Finn suspiró y se sentó lentamente en su cama. Levantó la mirada para observarla. Ella tenía cara de enojada, preocupada, enojada de nuevo. Era hora de que él le aclarara un poco la situación en la que se encontraba su corazón en ese momento. No quería seguir mintiéndole y mucho menos hacerla sufrir.
—¿Quieres sentarte? —le dijo. Quinn, se sentó frente a él sin decir nada —¿Por qué entraste así a la habitación de la señorita Rachel?
—¿Ahora es señorita Rachel? —le preguntó ella —Creo que no tienes derecho en recriminarme nada, Finn. Yo soy la ofendida aquí... ¿Qué diablos hacías en su cuarto?
—Ella solo me estaba cuidando...
—Para eso estoy yo, Finn.
—¿Y dónde estabas entonces? —quiso saber.
—Tu madre me echó como un perro anoche...
—¿Qué? —preguntó sin poder creerlo.
—Si, no sé que le sucede. Pero desde que esa estirada está aquí tu madre ya no es la misma. Antes por lo menos me trataba bien.
—Creo que estás exagerando, Quinn.
—No son exageraciones, Finn —aseguró —Todo ha cambiado desde que ella está aquí. Y no me gusta la manera en la que te mira...
—Quinn, voy a ser franco contigo —le dijo. Ella se tensó —Estoy confundido. Y necesito que nos tomemos un tiempo.
—¿Un tiempo? —inquirió ella.
—Sé que está pasando de la nada, Quinn —asintió él —Pero no quiero seguir mintiéndote.
—No quiero escucharte —dijo ella y se puso de pie —Debes estar solo asombrado por ella, nada más. ¿Acaso crees que la hija de un importante empresario se fijaría en un simple peón como tú? Eso solo pasa en las novelas, Finn...
—No se trata de eso, Quinn —dijo él sin mirarla.
Sabía que él no tenía muchas cosas para ofrecerle a Rachel. Sabía que no era su mejor opción. Pero no podía simplemente ignorar a su corazón.
—¿Entonces que es? —quiso saber ella. Él no le contesto —Mi amor, voy a irme a casa y mañana volveré para que veas que solo estás... cometiendo un error.
—Pero...
Ella se acercó a él y lo besó en los labios, impidiéndole hablar. Se alejó de él y salió de la habitación. Finn suspiró y se dejó caer en la cama, su mirada quedó clavada en el techo. Aquello no podía ser peor. No podía.
Tal vez Quinn tenía razón y aquello que le estaba sucediendo era algo completamente pasajero. Solo una ilusión. Pero entonces recordó la sensación de ella arrodillada frente a él, le había traído el desayuno y lo había estado cuidando. Aun no tenía del todo claro como era que fue a parar a su cuarto. Pero la sensación de saber que ella había estado con él toda la noche le llenó el corazón.
Volvió a suspirar y sonrió. Ojala todo fuera más fácil. Ojala solo pudiera decirle todo lo que le pasaba y lo que ella le hacía sentir. Si eso pasaba todo iba a ser mucho más fácil. Pero por ahora no podía...
Cuatro días pasaron rápidamente y la mejoría de Finn era cada vez más notoria. Lo que también era notorio era el cambio de Rachel. Si, era como siempre. Pero Finn intuía que había algo más. Ella simplemente estaba bastante rara y él no lograba encontrar el motivo. Y lo más extraño de todo era el constante sueño que él tenía. Siempre era el mismo. Él entraba a su cuarto, le decía varias cosas y luego la besaba. Siempre se despertaba a mitad del beso, con el corazón acelerado y algo agitado.
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salvaje (Adaptada)
Romanceuna historia que comenzó con una amistad y termino con algo mas