Para tí, sin condición

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-Ranma, quédate un momento-pidió Shinosuke una vez Akane se retiró

-Para qué?-bufó con molestia

-Tu padre dejó un carta para tí

-Una carta? Como si una estúpida carta pudiera arreglar este problema-se quejó antes de salir del despacho dando un portazo.
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-Pues si, mi cielo, no veo que hay de malo en quedarme estos días contigo. No nos casaremos pronto? Mamá no entiende nada-habló Ukyo en su segunda semana desayunando en esa casa.

El aludido optó por seguir comiendo en lugar de darle una respuesta a su prometida.

A decir verdad, la convivencia había sido todo menos agradable y aunque de forma muy femenina Akane y Ukyo habían estado librando una guerra insoportable para el resto de los habitantes, incluyendo al personal.

Al otro lado de la mesa, Akane apretaba con fuerza el cubierto tratando de canalizar sus celos.

Desde el funeral, la melosa prometida del joven Saotome se había instalado en la mansión, aunque no junto a él y eso era al menos un alivio.

Ella había intentado oponerse, pero solo terminó discutiendo de nueva cuenta con Ranma sobre quién tenía más derecho en la propiedad y pese a sus reclamos, Ukyo había pasado a quedarse en la habitación de visitas.

Ella, Ukyo, era una mujer sumamente molesta. Fingía ser una adorable e inocente dama de sociedad pero Akane sabía que aquella mujer era todo menos lo que intentaba hacer ver.

La chica era una hipócrita de la peor clase. Pretendía ser amable con ella, "seamos amigas" había sugerido tras el funeral. Hasta la había abrazado, por todos los cielos! y sin embargo siempre soltaba alguna frase para molestarla o hacia algo solo para provocar su reacción.

-Ahora somos iguales, y pronto seremos familia, no te sientas poca cosa, Akane-había dicho con voz cantarina colgándose a ella tras la lectura del testamento, la misma noche en que llegó a molestar-Seamos amigas, sí?

Esa mujer!... sabía bien cómo fastidiar. Sabía que cosas decir y cómo hacerlo para que sus celos aparecieran y se adueñaran de su estado de ánimo, mientras continuaba con aquella careta que no engañaría ni a un ciego.

-No lo crees, Akane?-interrumpió sus pensamientos la voz de Ukyo-Ya estaríamos casados si no hubiese acontecido la muerte de Genma-añadió aferrándose como un koala al brazo de su prometido, sentado a su derecha.

Ranma tosió ante el contacto buscando con su mirada los ojos de Akane, mientras libraba el brazo aprisionado por la chica de cabello castaño.

-Aquí tienes, amor-le ofreció un poco de agua Ukyo, dándole ligeros golpes en la espalda-Será algo muy sobrio y sencillo-añadió sonriéndole a ella

-Tendrías que haber preguntado antes, no te parece?-devolvió la sonrisa Akane

- Yo misma lo organicé, es como una práctica antes de la boda-habló casi en el oído de Ranma, aunque lo suficientemente alto para que la peliazul escuchara lo que decía.-Por qué? Yo también seré la señora de esta casa.

Ranma esperó en su sitio el inicio de la siguiente guerra entre las dos mujeres.
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-Qué hiciste qué?-gruñó tomando su rostro con fuerza, haciendo que sus labios se contrajeran ante el agarre

-Yo, lo hice-respondió Shampoo-terminé con la vida de ese estúpido viejo-añadió apartando la mano que sostenía sus mejillas

-Eres una estúpida!-casi gritó Mousse furioso en el jardín.-No te advertí que no hicieras nada? Qué acaso no dije claramente que no lastimarías a nadie?

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