𝐒 | ❝ déjame ir ,Peter, estaremos bien❞
susurró ella con un hilo de voz,
y soltó su mano.
Donde el amor de Amy y Peter era tan poderoso, que incluso la estrella más fuerte del universo podría ser vencida por ellos. Un impe...
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Una habitación vacía, fue lo primero que la familia Pevensie presenció antes de mirar cómo Peter terminaba de tomar todas sus maletas con ayuda de Edmund.
Minutos después, su hermano lo acompañaría al aeropuerto.
Comenzó a despedirse de cada miembro: de Susan, Lucy, su abuela, Hellen y su padre.
Aquella no era una despedida a su familia como tal, pues semanas después los vería en la boda, era más una despedida para él mismo... como dejar atrás una etapa que jamás volvería a ocurrir. Decirle adiós a las escondidillas con Lucy y hablar sobre Narnia, ya no oír la radio junto a Susan y burlarse de lo que escuchaban, no hablar más con su abuela sobre amor, ni aprender a cocinar con su madre, o salir a dar una vuelta en auto con su padre. Y, a pesar de sus malentendidos con Edmund, también se habrían acabado sus partidos de soccer improvisados en el patio de la casa, o las salidas por un helado con sus hermanas, o la creación de planes maestros (como ellos llamaban a los planes que Edmund le ayudaba a crear a Peter para sus citas con Amy).
Ya no más. Ahora todo habría acabado... Los últimos días fueron como si Peter hubiese perdido su chispa, no sonreía como antes, tal vez había dejado de ser feliz. Y tiene sentido, le arrebataron lo único a lo que pudo haberle llamado felicidad. El hermoso brillo en sus azulados ojos se apagó, ahora no era más que una estrella perdida.
Porque, cariño, nadie dijo que duraría para siempre.
Como parte de la clase media, sólo haces lo que dicen tus superiores, por miedo a naufragar en medio de un inmenso océano con miles de sueños y corazones rotos por doquier.
Encuentra una pareja.
Estudia la universidad.
Cásate.
Forma una familia.
No te olvides de tener éxito con un buen trabajo.
El mismo patrón una y otra vez.
Los chicos Pevensie salieron de la casa, subieron las maletas al auto y Peter se despidió por última vez.
—Ed, necesito pasar a un lugar antes de ir al aeropuerto— habló el rubio desde el asiento de copiloto.
Tres toques en la puerta fueron suficientes para que alguien abriera.
