Capítulo 3

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«Navaja en mano, lágrimas rodando, alma gritando y muñecas llorando.»

Mis manos sudan, mi corazón late rápido, mi boca está seca; a pesar que en cualquier momento mis piernas flaquearan no me detengo. Debo seguir corriendo, debo de respirar.

Miro hacia atrás se que está cerca, siento sus ganas de asesinarme, se que son altas, me odia tanto como yo odio, pero la diferencia radica que es más fuerte que yo.

Siempre lo ha sido.

Me detengo a recuperar aire, el miedo persiste y pánico nunca se irá pero creo haberme perdido esta vez de su presencia.

Hasta que unas finas manos me toman por detrás incapacitándome para escapar, una de sus manos frías llega hasta la parte trasera de mi cuello clavando sus uñas en piel y en voz siniestramente suave susurra:

― Te atrape.

Abrí los ojos y me incorporé rápido del sillón donde me había quedado dormida.

Era una pesadilla. Como todas mis noches.

Pero esta vez no era de noche, mire el reloj colgado en una de las paredes y apenas iban ser las cuatro y media de tarde, me había quedado dormida, esperando en su oficina al señor Nick Ripoli.

Después de que terminara su clase y estaba a punto de salir del aula a mi siguiente actividad, me llamo para pedirme que después que terminara todas mis asignaciones lo esperara en su oficina. Cuando llegue su secretaria me comento que todavía estaba dando clases pero tenía órdenes de dejarme pasar a la oficina de él y esperarlo allí.

Pero ya había pasado casi dos horas ¿Dónde se había metido?

Antes de que pudiera seguir pensando es sonido de la puerta me alertó y me gire rápidamente calmando a ver a la figura del señor Ripoli entrando con una sonrisa en sus labios al verme.

¿Quién rayos se ponía lentes de sol es un lugar techado?

El. Obvio.

Viniste Cassie.

― Usted me pedio que viniera― me encogí de hombros ― y acá estoy. ¿Qué debe hablar conmigo?

― Desde el momento que pusiste un pie en esta institución te he seguido el paso Cassie.

Eso sonó muy pero muy raro.

― ¿Es un viejo pervertido acosador? ― pregunte.

El señor Ripoli carcajeo entre dientes mientras se sentaba detrás de su escritorio para mirarme con detenimiento.

― No Cassie, no soy un pervertido, aunque eres mi tipo no me atrevería a tocarte un cabello con mala intención.

― Dice que soy su tipo pero no me tocaría ¿Por qué no?

― Porque me gustan mayores de veinticinco años en adelante, tú apenas cumpliste los dieciocho.

― ¿Para eso vine hasta acá? ¿Para qué me diga que soy deseable pero intocable para usted?

El señor Ripoli se inclino más sobre su escritorio.

―No Cassie, viniste porque te informo que yo seré tu psiquiatra de ahora en adelante.

Me mordí la mejilla para contener mi risa.

― ¿Eso no es un poco no profesional? Se me insinuó hace pocos minutos y ahora quiere que formemos una relación paciente-doctor ¿Es broma?

― No fue una decisión tomada por mí. Al parecer eres tan importante para ser tratada por uno de los mejores psiquiatras a nivel mundial.

Okey ya había sido suficiente aguatando al sexy psiquiatra, me levante dispuesta a irme y antes de de cerrar la puerta escuché su voz suave hablar de nuevo:

CassieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora