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Nunca antes había ido a la casa de Jeno, tampoco es que hubiese sido una de sus prioridades. Miró el barrio, debía haberse equivocado. La casa que se encontraba frente a él, si es que podía llamarla así, era enorme. Tenía todo lo que Jaemin nunca había tenido, con sus balcones, sus columnas, y su aspecto impecable. La mansión de Jeno parecía burlarse de él y de su vida. Suspiró. Desde que conoció a Jeno, asumió que debía de ser uno de esos niños bien acomodados que nunca habían conocido lo que era tener problemas económicos. Sin embargo, de acomodado a rico había una amplia línea, y la familia Lee no había decepcionado. Su riqueza era visible se mirase a donde se mirase.

Aquello no estaba bien. Él no debería estar allí. Pero si no iba echaría todo a perder, todo se derrumbaría. Y de nuevo sería una decepción. Bufó. Sus pasos se volvieron cada vez más acelerados y torpes mientras se acercaba a la casa. Sus piernas temblaban, aunque por suerte nadie lo había mirado hasta ahora. No se habían molestado en reparar en su presencia. A fin de cuenta, él no era nadie.

Dentro el ruido era insoportable. La música se enfrentaba furiosamente a los gritos de las personas, que trataban de hablar por encima de esta. La noche no dejaba de empeorar, y eso que recién empezaba.

Jaemin no estaba acostumbrado a ir a fiestas. En realidad, siempre había hecho un buen trabajo esquivándolas. Cuando su hermano organizaba alguna quedada con sus amigos en su casa, quedaba con Renjun o se iba a hacer ejercicio. Había llegado a dormir en un banco de la calle una noche, solo por no volver a su casa. Luego, había decidido que aquello no merecía la pena. Aunque su hermano no había vuelto a organizar nada después de eso.

Notó como una mano se posaba sobre su hombro izquierdo. Giró su cabeza ligeramente. La imagen despreocupada de Jeno le dio la bienvenida. Había una sonrisa juguetona en su rostro y su pelo se encontraba desarreglado, con algunas gotas de sudor brillando sobre su frente. Debía llevar un rato bailando en la improvisada pista de baile.

- Ven.

Si era sincero, el sonido de la voz de Jeno nunca había llegado, pero pudo leerlo los labios antes de que este se girara y empezara a alejarlo de la multitud, guiándolo a través de su casa. Pasaron algunas habitaciones, hasta que llegaron a unas escaleras que guiaban a la segunda planta. Jeno comenzó a subirlas. El sonido se hacía más tenue con cada paso que daban. Sin embargo, Jeno no se detuvo cuando llegó a la segunda planta, sino que se mantuvo caminando hasta que llegó a una puerta cerrada, la cual abrió sin reparo.

Una habitación perfectamente ordenada le dio la bienvenida. Había algunos pósteres pegados en la pared, y varias estanterías estaban adornadas de objetos coleccionables de numerosas series y películas. La habitación ocupaba lo mismo que el salón de su casa y su propia habitación juntos. Esa era la realidad de las personas que vivían al otro lado. Un mejor barrio, más espacio, más libertad. Todas las facilidades que él ni siquiera se había permitido con soñar. Porque desde muy joven entendió que el dinero daba poder, y que nadie iba a ayudarlo. Los ricos no eran buenos, abusaban de su poder de la peor manera posible, y se aprovechaban de la gente como él, como su madre.

Jaemin odiaba el dinero. Y odiaba aun más a aquellas personas que los tenía. Al principio creyó que podría tratarse de envidia. Algo que quería tener, pero que parecía que nunca iba a conseguir. Un sueño lejano y tonto, como todos los que pertenecían a la inocente infancia.

- Pensé que no vendrías.

- Yo también - murmuró -. No sabía que vivías así.

- ¿No? No pareces tampoco sorprendido.

Se encogió de hombros. No era la primera mansión en la que estaba, por desgracia. Y Jeno tampoco era el primer niño rico con el que se topaba. Parecía que al destino se le había metido entre ceja y ceja el juntarlo con un montón de matones con dineros, de esos chicos que se creían perfectos. Que consideraban que solo merecían lo mejor gracias al dinero de sus padres.

- ¿Por qué me has traído aquí? - cortó la charla.

Debía haber una razón por la que Lee decidiera sacarlo de la fiesta en el mismo momento en el que había puesto un pie en la casa. Y por la mirada altanera que le dedicó Jeno, supo que no se había equivocado. Estaba tramando algo.

- Bueno, ¿no crees que dará de qué hablar? - preguntó.

- Te refieres a...

- Nosotros. Solos, subiendo a una de las habitaciones. Venga, no seas inocente.

- ¿Crees que van a pensar que hemos venido a follar? ¿Nada más llegar?

- Puedo haberte echado mucho de menos, ¿no crees? Se dice que el inicio de una relación es el momento de más apego. Ya sabes, no se pueden quitar las manos el uno del otro.

Jaemin lo miró con una ceja alzada, claramente cuestionando sus ideas. Primero, él no quería ser asociado a Jeno de esa manera. La simple idea de ellos dos teniendo contacto íntimo le revolvía el estómago. No quería verse involucrado con alguien así, además... No, no era el momento de que esos pensamientos volvieran a él. Segundo, si había algo que habían demostrado era su incapacidad para fingir siquiera que se llevaban bien. Nadie pensaría que eran de ese tipo de parejas empalagosas que lo único que se necesitan es el uno al otro. No cuando parecen ignorarse por los pasillos, cuando se miran mal y se hablan incluso peor. No había química entre ellos, y ni siquiera eran capaces de fingirla.

Se adentró un poco más en la habitación, descubriendo ahora el televisor que quedaba en frente de la cama. En el mueble bajo este se almacenaban varias consolas con sus respectivos juegos. No podía ser de otra manera. Se sentó en el borde de la cama, sus ojos volvieron a Jeno, quien lo miraba desinteresado.

- ¿Cuánto tiempo debemos estar aquí?

- ¿Cuánto tiempo crees que necesitamos para hacer nuestras cosas, cariño? - las palabras estaban llenas de veneno.

Jaemin se rio.

- Necesitaríamos toda la vida, cariño. Porque no hay forma de que tú y yo nos llevemos bien en la cama - se burló.

- ¿Eso crees?

Jeno comenzó a caminar hacia la cama. En su sonrisa había algo nuevo, algo que inquietaba a Jaemin. Aunque no pensaba admitirlo. Se mantuvo con su espalda recta, sus hombros perfectamente relajados. Sus ojos no se habían apartado de los contrarios. Se estaba retando, no sabían con certeza a qué. Quizás solo era su necesidad de manifestar que no se llevaban bien.

La figura de Jeno parecía poderosa así. De pie frente a él, que se encontraba sentado. Pero no había ninguna debilidad expuesta. Jaemin se había negado a mostrarse indispuesto ante la situación. No sabía a qué estaba jugando Jeno, pero él no se lo iba a dejar fácil.


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Lo siento, me desaparecí. ¿Me perdonan? Ha sido mitad mi culpa, mitad culpa de wattpad. Estaré publicando pronto, espero que les guste lo que les tengo preparado.

Muchas gracias por las 4k visitas. Hacen mi día la verdad, muchas gracias por apoyar el proyecto, por leerlo, por darle una oportunidad, y por darle siempre tanto amor. Gracias.

The couples game [NoMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora