Solo tu mirada me basta

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La respiración agitada, el largo cabello pegado al cuello sudoroso, los delgados dedos conteniendo con esfuerzos sus manos contra el suelo de madera... el menudo cuerpo sobre él con la mirada traviesa de aquella chica, que con la fuerza de un gorila, le sonreía satisfecha por su victoria.

-Verdad que soy buena alumna, Ranma?-preguntó respirando con dificultad

-Te dejé ganar- soltó con seguridad, incapaz de admitir su derrota ante ella

Akane era fuerte, ella lo era, pero no tenía técnica y aparentemente era incapaz de aprenderla.

Las veces que entrenaba terminaba siempre vencida, pero esa tarde la chica lo sorprendió. Realmente lo hizo.

En medio entrenamiento, cuando como de costumbre la supuso exhausta intentó robarle un beso. Para su sorpresa, Akane había desarrollado su propia técnica evasiva.

No supo cómo, pero fue arrojado y cayó de espaldas pesadamente contra el suelo del Dojo y antes de que fuese capaz de reaccionar la chica estaba ya encima suyo, aprisionando sus manos y sonriendo como un ángel.

-Mentiroso, sabes bien que perdiste!-se quejó ella indignada

Apreció con atención el rostro de la chica. Las largas pestañas enmarcando sus grandes y brillantes ojos cafés, sus labios que tantas veces había anhelado y su nariz pequeña que enrojecía cuando se enojaba, justo como en ese momento.

Con un rápido movimiento cambió de lugar sujetando él está vez las muñecas de la chica sobre su cabeza.

-De acuerdo, digamos que perdí.-respondió controlando sus impulsos- No sé cómo lo hiciste pero si alguien intenta tocarte, haz eso mismo...y corre lo más lejos que puedas, entendiste?

-Ranma...

- Si algún hombre se acerca a ti, lánzalo y huye, no intentes hacerte la fuerte. Huye, corre lo más lejos que puedas. Y yo me encargaré de él después. Prométeme que lo harás.

-De acuerdo-respondió ella evadiendo su mirada.-Lo prometo, Ranma

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En algún momento mientras vigilaba el sueño de su hija se quedó dormida. Un brusco tirón la hizo volver en sí sin tener la menor idea del por qué.

- Levántate-escuchó decir

-Qué pasa?-preguntó confundida y preocupada, creyendo que quizás algo le había sucedido a su hija

Mousse estaba en la habitación y parecía estar totalmente fuera de sus casillas, el agarre de sus manos sobre su piel era tan fuerte que seguro le dejaría una marca.

Entonces, sin mediar más palabras sintió como el chino le daba un beso con la sutileza de un cactus, rompiéndole el labio durante el brusco contacto y su evidente negativa. El sabor metálico de la sangre en sus labios se mezcló en aquel beso.

Pero incluso si él hubiese sido el más gentil de los amantes su acción le repugnó en lo más profundo de su ser.

La técnica Tendo era sencilla y bastante básica para ser sincera. Pero si con ella fue capaz de vencer a Ranma no veía por qué obtendría un resultado distinto está vez.

Empujó con todas sus fuerzas al chino para separarlo lo suficiente y con un rápido movimiento giró sobre sus talones, lo tomó del brazo y lo hizo caer con su propio peso por encima de su hombro.

Mousse permaneció mirándola con los ojos tan grandes como platos durante algunos segundos desde el suelo. Una sonrisa se dibujó en su rostro y a continuación un pesado suspiro escapó de sus labios.

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