Me quedé bloqueada al ver una carta sellada en el buzón esa mañana, la cogí y entré en la cocina dispuesta a hacerme una tila y abrirla.
Aunque había llegado el momento, y tenía en mis manos la carta que pese a que deseaba recibirla desde hacía meses en ese momento me hacía debatirme entre quemarla o no, una fuerza como la que aleja a los polos iguales en los imanes me hizo dejarla como si quemara en placa de la cocina.
— La carta de admisión ¿no? — dijo mi madre desde la mesa de la cocina.
— Sí — contesté sin ganas —. Mamá qué voy a hacer.
— Abrirla, lo primero.
— Muy graciosa.
— ¿No la esperabas desde hace tiempo?, ya la tienes, ábrela — dijo entusiasmada.
Suspiré y me aseguré de que nadie bajaba por las escaleras antes de coger y abrir la carta.
Y cuando lo hice flipé.
— Aceptada — dije en un susurro.
Mi madre se precipitó desde la mesa y comenzó a llorar.
— Oh Leah, mi pequeña ¡eso es fantástico! — comenzó a decir mientras se limpiaba los ojos con la bata de dormir —. ¡Mi niñita vuelve a casa! Y por cuatro años, espera que lo sepa tu padre.
Le chisté de una forma no muy silenciosa y ella rodó los ojos.
— No voy a matricularme.
Mi madre juntó las cejas y ensombreció el rostro.
— ¿Qué no vas a qué?
— A matricularme mamá, ¿acaso me escuchas?
— Cuando dices estupideces no — me espetó y cogió una silla para sentarse a mi lado —. Leah, llevas soñando con esto años y años.
Escondí mi rostro, pero estaba casi segura de que mi madre me vio llorar cuando pronunció esas palabras.
Me sorbí la nariz y guardé la carta en mi bolsillo, hoy no iba a preocuparme por eso, además, tenía tiempo para pensarlo.
Mi madre hizo el favor de comentar nada, y menos mal porque Peter bajó a los minutos.
— Buenos días familia — saludó Peter mientras bajaba por la escalera —. ¿Cómo has dormido amor?
— Bien — le contesté y le besé la nariz.
— Oh, que belleza el amor joven, ¿verdad Bea? — dijo mi madre cuando llegó mi hermana.
— Sí, hermoso — admitió ella y cambió su rostro a uno más serio —. ¡Niños a desayunar!
Nos sentamos todos a la mesa y empezamos a desayunar café con tostadas que habíamos preparado.
— Bueno, os tenemos una buena noticia ¿verdad Leah? — comentó mi madre ilusionada.
Qué, oh no.
Que te descubre el pastel, boba.
Tosí fingiendo que me atragantaba, pero claro mi madre tenía otros planes.
— Sí, ha llegado una carta de...
— De una amiga de la infancia — mentí —. Se ha enterado que estaba aquí y me ha invitado a mí y cinco personas más al cine.
Vaya excusa de mierda.
— Ajá — comentó mi hermana mientras saboreaba su café —. No me lo creo.
Yo tampoco y soy su conciencia.
— Vale... No era eso — admití y vi brillar los ojos de mi madre —. Es una felicitación por las fiestas de mi ex.
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Soltera, ¿un año más?
Ficção Adolescente#BiologíaNosotros (1 parte) Leah es una autora fracasada que año tras año debe soportar la carga social de ser la única soltera de su familia durante las fiestas. Sin añadir el hecho de que no consigue publicar una historia decente que le haga logra...