Capítulo 2

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«Los amores juveniles son fuego y ceniza, amor y odio, todo o nada.»

Cuando desperté los  rayos del sol se filtraban  por mi ventana odiosamente pegando en mi cara, no pude hacer mas nada que levantarme de la cama e ir al baño a darme una ducha. Apenas me incorpore de la cama mi visión  se volvió borrosa e inestable, mis ganas de vomitar eran más fuerte que nunca y un  dolor de cabeza inesperado empezó a acosar a mi cabeza ¿En serio no dormí bien?  ¿Por qué estoy tan fatigada?

A  pasos lentos llegue al baño y como siempre mis ganas de verme al espejo son mínimamente escasas, solo deje caer el agua fría sobre mi cabeza y deje mi mente en blanco.

Cuando termine de arreglarme Salí de la habitación sola, pues desde que me desperté la cama de Laura ya estaba tendida, seguro había salido temprano a hacer sus asignaciones.
Según el horario que me habían dado el día de ayer antes de ingresar, debía ir a la cafetería y después a clases de terapia, pero como no tenia apetito tenía una hora libre.

No tienes nada pendeja, tienes que firmar un maldito papel de asistencia.

Maldición. Ese papel.

Camine los más rápido que pude a la puerta de la cafetería, allí una enfermera me tendió un cuaderno donde tenía que poner mi firma como evidencia de que estuve en ese lugar a tal hora. Firme en el papel y entre.

No puede ser…debe ser una broma.

La cafetería a parte de estar abarrotada por jóvenes era sumamente elegante, como un restaurant del alto prestigio. Las paredes blancas con sutiles diseños dorados en sus esquinas, mesas con finas telas blancas y una recepción de comida bastante amplia.

Que comedor tan pretencioso.

― ¡Cassie!

Me gire en cuanto escuche a Laura llamándome a unas mesas, indicándome con señas que me sentara junto a ella, así que tome una manzana de la recepción y camine hacia donde estaba la morena.

―Hola― dijo sonriéndome― ¿Cómo amaneciste?

Fatal.

Horrible.

Sin  sentido de nada.

Con las únicas ganas de dormir y nunca despertar…

―Bien.

Laura me miro con la cabeza ladeada hacia un lado como si quisiese leerme.

―Okey―asintió―, me alegra ¿Quieres desayunar?

―En realidad no. No soy de apetito, solo vine hacerte compañía.

―Eso es fantástico―dijo mientras tomaba de su jugo de fresas―. Sabes, después de clases quiero presentarte unos amigos.

―Laura…―la mire con un ceño fruncido―no me gusta la compañía.

―Lo sé y lo entiendo, pero solo son tres personitas, nada alarmante ¿Si?

Suspire, no quería conocer a nadie, pero tampoco quería contradecirla.

―Está bien.

Laura imito un sonido como si perro fuera sido pisado y antes de que pudiera abrazarme la fulmine con la mirada.

Seguí callada jugando con mi manzana intacta mientras que Laura comía su desayuno, no sé cuánto tiempo había pasado cuando ya la morena fastidiosa había empezado a sisearme para llamar mi atención.

―Laura solo te lo diré una vez―intervine― si llegas a abrazarme te juro que te pateare el…

―Shhh― me callo― no es eso Cassie, levanta la mirada y mira al frente.

CassieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora