(23—12) – Un día para Nochebuena.
Vale, estaba delante de la casa de mi ex. Sola.
Sí es que a tozuda no te gana nadie hija.
Habían intentado convencerme para que no viniera, sí; les había hecho caso, no.
Realmente el más afectado era Peter, o al menos lo sería cuando se despertase, anoche después de hablar con mi sobrina subí a la habitación donde me lo encontré esperándome despierto, estuvimos hablando y se ofreció a acompañarme hoy, el caso es que ese era el plan inicial, pero se me echaba la mañana encima, él estaba durmiendo y no podía posponer más cosas
Si os preguntáis que era eso tan importante que tenía que hacer, fácil el próximo día era Nochebuena, por ende, tenía que ir a comprar todo lo que me hacía falta, además de los regalos de mi familia y claro está, de Peter.
Aún no sé qué iba a regalarles, y es que son tan impredecibles que no me lo ponen nada fácil: un año quieren una cosa y al siguiente otra, a mi sobrina por ahora le voy a librar de un novio pelmazo, eso cuenta como regalo, ¿no?
No.
Mi conciencia como siempre muy positiva.
Me deleité en mis pensamientos unos segundos más hasta percatarme de que un hombre desde la casa de al lado me vigilaba mientras cortaba el césped.
Esa fue la señal que me hizo reaccionar y darme cuenta de que como siguiera más rato de pie plantón, alguno de sus vecinos llamaría a la policía y con razón, llevaba ahí más de media hora debatiendo entre llamar a la puerta o irme a comprar los regalos.
¿Y vas a hacer...?
Lo primero, obviamente.
Me acerqué a la puerta y toqué varias veces al timbre, al cabo de unos segundos escuché un "Voy yo". Era la voz de Cristian.
Oh, oh.
No puedo negaros de que estuve muy tentada de salir corriendo, pero no lo hice, ya no por mi persona, si me iba quién iba a ayudar a Dalia.
Mi hermana no desde luego, esa no se enteraba ni del clima y me sorprendería enormemente si me dijera alguna vez que se había sentado con mi sobrina a hablar de algo.
Sospecho que ni esas charlas que les dan los padres a los hijos a una cierta edad le ha dado.
Ya me tocará a mí, como siempre.
Respiré muy hondo cuando escuché la llave girar y al instante apareció Cristian, mi expareja.
No puedo negaros que era guapo, porque lo era, era bastante más alto que yo, pelo rubio enmarañado, ojos grises, pecas dispersas y un pendiente en la oreja derecha, que le hacía ver mucho mejor.
Pero en lo que respecta al carácter, no tenía muchas diferencias si lo comparas con un excremento.
— Leah, ¿Qué— qué haces tú aquí?
— Buenos días Cristian — dije lo más resuelta que pude sonar intentando esconder mis nervios —. ¿Puedo pasar?
Me repasó con la mirada y me sonrió con cautela.
— Sí claro adelante, tú siempre eres bienvenida — me dijo invitándome dentro.
Si supieras tú.
— ¿Qué te trae por aquí?
— Vengo a — me interrumpió.
— ¿Quieres algo?
— No gracias. Tengo prisa Cristian ¿sabes dónde está tú hermano?
— Mi hermano. No que va.
— No me mientas Cristian.
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Soltera, ¿un año más?
Roman pour Adolescents#BiologíaNosotros (1 parte) Leah es una autora fracasada que año tras año debe soportar la carga social de ser la única soltera de su familia durante las fiestas. Sin añadir el hecho de que no consigue publicar una historia decente que le haga logra...