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02 | Salvavidas

Mantuve un semblante sin ninguna emoción, pero antes de llegar la risa se quiso salir y rápidamente me la tragué.

—Tenga su majestad, ¿necesita un masaje o algo que desee? —inquirí haciéndole reverencia.

Cruzo los brazos, mirándome.

—No, tales tratos viniendo de ti solo implica maldad, pero puedes pasarme la laptop Jakayla. —demandó, y de inmediato agito la mano, divertido.

—Como usted deseé —conteste y me incliné con una sonrisa falsa. Como pidió, fui por el control sin protestar.

—¡¿Qué carajos tiene esta agua Jakayla?! —declaro fuerte, que enseguida voto el vaso.

Están ingenuo que pensó que no le iba a poner algo después de haberme hablado de esa manera.

«Bobo»

—¿Qué paso con el agua su majestad? —hable, preocupada. Claramente es mentira— Tiene algún inconveniente con la acción de esta humilde persona. ¿Y si desea puedo ir por más?

Le entregué lo pedido con la cabeza agachada, aun en mi papel.

—No te hagas la tonta Jakayla —expreso y se tomó un tiempo para toser—. Le pusiste azúcar y también sal al agua, ¿quieres que me muera de diabetes intoxicado? Al menos le podrías poner otra cosa tonta. —Y como no le conteste, dejo el control a un lado. Se levantó un poco y nuevamente pude percibir su presencia cerca.

Sonrió.

—¿Eh?

De un tirón fuerte, me lanzo a la cama, cayendo como un saco de papa.

—¿¡Por qué eres tan estúpido al tirarme de esa forma?!, ¡se un poco más delicado! —exclame— ¡casi se me sale el hueso por caer tan mal! —De inmediato me pase la mano en el cuello, apaciguando otro dolor más.

«Mierda, traqueo feo»

—Ya, ya, sana, sana, colita de rana —aseguro y coloco su mano en mi cabeza, dándome el masaje por la canción. No le di la gracia a lo que hizo, lo aparte de un manotazo.

—Como sea Ian, tengo que ir a trabajar. —explique, seria.

—¿Ahora? —Soltó y la voz sonó un tanto triste.

—Sí, ahora.

Me tuve que removerme tal cual, a un gusano, librándome de él. Sin embargo, a su paso, arrastre las sábanas.

«¿Qué más puede salir mal?»

Me agaché y las recogí. Pero, se escuchó. El par de zapatos se deslizaron de su rostro hasta la cama. No me di cuenta, solo la tiré en su dirección.

Tan rápido, desparecí de su vista.

Patitas para que ten tengo. Salí corriendo como caballo desbocado. El corazón inicio a acelerarse.

«¿Qué me va hacer?»

—¡Ven acá estúpida! —Afirmó y sus pasos se oyen con claridad—, ¡no te vas a librar de mi tan fácil!

Viene detrás, pero como tengo ventaja al salir primero. Aparté todo lo que se interponía en mi camino. Salte el sofá en un brinco impresionante que hasta yo misma me sorprendí al hacerlo en un arrebato desesperado.

Wow. El ser humano al estar arrinconado hace cosas que nunca se les pasaría por la mente.

«¡Muy increíble!»

De igual forma, no todos pueden tener la misma suerte. Este humano por nombre Ian, quiso realizarlo, pero como mierda cayó al piso. Llevándose un golpe fuerte.