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La confiada determinación de Hermione la abandonó en cuanto bajó por Spinnerbottom. Empezó a temblar y se abrochó la rebeca con fuerza mientras doblaba lentamente la esquina y entraba en Spinner's End. Se quedó mirando la hilera de casas y le entró el pánico al darse cuenta de que no sabía cuál era la suya. Cerró los ojos con fuerza y se acordó de la fotografía de Bertram Mellor, con la cara triste de Severus asomando por la mugrienta ventana que tenía detrás. Se quedó mirando la fachada de las casas, bañada por el resplandor anaranjado de las farolas, hasta que lo vio. Su corazón dio un pequeño respingo. Sentía que estaba invadiendo un poco su territorio, pero necesitaba saber qué estaba pasando. A fin de cuentas, con o sin relación, Hermione seguía queriendo a Severus en su vida.

Caminó lentamente hacia la puerta y sintió el crepitar de la magia al entrar en el límite de sus guardas. Era poderoso, pero supuso que tenía que ser durante la guerra. Las viejas costumbres deben morir con fuerza. Se detuvo antes de llamar porque estaba segura de que él ya se daría cuenta de su presencia en la puerta. El tipo de protección que utilizaba le daría un aviso previo y la posibilidad de escapar. Golpeó ligeramente la pintura descolorida.

Hermione se preguntaba si él ya había usado su Floo para huir de ella cuando oyó que el pestillo de la puerta hacía clic. Severus abrió la puerta con tanta rapidez que ella apenas tuvo tiempo de recuperar el aliento antes de que la agarrara por el brazo y la arrastrara al interior de la casa con fuerza. Dio un portazo tan fuerte que hizo reverberar la casa con su ruido.

"¿Qué demonios te pasa?" Hermione se volvió hacia él, frotándose el brazo donde la había agarrado.

"¿Por qué estás aquí?" Severus cruzó los brazos sobre el pecho y la miró con frialdad.

Hermione retrocedió un paso, mordiéndose el labio para no volver a llorar delante de él.

"No has venido esta noche. Estaba preocupada" dijo en voz baja, mirándolo con recelo.

Severus resopló y se paseó por la habitación, apoyándose en la chimenea y mirando las brasas de su fuego. Estaba confundido por su presencia, no sólo en su casa, sino porque había pensado que se había ido para siempre y ahora, de repente, estaba aquí, acusándolo y reclamando su preocupación.

Su ira encontró una salida, y se volvió hacia ella, con el rostro contorsionado en un feo gruñido.

"Creo que te preocupa que te descubran", dijo.

"¿Descubran?", le preguntó Hermione, desconcertada. "¿De qué demonios estás hablando, Severus?"

"No digas mi nombre" murmuró lentamente, con los ojos entrecerrados. Se acercó a ella lentamente, clavándole la mirada, y una oleada tras otra de ira, mezclada con su magia, la abrumaba.

Los pies de Hermione se sintieron como si hubiesen echado raíces en su raída alfombra, y cuando levantó la vista para mirarle a la cara, le recordó forzosamente al Severus de su sueño, frío e insensible, diciéndole que no la necesitaba. Su rostro palideció.

"Por favor, dime qué pasa, Severus" susurró ella.

Los ojos de él se endurecieron mientras la miraba fijamente y bajó la cabeza hasta su oído.

"Sé que te has ido, bruja" susurró.

Hermione se estremeció ante la malicia de su voz, pero sintió que el alivio la invadía. Las flores decapitadas y su ausencia esta noche, todo tenía sentido, y sintió una enorme oleada de afecto por él.

No le había dicho que iba a ir al Callejón Diagon, y qué propio sería de él hacer suposiciones. Qué desamparado se debía sentir, después de todos sus ruegos y súplicas, al pensar que lo había abandonado.

𝐶𝑎𝑏𝑎𝑛̃𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑙𝑖𝑛𝑎 (𝑆𝑒𝑣𝑚𝑖𝑜𝑛𝑒)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora