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La somnolencia se asemejaba a un yugo sobre su cuerpo, atrapándolo. No recordaba la última vez que había dormido tan bien, y sabía que pasaría mucho tiempo antes de volver a hacerlo. Enterró su rostro entre las sábanas, desearía que ese momento durase más tiempo. Cerraría los ojos y se mantendría allí, tranquilo, sin preocupaciones. Pero esa no era su vida, era apenas el sueño de su infancia, cuando era tonto e inocente y creía que las cosas irían a mejor. La realidad le había golpeado tan fuerte que había dejado incluso de pensar que algo bueno llegaría. Los superhéroes no existía, tampoco los ricos concienciados con el mundo que los rodea. Él no era nadie, y posiblemente muriese así.

Intentó moverse, tratando de evitar esos pensamientos que lo atacaban siempre en sus momentos de tranquilidad. Si se relajaba, la vida se lo premiaría con un nuevo ataque, con un obstáculo a saltar. Las palabras de Hyunjin, algunos comentarios de Renjun. Sabía cuál podría ser el nuevo obstáculo y, si era sincero, no sabía si lo prefería o si lo mejor sería huir. El Señor Oh siempre se salía con la suya, lo decían incluso las revistas económicas, todo acostumbraba a ir según lo planeado para él. Claro, excepto por algunas cosas, pero nada que él mismo no pudiera acallar haciendo uso de sus recursos. Y con recursos, evidentemente se refería al dinero.

Al final, el dinero era lo único importante en la sociedad. Podía entenderlo, como una persona nacida en la mayor de las pobrezas, con una fuente de ingresos exclusivamente que nunca fue suficiente, la vida se le hacía cuesta arriba. ¿Qué no podía conseguir el dinero? ¿Era real eso de que el dinero no daba a la felicidad? A su hermano y a él los ayudaría. Y podrían sacar a su madre de la cárcel. Serían una familia, y no se tendrían que preocupar de que los fueran a echar de su apartamento.

Ahora que estaba un poco más despierto, pudo notar el peso alrededor de su cintura y el delicioso calor que llegaba a su espalda con mayor intensidad. Bufó. Se giró con paciencia, su rostro ahora quedaba frente al dormido de Lee Jeno, quien no había siquiera soltado su cintura durante su torbellino de movimientos.

- ¿Por qué me has abrazado, idiota? - susurró con queja. Su voz mucho más grave y profunda que de normal.

Sin embargo, no hubo respuesta por su parte. ¿Cuánto había bebido Jeno como para que no hubiese notado sus movimientos? Miró sus facciones. Nunca se había dado el tiempo de observarlo así de cerca. Su rostro era angular, y sus fuertes facciones se veían mucho más suaves ahora que estaban relajadas. Ya no parecía ser esa persona intimidante. Si lo hubiera conocido así, si le hubiera relajado una sonrisa y se hubiera disculpado por el choque, quizás podrían haberse llevado bien. Pero ese era un mundo de fantasía, porque Jeno normalmente era otro rico idiota y engreído que creía que el resto estaba por debajo de él. Y Jaemin lo odiaba por eso.

Llevó uno de sus dedos hasta la mejilla ajena y lo calvó ahí. De inmediato, recibió un resoplido como respuesta. Tensó su mandíbula para evitar que una risa escapase de entre sus labios. ¿Qué se suponía que había sido eso? Sin embargo, Jeno no se movió. No hubo más respuesta aparte de esa.

Sin cuidado, terminó quitando manualmente el brazo contrario de su cintura. Lee se quejó por este movimiento, como si la única función de Jaemin en esa cama fuera la de servir como un osito de peluche. Se peleó durante unos segundos con el Jeno dormido que estaba dispuesto incluso a asfixiarlo, dejándolo bajo su peso muerto, antes que dejarlo ir. Pero Jaemin era como una pequeña lagartija, se movía esquivándolo como podía.

Hasta que esa cómoda superficie dejó de existir. Su cuerpo perdió el poco equilibrio que tenía y su espalda no tardó en estrellarse contra el suelo. El golpe lo dejó sin aire. Sus pies eran lo único que se mantenía sobre el colchón. Sus ojos estaban clavados en el techo.

- Au - murmuró cuando pudo recuperar la respiración -. Te juro que te voy a devolver esta, Lee. Eres insoportable incluso cuando duermes.

Bajó sus pies del colchón y, cuando se sintió preparado, se puso de pie poco a poco. Cuando estuvo completamente de pie, miró a la cama. Lee seguía ahí, dormido. Debía ser una broma, se negaba a que aquello fuera cierto. ¿Cómo podía seguir dormido incluso después de su caída? Puede que no hubiera sido una caída enorme, pero el impacto había provocado un sonido más bien fuerte.

The couples game [NoMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora