capítulo 10

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Miro por la ventana de mi habitación, el día está despejado, no hay nubes grises y el sol hace que vibre el verde del césped. Aunque sea un bonito día no quiero salir.

Simplemente no se me apetece.

Y eso es mejor para los directivos del instituto psiquiátrico. Desde la amenaza directa, no me es permitido salir sino no es para mis terapias o mis estudios.

Ya ni siquiera estoy con Laura.

Ese mismo día que pasaron los acontecimientos fui transferida al departamento de máxima seguridad, donde se encuentra la oficina del director.

Donde se encuentras los peores psicópatas del mundo.

Constantemente se escuchan risas, gritos y llanto, quisiera no escucharlos pero... a veces, hago lo mismo que ellos.

No puedo evitar sentirme ahogada todo el momento donde siento que no puedo con esto, la ansiedad me carcome y mi sombra se burla de lo cobarde que soy.

Eres patética Cassie.

Suspiro extrañando a Laura, podía ser chillona pero cuando le pedía silencio ella amablemente se callaba, la pasábamos bien con nuestro silencio cómodo, en cambio esto...Aquí el silencio hace demasiado ruido.

No me gusta. La necesito.

Necesitas tranquilizarte.

Me levanto de la cama de golpe por la punzada en mi espalda, el corazón empieza a bombear muy rápido, camino de un lado a otro, las manos me sudan y siento que no respiro bien.

Tranquila Cassie.

No puedo.

Camino inhalando lo más que puedo pero es una pérdida de tiempo ya que sigo sin poder respirar bien, la situación me agobia y no sé qué hacer, las lágrimas se precipitan por mis mejillas.

No puedo contenerme, necesito salir de aquí.

Me dirijo hacia la puerta, cuando intento abrirla está trancada.

Tiene seguro por fuera Cassie.

Sigo empujando con la fuerza que me queda, miro por la ventanilla y veo a una interna caminando por el pasillo.

― ¡Hey! ― grito ― ¡Ayúdame!

La interna se gira inmediatamente pero cuando me ve rueda los ojos.

― Cassie mantente calmada, ya no puedes salir.

― ¡No estás entendiendo! N-no... me siento bien.

― Cassie deja las manipulaciones, con eso no te voy a dejar salir.

Se gira y gira hacia el otro pasillo perdiéndose.

¡Maldición!

Mi respiración es errática, ¿Qué me pasa?

Vuelvo hacia la ventana, veo hacia todos lados desesperada cuando noto el cabello azabache de Christian y el cabello medio blanco del señor Ripoli.

Mis ventanas están selladas por seguridad, lo único que puedo hacer es golpearla con violencia.

Es mi única opción.

― ¡Hey Christian! ― grito golpeando mi puño contra el vidrio. ― ¡Christian!

No sé cuantas veces he golpeado y gritado su nombre, de un momento a otro el vidrio se astilla.

Un golpe certero con mis dos puños y la ventana se desvanece en una lluvia de cristales rotos.

Automáticamente los dos hombres se giran por el ruido de la ventana, Christian abre los ojos cuando lo veo entre lágrimas.

CassieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora