Llegaron al establo y se bajaron de los caballos. Rachel se miró a si misma y se aguantó la risa. Estaba tan embarrada que si Kurt la veía iba a darle un infarto.
—Finn... —lo llamó. Él la miró y a ella le temblaron las piernas.
—¿Qué sucede? —quiso saber.
—¿Qué te parece si bañamos a los caballos? Los pobres quedaron tan sucios y todo por nuestra culpa.
—¿Tú bañar a los caballos? —dijo y comenzó a reír.
Rachel abrió los ojos y la boca de la sorpresa a causa de su risa. Aquella risa viajó a través de ella en forma de escalofrío. Era totalmente injusto que el hombre le provocara tantas cosas. ¿Cómo era posible?
—¿Qué? ¿Acaso no puedo? —le preguntó recuperando sus pensamientos.
—Se te estropearían las uñas —le dijo divertido.
—No me subestimes, Finn. No he perdido la maña de hacer las cosas —le dijo amenazante.
Él sonrió levemente ante su tono de amenaza. No, él no debía subestimarla. Ella no era una mujer a la que podía subestimar. Debía admitir que no era como todas las mujeres refinadas y estiradas de la cuidad.
—Tienes razón, lo siento —se disculpó. Ella se aguantó una sonrisa.
—No sé, no sé si voy a perdonarte. Por mí puedes comerte tus palabras. Y no voy a perdonarte.
—Tú sabes que si lo harás, enana —sonrió Finn —Jamás fuiste muy buena enojándote conmigo. Te durará apenas unos segundos.
—Ya te demostraré que vas a comerte tus palabras.
—Ya lo veremos.
Finn se alejó un poco de ella para buscar las dos mangueras y bañar a los caballos. Se sentía extrañamente feliz. Se sentía emocionado. Estar con Rachel lo hacía olvidarse de todo y de todos. Encontró las cosas y luego le tendió una manguera a Rachel.
—¿Sabes? —comenzó a hablar ella —Vivir en Londres jamás fue tan lindo como vivir aquí.
—Yo jamás me iría de Estados Unidos, ni mucho menos de este campo. Así que te creo cuando dices que jamás fue tan lindo.
Ella rió por lo bajo. Sabía que él le diría algo así. Finn amaba aquel lugar.
Rachel desenroscó la manguera y se acercó a White.
—¿Listo para asearte, bonito? —le preguntó al caballo. White le contestó.
—El que limpia primero al caballo, gana —dijo él.
Ella sonrió y asintió levemente. El juego comenzó. Aquel instinto de competencia estaba dentro de ella de una manera asombrosa. Le gustaba competir con Finn. Era algo total y completamente sano.
Rachel rió divertida cuando White sacudió su cuerpo, provocando que ella se mojara. ¡Hacía cuanto que no hacía nada de esto!
Finn vio como ella iba tomando ventaja en eso. No pensó que sería tan rápida, y de alguna manera quería ganarle. No sabía o entendía bien por qué. Pero tenía que hacerlo.
Así que decidió tomar ventaja. Sin que Rachel se diera cuenta, él quitó la manguera del caballo y la apuntó.
Rachel pegó un pequeño grito al sentir la fría agua sobre ella.
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salvaje (Adaptada)
Romanceuna historia que comenzó con una amistad y termino con algo mas