevante.

Jaemin no podía evitar sentirse como uno de esos libros. A veces olvidado, observado desde lejos. Había quienes se aventuraban a abrir su tapa y dejarse embaucar por sus palabras, por la historia que contenía. El sueño de una persona plasmado en el papel.

Los libros eran esperanza, y Jaemin admitía que en esos momentos necesitaba un poco de ella.

- Te he estado buscando.

No se giró, no le hacía falta. Aquella molesta voz se había colado en cada parte de su vida, y solo se sentía tranquilo cuando estaba en su casa. En su pequeña habitación compartida. Un lugar donde nadie podría encontrarlo, donde él hacía las reglas.

- ¿No te cansas nunca?

- Muchas veces - respondió -. Pero soy una persona perseverante.

Bufó. No estaba acostumbrado a odiar a nadie más allá de su propio padre. Quizás, le disgustaba en exceso la presencia de su... de Hyunjin. Ellos no eran hermanos, jamás lo serían. Pero nunca había tenido razones para odiar a nadie, al menos hasta ahora. Había algo en Lee Jeno que hacía que todos sus sentidos se alterasen, que su sangre fluyese con bulla dentro de sus venas.

- Sí, tienes que serlo. Una persona no puede llegar a ser como tú si no es constante.

- ¿A ser como yo? - preguntó Jeno, la burla notoria en cada palabra que salía de su boca.

Apretó los puños. Podía notar esa pequeña sonrisa irónica que tanto lo caracterizaba, posiblemente acompañada de su mirada de superioridad que tantas veces lo había examinado. Cada rasgo de Jeno lo repelía, cada momento compartido con el contrario hacía que algo dentro de él hirviese. No quería estar allí, no quería su compañía. Escuchar su voz se había convertido en un castigo, y estaba cansado de ello.

¿Cuánto llevaban ya? Solo una semana. Le quedaban solo tres semanas. Luego, la suerte estaría de su lado, tenía que estarlo. Quizás acabase de nuevo con Lucas, o la oportunidad de pasar más tiempo con alguno de sus amigos. Parecían buenas personas, seguro que merecían la pena. O al menos, no se sentiría como en esos momentos.

Jaemin no era una persona violenta, pero cada que veía a Jeno sentía olas de agresividad navegando su organismo.

- Sí, ya sabes. Odioso, ególatra, detestable... - comentó como si estuviera hablando del tiempo -. Supongo que te puedes imaginar el resto.

- ¿Guapo, agradable, inteligente, fuerte? Sí, me hago una idea del resto. Muchos dirían que tienes suerte de salir con un chico tan perfecto como yo.

Si antes no se había girado, ahora no había podido evitarlo. La carcajada que atravesó su cuerpo, hizo que se girase para mirar a aquel joven que presumía con una seguridad envidiable. No sabía con certeza de si cuando se hablaba de autoestima positiva, se referían a algo como eso. Pero Jeno era demasiado...

- No sé de qué te ríes - se quejó.

- Perdona, creía que era un chiste - se limpió una lágrima imaginaria -. ¿De verdad crees que eso es real?

- No tengo razones para no pensarlo.

- Entonces, según tú, ¿cuál es el problema de que te esté ignorando? ¿O de que no te soporte?

Una sonrisa engreída trepó por su rostro. Jaemin pudo saber el momento exacto en el que se dio cuenta de que se había equivocado en sus palabras. Los ojos de Jeno brillaron y, antes de que pudiera hablar, Jaemin lo empujó y se alejó de nuevo. Si le daba la espalda, quizás el más alto entendería que no estaba interesado en mantener esa conversación.

Aunque para ello, hubiese necesitado que Jeno fuera realmente inteligente. Tenía entendido que no era un mal estudiante, pero la inteligencia iba más allá de eso. Había muchos tipos, se manifestaba de muchas formas. Jaemin estaba seguro de que Jeno carecía completamente de la inteligencia emocional. Todos sus encuentros le habían hecho sospecharlo, y su insistencia cuando tocaba temas incómodos para el resto no hacía más que subrayar su defecto.

Na sabía lo que Jeno iba a decir antes de que abriese la boca.

- Tú, por supuesto. Creo que te lo dejé claro cuando dije que no sabía como Renjun te había aguantado - comentó -. De hecho, por eso mismo me he acercado. Yo... - titubeó, como si toda la seguridad que había quedado impresa en el encuentro se hubiera desvanecido en apenas unos segundos -. Quería explicarte eso. Era mi interpretación, no algo que Renjun haya dicho y...

- Lo sé.

Sus manos temblaban, pero se limitó a cerrar sus puños tratando de frenar el movimiento, de controlar las emociones que amenazaban con tomar el control de la parte racional. Jaemin había huido a la biblioteca para no tener el constante recuerdo de Renjun.

La confesión había sido como un jarro de agua helada resbalándose sobre su cabeza. El dolor, el miedo, el coraje. Pero también la incertidumbre, el anhelo. Durante años había soñado que Renjun correspondía sus sentimientos, que había sido tan tonto como él de confundir la amistad con amor. Ahora que había ocurrido, Jaemin solo deseaba volver atrás. Regresar a esos momentos donde eran Renjun y Jaemin, los mejores amigos.

Prefería todos esos años escondiendo sus sentimientos a esa revelación producto de un corazón roto. Se había preparado toda la vida para el momento en el que Renjun saliera con alguien. Sabía que tendría que enfrentar esa situación, que tendría que verlo feliz de la mano de alguien más. Que sería otra persona la que se encargaría de evitar que un coche lo arrollara en medio de la escalera.

Pero no estaba seguro de poder superar la forma en la que Renjun lo había dañado.

- Eres odioso, ¿sabes? - escuchó de nuevo la voz de Jeno, pero no se giró. Solo se encogió de hombros, ya había perdido todas sus fuerzas -. ¿Por qué siquiera está enamorado de ti? Siempre que estoy con él, solo habla de ti. A Jaemin le gusta tal, Jaemin quiere tal, todo es Jaemin, y Jaemin, y más Jaemin.

Su corazón se paró, oprimido por un dolor que no reconocía.

- ¿Sabes lo que es que la persona que te gusta esté enamorado de alguien más y no te deje de hablar de ello?

Soltó una pequeña risa, casi en un intento de evitar que el sollozo que habitaba en su garganta saliera. Aquello debía ser una broma, él estaba en medio de alguna de esas rutinas de comedia realmente malas. O quizás, se había transportado a alguna de esas telenovelas que recordaba vagamente proyectadas en el pequeño televisor de su salón.

Jeno lo trataba mal porque estaba interesado en Renjun. Renjun lo había dejado de lado porque estaba enamorado de él. Y él... Él solo había querido ser alguien sin complicaciones. ¿No había tenido suficientes ya de todos modos?

- ¿Por qué tú, Jaemin?

- Eso me llevo preguntando yo desde que nací, Lee. Cuando tengas una respuesta, llámame.

Y sin decir más, se fue del lugar. Puede que estuviera a tiempo aún de encontrar a Lucas o a Yangyang no muy lejos de la institución. Sentía que necesitaba alguien que lo abrazase, sin más. Con suerte, Jeongin también habría llegado.

Hoy solo necesitaba llorar, olvidarse de todo y... Quizá, llegar a soñar con que algún día algo sería diferente. Su vida sería más fácil o... Bueno, siempre había sido un experto en complicarlo todo.

The couples game [NoMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora