7. Ande, ande, ande, la marimorena...

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(24—12) – Nochebuena.

¿Qué es el amor y el querer?

No lo suelo tener del todo claro, pero me hago una idea que espero sea bastante acertada.

De pequeños nos decían que querer a una persona era mostrarle amor cada día, darle afecto, y que podíamos querer a muchas personas: a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestra familia, a nuestros amigos... Y que, si así sucedía, de mayores podríamos querer a otras personas ajenas a nuestro círculo.

Pero hay que tener cuidado con estos conceptos porque, nosotros normalmente asociamos al amor con las parejas y los romances, pero si le decimos a un niño pequeño que muestre amor a su familia, no estaremos pensando en el mismo amor ¿verdad?

Por ello hay que tener claro que hay muchos tipos de amores, no todos necesariamente románticos, por lo que el querer a una persona dependiendo de qué tipo de amor sea afectará más o menos. Ejemplo, yo quiero a mis padres, pero no siento atracción como si estuviera enamorada, por lo que la forma de quererlos es diferente a como sería con mi pareja, o mis amigos.

Pese a todo esto yo siempre he relacionado el amor, cualquier tipo de amor, con una pequeña semilla que dos personas plantan juntas: si ambas trabajan para que germine llegará un día que encuentren un hermoso y duradero árbol de hoja caduca, porque sí, aunque no lo parezca hay tiempo para todo y si la relación es fuerte pese a que las hojas caigan conseguirán salir hojas nuevas. Aunque, si solo uno cuida del árbol y el otro lo descuida, tardará en germinar o incluso es posible que nunca lo haga y termine pudriéndose.

(***)

Revisé mi teléfono.

24—12 10:00

Acababa de llegar al centro de la ciudad en busca de algunos regalos que me faltaban, ya había ido al supermercado a comprar lo que faltaba para la cena de esta noche.

Porque siéndonos sinceros, si no se compra todo a última hora no hay tradición en España.

Obviamente todo ideado por mis padres, pues si de mí dependiera las gambas estaban compradas desde Todos los Santos.

— Buenas tardes — saludé al entrar a la pescadería.

Una mujer mayor con el pelo canoso recogido en un moño me echó una mirada desaprobadora mientras señalaba con el cuchillo la maquinita de los números.

Sí señora, ya sé que tengo que coger número.

Cada día está más molesto el personal.

Cuando llegó mi turno me acerqué hacia una muchacha alta y regordeta que estaba en la otra punta de la pescadería.

— Buenos días señorita, ¿Qué le pongo?

— Mi madre ha encargado una caja de gambas y langostinos, están a nombre de Leah Santos, ¿la tiene por ahí?

La muchacha asintió y entró dentro del cuartillo donde supongo que tendría los congelados, yo mientras me entretuve revisando las historias de Instagram.

— Aquí la tiene señorita — dijo tendiéndome una caja de corcho enorme.

— Eh muchas gracias — la cogí con dificultad y la apoyé un momento en el suelo —. ¿Cuánto le debo?

Pagué y me encaminé hacia la panadería, veinte minutos después estaba aún cargada con la enorme caja de marisco, tres bolsas con pan y con cincuenta euros menos del monedero.

Y aún sin saber que regalos iba a hacer.

Bueno dentro de lo malo aún eran las doce, tenía toda la mañana.

Soltera, ¿un año más?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora