Tenía 16 años cuando lo conocí. También él tenía la misma edad.
Sus ojos azules como el mar me observaron desde el balcón de su mansión con curiosidad y asombro, quizás iguales a lo que sentía yo por él.
La diferencia más grande entre nosotros era como habíamos llegado a cumplir esa edad.
Como único heredero de su familia, a su edad, ya estaba al frente de varios de los importantes negocios de su padre, mientras que yo solo era la tercera hija de un hombre empobrecido durante el nuevo régimen.
En casa, mi padre había quedado al cuidado de mamá. Y mis hermanas mayores, Kasumi y Nabiki, se encontraban ya en el hogar de sus esposos.
Yo, Akane Tendo, la menor de las hijas de Soun me encontraba frente a la puerta de la mansión del hombre más adinerado de Nerima, probablemente. Alguien con quien otrora mi padre solía hacer negocios.
Él es, hoy por hoy, uno de los hilos de la política y la economía de nuestro país. Su voz es escuchada incluso por nuestro primer ministro.
-Señorita?-escucho la voz de la doncella que espera a que regrese mi atención a ella para continuar diciendo-Sigame, por aquí, por favor, el amo Saotome la está esperando.
-Sí-respondo por inercia y mis ojos vuelven al punto de donde han sido obligados a separarse pero aquel chico de ojos azules ya no se encuentra allí.
He sido comprada por el patriarca Genma Saotome y ahora que estoy dando estos primeros y pesados pasos hacia mi futura vida mi cuerpo empieza a sentirse débil y mareado al cruzar la puerta.
Apenas he cruzado el umbral cuando sin poder evitarlo me desvanesco preparándome para el golpe de mi cuerpo contra el frío mármol.
Azules. Sus ojos son tan azules. Tan serenos...cautivantes... tan mortales.
-Oye, me escuchas, ey!-su voz suena alarmada y yo quisiera consolarlo por alguna extraña razón, pero mi cuerpo se encuentra en un estado tal que me obliga a cerrar mis ojos y desconectarme de la realidad.
.
.
.Desperté cuando el sol de la tarde ya empezaba a ocultarse.
Me incorporé lentamente sobre la suave cama y acomodé mi cabello hacia atrás con mis manos. La habitación en la que estaba era tan grande como la casa en la que viví la mayor parte de mi vida.
Antes de que el nuevo régimen acaparara la sociedad japonesa, nuestro estilo de vida era muy diferente, pero yo casi no lo recuerdo debido a que cuando papá perdió todo yo apenas tenía cinco años. Todo lo que conozco es la miseria en la que he vivido desde que tengo capacidad de recordar.
-Vaya, al fin despiertas.
Volteó hacia el sonido de su voz y lo encuentro de brazos cruzados y recostado al marco de la puerta. Su largo cabello negro está trenzado y el flequillo le cubre la frente destacando sus ojos aún más, si eso es posible. Lleva una camisa roja sin abotonar, camiseta blanca y pantalones negros pero está descalzo.
-Quién eres?-pregunto aunque de sobre sé, o supongo más bien, que es el primogénito de los Saotome.
-Quién eres tú, no crees que soy yo quién debe preguntar eso?-me dice acercándose a mi cama con gesto serio.
-Yo soy...-dudo sobre la forma en la que debo presentarme.
Sí, he sido comprada, más nunca se me indicó en que términos estaba viniendo yo a esta casa.
Mis hermanas fueron vendidas, o forzadas a ser vendidas por las deudas de papá, pero ellas ocuparon el lugar de esposas, Kasumi de un doctor soltero y sin hijos y Nabiki de un veinteañero perezoso hijo de una familia de educadores. Pero yo no puedo asumir que estoy en la misma condición que ellas...
-Olvidaste tu nombre? O es solo vergüenza lo que tienes?- me interrumpe su voz los pensamientos y él está demasiado cerca, tanto que puedo notar lo espesas que son sus cejas ocultas bajo el flequillo.
-Disculpa?-digo aún inquieta por su cercanía.
-Eres tonta?-una mueca de burla se dibuja en sus labios frente a mí y siento el impulso de golpearlo.
-Ranma!-Genma Saotome lanza un grito que hace que tanto él como yo demos un pequeño brinco por el susto-Qué demonios estás haciendo aquí, fuera!-exige el hombre de lentes claros y escaso cabello, de pie en la puerta de la habitación.
El chico sonríe y me guiña un ojo como haciéndome cómplice de algo que no comprendo.
-Calma, viejo. Solo saludaba-dice incorporándose.
Genma espera a que su hijo llegue hasta la entrada y lo obliga a salir azotando la puerta tras de sí.
Permanezco inmóvil durante algunos segundos hasta que mi estómago empieza a gruñir de hambre y no recuerdo cuando fue la última vez que comí adecuadamente.
He estado viajando durante los últimos dos días en tren y auto solo para llegar hasta aquí.
Dos mujeres llegan poco después de que ellos se han marchado y sin dirigirme la palabra dejan sendas bandejas en mi habitación, la una con postres diversos y la otra con todo tipo de exquisitos platillos.
Las veo salir y poco después, por fin, me levanto de la cama. El aroma a comida casi me hace babear.
Tomo un poco con mis manos, ignorando los cubiertos y modales en pro de mi hambre, y me deleito con el sabor. Pronto me veo reflejada en el enorme espejo, cubierto el rostro de restos de comida y me avergüenzo de mí misma.
Me limpio con las servilletas frenéticamente y ordeno un poco los platos.
Paso varias horas debatiéndome entre salir y ponerme a disposición del amo Saotome o esperar a que alguien venga por mí.
Cerca de las ocho de la noche una chica un poco mayor a mí abre la puerta y con voz baja me pide que salga y la siga.
Obedezco sin mayor opción y camino tras de ella dándome cuenta que estoy en las habitaciones traseras de la mansión. Avanzamos a través del amplio salón y recorro el pasillo hasta llegar a las escaleras que llevan al segundo piso.
-Es la segunda puerta-me indica la mucama en el mismo tono de voz que antes ha usado y se retira.
-No vienes tú?-pregunto con genuina curiosidad.
La mujer voltea para verme nuevamente y va a decirme algo pero entonces baja la mirada y yo descubro la razón de su silencio.
El mismo chico que ha estado antes en mi habitación nos mira desde el segundo piso. Se apoya al marco de las escaleras y sonríe con suficiencia.
-No tienen permitido subir a esta parte de la casa cuando estamos aquí.-anuncia desde donde está.
Dudó ante tal revelación, pues no sé si debo subir la escalera o esperar a que el amo venga a decirme cuáles serán mis funciones en su mansión justo desde donde su hijo, su apuesto hijo, está.
-Date prisa, el viejo es un cascarrabias.-añade él.
Nota
Holis, otra vez yo, este fic me lo soñé, tal cual así fue, de modo que escribí todo lo que recordé apenas desperté. Tras la edición aquí el primer cap.
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Cautiva
FanfictionLa primera vez que lo vi sus ojos me cautivaron. Pero el destino tenía planeado otro camino para mí. Él fue el primer hombre al que amé. Ella lo odia. Él la ama. La primera vez que la vi no pude evitar ser cautivado por su belleza. Pero un viaje ine...