Capítulo 1

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«Los monstruos son reales, los fantamas son reales tambien, viven en  nosotros y a veces, ellos ganan.» -Stephen King.


―Collares, cordones, pulseras, sarcillos, télefono y cualquier otra cosa que tengas en los bolsillos va dentro de la caja―Dijo la enfermera con una sonrisa.

Suspiré por decima vez en el día ¿Esto era realmente necesario? Que tedioso, pero aun así obedecí lo que decía aquella mujer, me quité lo zapatos, los sarcillos, mi collar de cuarzo y  lancé mi télefono a la caja.

Me detuve a mirar con nostalgia mis anillos, eran cinco al final, no sé porqué pero me gustaban mucho, hacía años que había empezado a usarlos y nunca me los había quitado, eran como parte de mi aunque no significaran absolutamente nada.

―¿Señorita Cassie?―me habló la enfermera de nuevo.

No le di mucha importancia y me los quite mirando al frente y cuando pude verlos en caja de plástico la enfermera la apartó de mi vista rapidamente.

―Ya terminamos  con este proceso, puedes despedirte de tus familiares y entrar―Por alguna razón su voz se me había vuelto irritante.

Wow nuevo récord Cassie.

Me gire y vi a mi madre con lágrimas en los ojos, había estado así desde que entramos a la instalación; a su lado mi hermana y mi hermano que tenían la misma expresión que ella, y por último mi padre que aunque no lloraba se notaba a kilómetros que quería hacerlo.

Salimos sentimentales, ¿Eh?

―Cassie― mi madre me tomó de las mejillas para verla a los ojos― cariño esto es solo temporal ¿De acuerdo? saldras de aquí pronto amor.

Observe con detalle sus ojos, marrones igual que los mios, pero la gran diferencia era que a ella todavía le brillaban y a mi ya no.

Quería decirle que si, que saldría de ahí pronto pero, ¿Comó se lo decía a la cara? Si ni siquiera podía llorar no sé porqué ¿Por qué seguirle mintiendo? 

―¿Estas lista para irnos Cassie?― interrumpió una enfermera y fue la excusa perfecta para zafarme del agarre de mamá.

Me di la vuelta y caminé con la enfermera al lado sin la capacidad de verlos por un momento para despedirme, no tuve valor para ver atrás.

―¡Cassie!― escuche el grito de mi madre sollazando atrás, apreté los labios pero no detuve mi andar.

Una vez que cruzamos la puerta, la enfermera me hablo en un tono bajo:

―No debiste ser dura con ellos, no te veran por un largo tiempo y querían despedirse de ti, no todos vienen acá con su familia apoyandolos.

Puede ser  que me haya sobrepasado de frialdad, pero ¿Quién era ella para juzgarme? la miré sin ningún disimulo de arriba abajo, era una mujer ya mayor, seguro estaba en sus cuarenta pero se conservaba muy bien, tenía el cabello rubio recogido en un moño y sus ojos verdes resaltaban  de su tez blanca...parecia una buena mujer.

Me recordé lo que me había dicho la psicóloga:

“Y recuerda Cassie porque tú tengas un mal día, las personas a tu alrededor no deben pagar las consecuencias de tu enojo.”

Ok debía trabajar en ello.

―Es que no me gustan las despedidas― le dije en el tono más amable que pude reunir.

La mujer pareció comprenderlo porque no me habló más en todo lo que quedaba de camino hasta que llegamos a la entrada.

―Ya llegamos.

CassieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora