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Takemichi se levantó mucho más temprano de lo usual. Incluso llegó a ver cómo las nubes bloqueaban la vista del amanecer y bostezó, agotado tanto física como mentalmente. Miró a un lado, observando a Mikey y los chupetones y mordidas en la zona del cuello y pecho. Lucía tan tranquilo, con la respiración pausada que Takemichi sintió que no sería justo despertarlo.

Salió con cuidado de la cama, tomando otra manta y cubriendo un poco más al Omega, sonriendo por ello. Tan solo dio un paso cuando estuvo a punto de caer. Le frunció el ceño a las prendas de ropa de ayer, que estaban tiradas por el piso.

Intentó ordenar un poco y buscó algo para ponerse. Se dio un baño, se cambió de ropa y escribió una nota, pegándola en la nevera, esperando que el chico siguiera ahí cuando regrese.

"Voy a la tienda por el desayuno y luego al trabajo.
Hanagaki Takemichi."

Sonaba muy frío e incluso le dieron escalofríos. No quería hacerlo enojar.

No se le ocurría una mejor idea de decirle lo que haría, así que lo dejó así. Llevó su billetera, abrigo y llaves, bajando las escaleras del edificio hasta la tienda más cercana. No estaba muy lejos y no tardó demasiado. Antes de darse cuenta, ya estaba de regreso a su apartamento, tarareando una canción mientras guardaba su billetera en el bolsillo.

Lo que no estaba es que, cuando divisó la figura de su edificio, alguien lo tomara por el hombro y tirara de él hacia atrás, empujándolo sobre una pequeña torre de cajas de madera y cartón. Jadeó por el impacto, cayendo de rodillas en el piso.

Una patada en su abdomen le quitó el aliento, obligándolo a ponerse en posición fetal. Los golpes continuaron en sus brazos y piernas y las risas se volvían cada vez más fuertes mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

No estaba asustado, pero sí aturdido.

La situación se había repetido en un par de meses en el año y por unos días, gracias a Mikey, se había olvidado de esta rutina. El recordatorio llegó con un sabor a sangre en su boca.

—Si es nuestro pequeño cliente habitual —se burló uno de ellos, agachándose para tomar el cabello negro del Beta y levantarlo. Takemichi gruñó de dolor, frunciéndole el ceño—. ¿Pensaste que nos olvidaríamos de ti? —preguntó, sacudiendo su cabeza como un juguete, hundiendo sus uñas tan profundamente, que sentía que estaba por darle dolor de cabeza—. Nunca. Eres nuestro juguete favorito, ¿sabes?

Iba a responder, hasta que sintió una respiración sobre su cuello. Su piel se erizó y por instinto, intentó zafarse del agarre del Alfa, lo que provocó que este aumentara su fuerza, sonriendo ante sus intentos.

—¿Qué sucede, Hiko? —le preguntó a alguien (seguramente a la persona que disfrutaba oliendo su cuello)—. ¿Este chico atrapó a alguien interesante? Aunque es una puta, nunca consigue Omegas y si lo hace, son horribles.

—Parece que esta vez lo logró —respondió, alejándose—. Huele a Omega y es delicioso. De buena calidad, eh.

—Oh... —soltó a Takemichi y esperó a que intente levantarse para patearle la cabeza, sonriendo cuando observó unas gotas de sangre caer en el suelo—. Esto será divertido.

No.

Takemichi se perdió el momento exacto donde alguien tomaba por los cabellos a esos tipos y los lanzaba lejos, enfrentándose a ellos. Se percató de lo que sucedía cuando fue a recoger la bolsa con comida, que se había quedado al fondo del callejón.

—¿Estás bien?

El Beta levantó la mirada y se quedó quieto, paralizado por la vista de quien tenía al frente.

Nameless [Omegaverse | TakeMikey/MiTake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora