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La ira de los dioses ha recaído sobre ti.

Desde que pusiste en ridículo al Príncipe Oscuro no has hecho nada más que sentir puñaladas en forma de miradas recelosas, risitas a tus espaldas, caídas en mitad del pasillo, perdida de objetos personales, caerte un cubo de agua por encima, derrame de líquidos por accidente sobre esa nueva chaqueta que estabas estrenando...

Por un momento crees estar de regreso a los días de instituto más que haber alcanzado el mundo adulto en la Universidad. Sin embargo, como guerrera que eres, no te dejas amedrentar por nadie. Por mucho que intenten humillarte o dejarte en ridículo o hacerte el vacío tú sigues caminando con la cabeza bien alta. No te arrepientes de haber utilizado unas de tus llaves favoritas de kárate para derribar a ese imbécil. Bien merecido se lo tenía. Desde entonces vuestras miradas no se han vuelto a encontrar. Tampoco ha aparecido en tus sueños, se ve que ha salido con el rabo entre las piernas.

Casi ha pasado un mes desde ese día y las continúas bromas se hacen cada vez más persistentes y peligrosas. El otro día te caíste por las escaleras lastimándote la muñeca, por fortuna, no fue gran cosa pero tuviste que pedirle el favor a unos compañeros de clase que te dejaran fotocopiar los apuntes. Fueron muy amables contigo. Ahora estaba todo más claro. Eran las chicas las que estaban detrás de todo ese infierno infantil. Un infierno al que estabas a punto de ponerle fin cuando te hicieron llamar para hablar contigo en una de las zonas más retiradas del campus para que nadie más os viera.

Acudes a la estúpida reunioncita y tampoco te sorprende encontrarte con un grupo de seis, siete chicas. Todas muy maquilladas, con ropa muy ceñida al cuerpo, largas melenas escaldadas con centímetros y centímetros de laca, y la misma cara de zorras. No, no llevan careta, es su cara.

-Pensaba que la inmadurez se perdía tras terminar el instituto pero veo que en vuestro caso será permanente.- eres la primera en hablar aumentando la rabia que ya sienten por ti - ¿Y bien? ¿A qué viene tan encantador recibimiento?

-Queremos que te disculpes con Dabi.- habla la que se encuentra en el centro del grupo y debe de ser la líder. Una chica pelirroja, vistiendo unos vaqueros tan ceñidos que crees que si se inclina se le rajara por la zona del culo. Ojalá ser testigo de ver eso.

-¡Eso, eso! – animan las otras. Perritos falderos, piensas.

-Y que lo hagas delante de todo el campus.

-No pienso disculparme con ese imbécil.

Te cruzas de brazos.

-Hija de puta, ¡No llames así al príncipe!

Dan un paso hacia ti pero tú te mantienes firme, indiferente. No vas a dejarte ganar por un grupito de niñatas mal criadas que solo buscan que el principito les haga caso de vez en cuando y luego dejarlas tiradas dándoles igual mientras hayan podido tener su polla en sus bocas. Escoria.

-No es ningún príncipe, es más bien un demonio.- vuelves a hablar – Y vosotras deberíais quitaros la venda de los ojos. ¡Es un narcisista y machista! Solo le interesa jugar con las mujeres y utilizarlas como objetos. ¿Por qué no os hacéis valer más?

-Tú no le conoces.

-Y vosotras tampoco.

Las observas irritada. ¿Por qué existen mujeres que se dejarían hacer lo que un hombre quisiera solo por estar enchochadas con éste? ¡Tened un poco de amor propio!

-Discúlpate con Dabi.

-Ya os he dicho que no. Es más, debería ser él el que se disculpase no solo conmigo sino con todas las chicas con las que habrá jugado un rato y luego desechado a la basura.

El Príncipe OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora