Capítulo 8

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«Cada cien años se enamoran un ángel y un demonio. Uno sacrifica su paz y el otro renuncia a su odio.»

Todo es tan confuso. ¿Puedo descansar ya?

Siento la música en mis oídos, la siento lejos pero el ritmo es el mismo, deslice y roce, deslice y roce.

No debería estar haciendo esto.

Pero me gusta.

Y lo hago mi vida corre peligro.

―Creo que te lo dejé bien claro la noche anteriorsu voz se tornaba ronca, incluso cuando me reprendíano te quiero aquí Cassie.

Me incorpore del suelo apoyándome de sus rodillas y sentándome en su regazo.

Lo séle susurre al oídopero no puedo evitarlo, si me voy estarías solo con ellos y no me puedo ir sin ti.

Seguí frotándome contra él y me detuvo poniendo sus manos en mi cintura.

Yo sabré como librarme solo, pero tu...me tomo de la barbilla para mirarlo a los ojosno deberías estar aquí.

¿Por qué no debería?

Porque los ángeles no pertenecen al infierno.

Fruncí el ceño.

Yo no soy inocente.

Pero tampoco eres culpable.

Lo mire por un momento, a veces no entendía como esos zafiros guardaran tantos secretos.

Tantos que yo quiero saber.

Tantos que quiero quemarme con ellos.

Suspiré cansada abrazándolo, escondiendo mi cara en su pecho, escuchando como su corazón latía de una forma tranquila.

Aun seguía latiendo y eso importaba mucho.

Quiero que todo acabele dije.

Y acabara pronto pequeño ángeldijo él jugando con mi cabello.te amo.

Nome incorporé para verlo.Desde el cielo...

Hasta el infierno.

Luego de eso me besó.

Abrí los ojos con lentitud y me incorporé del sillón desorientada. Ya estaba acostumbrada al rastro de lágrimas por mis mejillas cuando despertaba. Suspiré resignada ¿Por qué siempre el mismo sueño?

― ¿Cómo te siente Cassie? ―preguntó el Sr. Ripoli que estaba sentado en el otro sillón mirándome.

―Me siento rara.

― ¿Puedes explicarme ese sentimiento?

―Bueno, soñé algo extraño― confesé― siempre lo sueño en realidad. Pero la verdad es muy extraño.

― ¿Quieres contarme más de el?

Asentí.

―Estoy en lugar oscuro con una persona a la cual...

― ¿A la cual qué? ―insistió Ripoli.

Trague con fuerza nerviosa.

―A la cual  estoy bailando encima de él― sentí como el calor subía por mi cuello y se concentraba en mis mejillas.

CassieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora