La cena había sido simplemente la cena más silenciosa de su vida. En sí los únicos que hablaban eran su padre y Finn. Algunas veces Kurt opinaba algo, pero luego se quedaba quieto y le daba pequeños codazos debajo de la mesa para que lo mirara, y de una vez por todas dejara de mirar a Finn. Sacudió un poco la cabeza. ¿Qué era lo que estaba pasando con ella? Siguió ordenando mientras miraba de vez en cuando a su alrededor… Había vivido tantas cosas en aquella habitación. Se la pasaba tardes encerrada jugando con sus muñecas y haciendo tomar el té a Finn. Rió levemente al recordar aquello. Ahora no parecía ser alguien que tomara té. Y por la noche salía a andar a caballo con él. Volvió a sonreír al recordarlo de pequeño. De verdad estaba cambiado. Estaba mucho más… lindo y sexy de lo que ella recordaba. Todo un hombre frente a sus ojos.
Él se sentó lentamente en la cama y la miró fijo, esperando a que le dijera algo. Pero no, ella estaba muy concentrada terminando de guardar lo último de
ropa que había dejado. No, él no era ningún jerk. Sabía perfectamente que algo pasaba entre ella y aquel guapetón de ojos miel.—Ya darling, ¿Vas a decirme por que te perturbó tanto ese bombón campestre? —le preguntó al fin luego de unos cuantos segundos.
Rachel se giró a verlo y reprimió una sonrisa al escuchar como lo había llamado.
—¿Cómo le dijiste? —le preguntó divertida.
—Bombón campestre —dijo él simplemente —¿Por qué lo mirabas tanto?
—Él y yo crecimos juntos aquí, y cuando éramos chicos él era mi único amigo en este lugar. Fue él el que me enseñó a andar a caballo. Me enseñó a subirme a los
árboles y todas esas cosas que se hacen en el campo —le dijo y volvió la vista a su armario.
kurt resopló. Eso no le decía nada. Cualquiera pudo haberle enseñado esas cosas y ni loca ella iba a mirarlo de esa manera.
—¿Solo por eso lo mirabas tanto? Vamos, linda, no soy *******. No solo lo mirabas porque te enseñó a subirte a un caballo.
—Bueno, en realidad no… —concedió ella —Solo está muy cambiado.
—¿Esta hecho un papitaso como de telenovela, verdad? Un estilo ‘pasión de gavilanes’. Es como un Franco Brown, pero con esos ojos y ese melo. —le dijo. Ella estalló en risas. A veces su mejor amigo tenía cada ocurrencia.
—No, no es eso. Solo que me sorprendió lo cambiado que está. Nada más. Hacía diez años que no lo veía…
—¡¿Diez años?! —exclamó exaltado —Con razón te miraba como si fueras una especie de hiper extraña roba campos. Te miraba con desconfianza, sweetheart.
—No creo que sea así. Quizás él también esté sorprendido de verme… Date cuenta que pasaron muchos años —sin darse cuenta sonrió mientras su mirada estaba fija en un punto vacío, como recordando —Además él fue mi primer beso…
Se maldijo internamente luego de soltar aquellas palabras. Cerró los ojos con fuerza. Ya se imaginaba las palabras que seguían… ‘Ajá, ¡te caché, linda!’
—Ajá, ¡te caché, linda! —casi gritó él. Rachel rió por lo bajo. Kurt se puso de pie y comenzó a caminar a su alrededor —O sea… que el bombón campestre fue el primero que besarte.
—Si, eso dije —dijo algo incomoda —Pero teníamos 12 y 13 años…
—¿Cómo fue? —preguntó entusiasmado —Quiero saberlo.
—Kurty, no lo recuerdo —le mintió. Él entrecerró los ojos para mirarla mal.
—A mamá mona con bananas verdes no, chiquita —le aseguró él —Me lo cuentas ahora o se lo voy a preguntar a Magg.
—¡No! —exclamó ella —Eres tan chismoso.
—Lo sé —dijo muy orgulloso de si mismo. Rachel suspiró.
—Bien… fue en las caballerizas. Yo estaba mirando a mi nuevo caballo y él vino a buscarme. Yo le tenía miedo al animal y no me animaba a tocarlo. Él se acerco e hizo que lo tocara. Luego giré para mirarlo y nos besamos. Fue como un impulso.
—Juro que me muero muerto, ese debió ser el beso más romántico de toda la historia de los primeros besos románticos —dijo emocionado.
Ella sonrió levemente.
—Eres un extremista —dijo divertida —Además estoy segura de que ni siquiera se acuerda bien de mí.
—Yo no estaría tan seguro —dijo él alzando un dedo y luego tocando su barbilla en forma pensativa —El bombón campestre parece estar tan
perturbado como tú, por tu presencia… Se le notaba a leguas en la manera que te miraba.
—¿Y cómo me miraba según tú? —quiso saber ella.
—Era extraño —asintió él —A veces su mirada decía: wow, no puedo creer que ella esté aquí. Y en otras decía: ¿Por qué demonios
está aquí? —Rachel lo miró extrañada. Kurt giró y la miró fijo a los ojos —En su mirada había una especie de dolor, sweetness.
Rachel pensó bien aquellas palabras. Y eran ciertas. En algunos momentos Finn la miraba con dolor. Creía saber por qué. Ella misma sentía ese dolor sin sentido a veces. Soltó un suspiro y al fin terminó de arreglar todo.
—Voy a ir a la cocina a buscar un algo de tomar, ¿quieres venir conmigo? —le preguntó a su amigo.Kurt se dejó caer pesadamente en la cama.
—No, Beauty, ve tú solita —le sonrió con los labios sellados —Pero tráeme algo para tomar aquí.
—Está bien —resopló y salió de la habitación.
Sin hacer demasiado ruido bajó y entró a la cocina. Tenía tantos lugares para recorrer al día siguiente, que se sentía realmente emocionada. Pero a decir verdad tenía muchas ganas de encontrar a Finn y sentarse a hablar con él.
Se acercó a la cocina y prendió la hornalla. Si, iba a prepararse un té. La puerta se abrió…
—Mamá…
Él dejó de hablar al encontrarla a ella allí parada. Rachel casi sonrió. Al parecer la suerte estaba de su lado.
—Hola —lo saludó.
—Hola —dijo algo tímido —Lo siento, solo estaba buscando a mi madre.
Dio media vuelta para salir de allí. Rachel caminó hacia él.
—No, espera —le pidió. Finn se detuvo y giró para encontrarla un poco más cerca de él. Su corazón comenzó a palpitar rápido —Tanto tiempo, ¿verdad?
—Si, diez años —asintió —Usted está igual…
‘¿Usted?’ —pensó Rachel.
—En cambio tú has cambiado bastante.
El silencio se hizo algo insoportable entre ellos. Finn se quedó allí parado, observándola todo el tiempo. ¿Qué podían decirse? Eran unos completos extraños ahora.
El agua comenzó a hacer un pequeño burbujeo, avisando que ya estaba hirviendo. Rachel miró sobre su hombro.
—No he vuelto a tomar té después de que usted se fue —dijo él.
Ella volvió a mirarlo. Y sintió un nudo en el estomago.
—¿Quieres uno? —fue lo único que se atrevió a decirle.
—No, muchas gracias, señorita…
—¿Por qué me tratas de usted? No soy una anciana.
—Respeto.
—Bueno, no tienes por qué. Puedes tutearme.
—No creo que sea correcto.
—Oh, Finn —dijo ella divertida y se acercó a buscar una taza —Estamos en el siglo XXI, no creo que sea necesario que me trates de usted.
—Bien, voy a intentarlo.
—Me alegra saberlo —le sonrió.
Él respiró profundamente. Si, iba a preguntárselo.
—¿Por qué no volviste más? —fue al grano sin rodeos.
El aire abandonó a Rachel. En aquella mirada miel había mucho reproche. Y si, tenía derecho a reprocharle. Ella le había prometido que iba a volver. Y no lo hizo. Y el por qué era muy estúpido. Simplemente se había dedicado demasiado a sus estudios y a su nueva vida en la cuidad.
Se llenó de extravagantes lujos, y numerosos amigos. Pero aun así jamás se había sentido tan bien como en el campo… y con él.
—Finn …
Él negó con la cabeza levemente, impidiéndole hablar.
—Ya no importa.
Salió de allí sin darle tiempo a nada. Rachel se quedó quieta mirando como la puerta se mecía levemente de un lado hacia el otro. Él volvió a asomarse. Ella se sobresaltó.
—Mañana la espero en las caballerizas a las 7 en punto. Ni más tarde, ni más temprano.
Se fue de allí de nuevo, dejándola totalmente desconcertada.
ESTÁS LEYENDO
salvaje (Adaptada)
Romanceuna historia que comenzó con una amistad y termino con algo mas