EXTRA 1: Decisiones.

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SUSAN

Cada día entiendo menos a los tíos, es que no me entra en la cabeza como un chaval como Peter ha sido capaz de dejar escapar al pivonazo que es Leah, no es por dejar en mal lugar — hablando de belleza— al muchacho, realmente es guapo y hay que reconocerlo, pero digamos que a mí me gustan con más tetas y voz más dulce.

Y si son rubias ni nos fijamos en eso.

Vale, que me pierdo, el caso es que desde que Leah llegó parece un muerto paseando por el apartamento y desde que envió el borrador de su libro — aunque fue prácticamente a la fuerza — no para de lamentarse y pasear sin rumbo, y además para colmo los de la editorial aún no la han contestado, y mira que ha pasado cuatro meses. Sí, estamos en mayo.

Recojo todo lo que hay en la mesa antes de servirme un café en la taza que Helena dejó antes de irse. Es una larga historia.

Y muy deprimente, además.

El caso es que aún no ha venido a llevársela así que técnicamente es mía. Lo dicho, recojo todo y me sirvo el café mientras que recorro con la mirada el salón, pese a que haga todo lo posible por tenerlo todo limpio, Leah es la que tiene complejo de robot limpiador, no yo.

—Buenos días Susan — me dice al compás que se sirve una taza del café que hace dos minutos me había preparado —. ¿Qué tal?

— Creo que la pregunta la debería hacer yo — vacilo mientras le doy un sorbo al café.

— He estado mejor — susurra con melancolía antes de dejar la taza en el fregadero y volver a meterse en la habitación.

Durante estos últimos meses su rutina no ha variado en absoluto, se levanta taciturna, se sirve un café y vuelve a su cueva hasta que sale a comer, merendar o cenar, finalmente se acuesta y hasta el día siguiente.

Me deprime verla así, pero lo que más me jode es que esté así por un tío, que un graciosillo la haya seducido y le haya quitado el brillo para irse con otra.

Realmente no me ha contado aún que pasó, pero tampoco quiero forzarla a que lo haga, lo único que quiero es que tenga claro que siempre estaré para ella.

Y respecto a él, espero que por su bien tenga complejo de Flash porque como le vea le falta España para correr.

—¡Bajo a por el correo!

Escucho un gruñido acompañado de una especie de intento de llanto de su parte, cojo mi abrigo y bajo, después de este comienzo de mañana creo que mejor ir a tomar algo a algún lugar antes de hacer frente a dos horas de lamentos de su parte.

Llego al portal y me encuentro con nuestro nuevo portero – que ni su nombre sé – pero como de costumbre le saludo con una leve inclinación de cabeza la cual responde – como de costumbre – para dar comienzo a su charla sobre su familia y otros rollos que no me importan en absoluto.

— Buenos días... Susana, ¿verdad?

— Sí, buenos días Hugo — saludo después de fijarme en su chaqueta con el nombre bordado —. ¿Ha llegado el correo?

— Pues de hecho sí, hace cosa de diez minutos, ¡Ah! Y traían bastantes cartas para vosotras.

Levanto la vista del móvil extrañada. Qué raro, aún no toca que lleguen las facturas.

—Serán los de Iberdrola — digo más para mí que para él.

— No, vienen del extranjero.

Por un momento se me ha helado la sangre y seguramente se me ha transfigurado la cara porque Hugo se ha acercado hacia mí bastante preocupado.

Soltera, ¿un año más?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora