Era como volver al pasado. Estar parado frente a ella era como tener 13 años de nuevo. Su corazón palpitó con fuerza. ¿Cómo podía ser posible?
La había pensado todo el día y ahora ella estaba allí, mirándolo fijamente. Aquellos ojos
profundos lo miraban con la misma sorpresa que él sentía. Recordó todo... una y cada una de las tardes que había pasado con ella vinieron a él. Y sintió una presión en medio del pecho. Quiso darse vuelta y salir de allí. No entendía bien por qué. Sacudió un poco la cabeza. Estaba confundido. Tal vez todo era un simple sueño y en cualquier momento iba a despertarse y
ella no iba estar. De alguna manera tenía que comprobar que aquello era real. Dio un paso hacia ella.
Rachel estaba totalmente consternada por la presencia del castaño. Se sentía una niña de nuevo, parada frente a aquel príncipe que ella había querido tanto. Su corazón latía rápido. Nada quedaba del Finn que ella tenía en la mente. Ahora era todo un hombre. Bonito hombre. La garganta
se le secó. Más viendo la manera en la que él la estaba mirando. Aquellos ojos color miel que ella tanto había amado la miraban como si ella fuera un espejismo. Se notaba que estaba confundido.
Finn levantó una mano y sin dudarlo tocó su mejilla. Rachel dejó de respirar al sentir aquella gran mano contra su piel, y pestañeó seguidamente. El aroma masculino entró por la nariz... llenándole el cuerpo de una extraña sensación. Finn olía a hombre, a sol y campo. Aroma suave y delicioso. Se estremeció.
Él frunció el ceño y movió el pulgar contra su suave piel, acariciándola. No se iba, el tacto era muy real. Su piel era sedosa y estaba algo fría, a comparación de su mano.
Rachel no pudo evitarlo y sonrió. Él tenía una mueca muy graciosa, parecía estar pensando demasiado. Su cuerpo tembló cuando él volvió a repetir el movimiento de su pulgar. ¿Cómo podía algo tan insignificante como una caricia hacerla sentir tan... tonta?
¿Cuándo había sido la última vez que un hombre la había acariciado de esa manera tan inocente? Como queriendo conocer, recordar.
Entonces ella también levantó la mano y tocó su rostro. Su palma cosquilleó ante la sensación de la piel masculina, algo rasposa. El chico de ojos miel levantó ambas cejas en un chistoso gesto de asombro.
-Hola, Finn -habló al fin.
Finn estaba anonadado. Se sentía un completo *******. El corazón le latía demasiado rápido para ser normal. Un nudo se le formó en la garganta.
-Hola... -logró decirle.
Rachel sonrió aun más, mostrándole todos sus dientes. Él se sintió contagiado por esa hermosa sonrisa que pensó que había olvidado. Pero ahora que ella volvía a sonreírle de aquella manera... se dio cuenta de que era imposible de olvidar.
-¡Aquí están! -exclamó ella.
Ambos giraron la cabeza para mirarla. Toda la magia se perdió. Se alejaron rápidamente, totalmente avergonzados. Maggi arqueó una ceja, y luego sonrió por lo bajo. Finn la fulminó con la mirada.
-¿Qué se te ofrece, madre? -le preguntó. Ella se aguantó la risa. Ambos estaban rojos como tomates. Como si ella los hubiese encontrado haciendo algo muy malo.
-Solo buscaba a la niña Rachel -le dijo y miró a la morena -Tu padre quiere verte... dice que tiene algo que mostrarte o algo así.
-Oh -musitó ella -Gracias,Maggi.
Miró a Finn. Y le sonrió levemente. Él quiso decirle algo pero las palabras no salieron de su boca. Estaba tan sorprendido de que estuviera allí de nuevo. Jamás pensó que volvería a verla.
-Es un gusto volver a verte, Finn...
-Igualmente, señorita.
Ella apretó los labios y caminó hacia la salida. Se giró a verlo una vez más y sin decir nada desapareció. El castaño se quedó quieto mirando por donde acaba de salir la morena.
-Creo que metí la pata -dijo Maggi divertida.
Finn seguía con la mirada fija en la salida.
-No puedo creer que esté aquí -murmuró.
-Intenté decírtelo un millón de veces -exageró -Pero siempre te ibas corriendo sin terminar de escucharme -él siguió con la mirada fija en aquel lugar. Todavía no lo entendía... ¿Por qué estaba allí de nuevo después de tanto tiempo? -Ya, Finn... quita esa cara de bobo.
-Ay, que graciosa eres, Maggi-dijo con sarcasmo.
Caminó hasta su madre para empujarla levemente y que caminara hacia la casa. Tenía pensado llegar, arreglarse e ir a cenar como su jefe se lo había pedido. Tenía que averiguar por qué ella había decidido volver... y quién demonios era el tal Kurt.
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salvaje (Adaptada)
Romanceuna historia que comenzó con una amistad y termino con algo mas