Capítulo #6: El líder innato

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08 Enero 2070
— Yo creo que los humanos somos malos por naturaleza, solo la misma sociedad los obliga a comportarse decentemente.— Annie se lanza sobre el sillón aburrida.

— Claro que no, Annie, el humano será tan bueno como la sociedad lo permita — Robert agarra el hombro de John y se acerca a él — Pero a la mínima que se vea amenazado, te traicionará para su beneficio... No lo olvides John. No confíes en nadie.

Abre los ojos finalmente, no grita sobresaltado, ni asustado, tampoco intenta moverse a ningún lado, tan sólo despierta, rápidamente debe volver a cerrarlos por el efecto de una cegadora luz en sus ojos, una lámpara de cirugía, terminando de reincorporarse, ve su alrededor y es una pequeña habitación parecida a una de cirugía, a su parecer horrible y sin ventanas. Apenas puede mover su cuerpo, su cara cambia inmediatamente a una de horror cuando ve que en su cuerpo hay una gran cicatriz a lo largo de todo su torso. Su primera idea fue que lo secuestró con un traficante de órganos. ¿Pero por que mi cicatriz es tan grande? ¿Acaso me quitaron los pulmones?, pero si fuese así ya estaría muerto. Entonces, su mente comenzó a recordar. Su padre..., acababa de perderlo todo en un segundo... Ese imbécil ordenó disparar y los putos guardias ni siquiera dudaron en dispararme, ahora la policía debe buscarme como principal sospechoso...

— No puedo creerlo, si despertaste, mierda... ahora perdí una apuesta, tendré que admitir que el idiota de verdad es cirujano... — Una voz interrumpe los pensamientos de John, era un chico no muy alto y de cabello rubio —ah, claro, debes estar muy perdido. Me llamo Albert... Ven, acompáñame afuera.

— ¿Q-qué hago aquí? — El pelinegro se siente muy confundido con toda la situación, totalmente perdido en el mundo.

— Pues... Estas recuperándote, tienes una resistencia ridícula, supongo que ese es el nivel de las élites, incluso con medicamentos... Ven, sígueme —Albert toma del brazo a John, ayudándolo a ponerse de pie y a caminar hasta la puerta, la puerta solo conducía a unas largas escaleras.

Ambos bajaron lentamente en silencio, sin demasiadas fuerzas John recorrió hasta llegar a dos puertas, esta vez grandes y metálicas.

— ¿Dónde estamos? — John comenzó a dudar de sí realmente estaba en el infierno.

— A salvo, mi querido amigo. — Albert finalmente abre las puertas, dando lugar a una gran bodega de robots antiguos, electrodomésticos de todo tipo.

En el lugar había un montón de personas, algunas solo estaban acostadas y tapándose, otras conversando alrededor de un fuego dentro de un barril de lata. Por último había otro grupo de personas discutiendo fervientemente, por alguna razón ese grupo le llamó la atención, un chico que tenia aspecto de ser demasiado joven, otro hombre muy viejo, un hombre muy grande y cubierto de barba, una chica que parecía estar furiosa por algo, un hombre alto que tenia caras de pocos amigos, y finalmente un hombre con lentes de aspecto nervioso y con una bata de doctor.

— Esta es una especie de refugio de Genosiano, como ves, somos muchos mas de los que crees. Rescatamos a todas las personas Genosianas a las cuales la sociedad les falló — Albert parecía emocionado de que John esté despierto. — Te presentaré el grupo... Ellos son quienes que decidirán que hacer contigo.

Ambos bajaron al lugar, todo pareciera viejo y oscuro, solo iluminado por la luz natural del fuego.

— Él es el mayor del grupo, Frank. — Era aquel anciano.

— Un gusto, señor John, al parecer, usted ha estado en boca de todos estos últimos días, no se ha hablado más que de la decisión. — John miró con extrañeza.

— ¿La decisión? ¿Qué es eso?

— Llegan muchos casos a este lugar, asesinos, violadores, ladrones. Nosotros como consejo, decidimos quiénes se quedan en el refugio y forman parte de uno de nosotros, o mandarlos a la cárcel o, en su defecto, morir.

Genósis: (R)evolución Futurista®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora