Oveja con piel de lobo

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-Sé que estás ahí, niña boba, muéstrate.

Me limpio el sudor de la frente con mi brazo izquierdo y las pesadas gotas caen sobre el suelo de madera del dojo dejando marcas imperfectas de humedad

El cuerpo femenino de nuestra hermosa "invitada" se asoma tras la puerta y su delicado rostro dibuja una tímida sonrisa en sus provocativos labios.

Han pasado meses desde que la vi por primera vez y mi cuerpo adolescente aún se emociona cuando sé que ella está cerca.

-No soy boba-se defiende fingiendo molestia al acercarse a mí-Cómo sabías que estaba ahí?-me pregunta dejando a un lado su falso disgusto.

-Lo dices en serio? Cómo podría ignorar que estás espiandome?.

-Ranma!-chilla ella y estoy seguro de que lo que más deseo es escuchar mi nombre en su voz, de distintas formas si es posible-No estaba espiandote, tu padre me pidió que viniera contigo!-sigue quejándose ella ajena a mis pensamientos.

Akane Tendo tiene mi edad, ojos cafés, una sonrisa que te atrapa a la primera, cabello largo negro-azulado, piernas torneadas, cintura pequeña y un trasero que...

-Me estás escuchando?-dice con su mano en la cintura.

-Claro, pero ya sabes que no tienes que quedarte afuera, puedes pasar sin esperar a que yo te lo diga-le contesto mientras paso junto a ella directo a la pared del Dojo donde me dejo caer y golpeo la madera del suelo invitándola a sentarse a mi lado.

Ella mira nerviosa hacia la entrada dudando si venir o no y yo repito el gesto varias veces ante su mirada confundida hasta que ella finalmente se une a mí. Es normal que dude, pero a esta hora no solemos recibir visitas, así que nuestro secreto está seguro.

-Quieres aprender un poco?-le pregunto más por costumbre que por que realmente quiera entrenarla.

Desde que ella llegó, puedo decir que me he llegado a sentir como solo un chico de 16 años.

Sin embargo debo preservarla hasta mi cumpleaños 17, ella se me ha prometido como esposa desde antes de nacer, por eso Akane permanece "oculta" entre nuestros empleados, vistiendo el uniforme masculino la mayor parte del tiempo, a excepción de algunas noches en que el resto de nuestros sirvientes salen y ella se pasea por el jardín tomada de mi brazo usando esos vestidos tan ajustados en la cintura y el busto que me hacen desearla un poco más cada día.

Todo esto es un absurdo ya que solo hace falta mirarla para saber que se trata de una mujer, no importa lo feo de su uniforme, ella no es igual a nuestras empleadas y destaca hasta con carbón en el rostro.

Por fortuna hoy está vistiendo como lo que es, una chica. Una chica con un vestido azul que le llega más abajo de las rodillas y sin embargo me fascina tanto como si pudiera verla desnuda.

Akane ahora está dos palmos a mi lado apoyando su cara en sus rodillas, mientras sus pantorrillas y buena parte de sus muslos permanecen expuestas por el efecto de la gravedad sobre la tela azul.

-No es necesario, con lo que me enseñaste es suficiente.-responde ella después de unos segundos de silencio-Dime, cómo es que sabías que yo estaba ahí?

-Qué obsecada eres!-le digo intentando levantarme pero ella me toma del brazo impidiéndomelo.

Caigo torpemente a su lado y al levantar el rostro ella está mirándome todavía con la pregunta en sus grandes y hermosos ojos.

Y, realmente no veo el día en que podré hacerla mía. Si ella pudiera ver en mis pensamientos seguro me daría una paliza al saber cuántas veces ha protagonizado las escenas más censurables en mi mente.

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora