Historia1 PEZ PESCADOR

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Parte 1


Había una vez, un pez que cayó en la trampa de un pescador. El pez era el último en el lago; su familia, sus amigos, su pueblo, todo había sido arrasado en la peor masacre que los peces hubieran presenciado. Ser atrapado era la mayor derrota de su vida y una traición a su propio pueblo, por ser el único sobreviviente y haberse dejado caer en redes de un pescador.

Había una vez, un pescador que logró atrapar a un pez. El pescador era el último humano en el bosque; su familia, sus amigos, su pueblo, todo había sido arrasado en la mayor era apocalíptica que los humanos hubieran presenciado. Atrapar al único pez del lago era lo último que le daba la esperanza de comer y sobrevivir un día más.

Habían pasado ya seis horas desde que el pescador atrapó al pez. Por qué aún no se lo había comido y más intrigante, por qué aún lo mantenía con vida.

El pez estaba en una cubeta con agua donde apenas se podía mover, se sentía claustrofóbico y desesperado por huir de ahí, pero sabía que era más fácil morir si lo intentaba, así que esperó a que el pescador decidiera su destino.

El pescador veía al pez en la cubeta, haciendo los mismos movimientos una y otra vez hasta que se cansó. Entonces, el pescador comenzó a hablarle:

- Tu también debes sentirte solo - le dijo - Ya ha pasado un tiempo desde que comenzó este... apocalipsis, y la comida de las tiendas y casas de este extraño pueblo en medio del bosque, ya se acabó o caducó al punto de ser peor comerla que no hacerlo. Tu eres la única comida que me queda sin tener que adentrarme a los peligros del bosque...

El pez se movió en un leve zigzageo, como si estuviera respondiendo a las palabras del pescador.

-Pero - continuó - también eres la única compañía que me queda.

Ante estas palabras, el pez se movió por toda la cubeta y por un momento, pareció que le estaba mostrando una sonrisa al pescador.

Ese sentimiento de soledad estando en el único lugar que conoces, sin saber qué más hacer para sobrevivir; el pez lo entendía mejor que nadie y esperaba que el pescador supiera que estaba dispuesto a ayudarlo, si hacía lo mismo por él.

El deseo del pez era ver por primera vez lo que estaba arriba de la montaña, y a cambio podría ser la compañía que el pescador necesitaba hasta que decidiera comerlo, además, no mostraría resistencia cuando llegara la hora de ser cocinado. Pero cómo podía decírselo, no había forma en la que el pescador pudiera entenderlo.

Fin de la parte 1

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Si quieres saber más sobre esta historia, puedes leer la parte 2.

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