Cuando me miras así

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Una equivocación? Un error? Él no quería besarla? Qué se supone que significaba eso? ... Entonces, por qué lo había hecho? Acaso él estaba enamorado de esa prometida suya?... Realmente ella solo había sido un pasatiempo para él?.

Un dolor que pensaba ya superado volvió a golpearla con fuerza.

Maldito imbécil, Ranma, estúpido, cómo se atrevía a tratarla así?!.

Akane apretó con fuerza la cuna de su hija. No sabía cómo, ni cuando, pero algún día lo haría pagar por burlarse de ella. Decidida, se negó a derramar una sola lágrima más por él, mientras observaba a su hija durmiendo apacible.
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-Ranma, lamento mucho todo esto-lo saludó colgándose a su cuello, visiblemente afectada su prometida, Ukyo.-Genma siempre fue como un padre para mí

-Gracias por venir- respondió casi en automático, alejándola con delicadeza y buscando con su mirada el sitio de la ahora viuda, o algo así, de su padre.

Akane lo miró por un instante y sus ojos marrones pasaron de inmediato a Ukyo observándola con atención como si intentara encontrar algún error en ella.

La expresión en el rostro de la mujer denotaba ira, celos y frustración, cualquier cosa menos el dolor de una mujer que está por sepultar al padre de su hija.

Internamente, aquella imagen hacía que su pecho se llenara de orgullo al saber que él provocaba tales emociones en Akane. Y aunque la culpa se asomaba levemente en su conciencia, no podía evitar sentirse satisfecho con la reacción femenina.

Saber celosa a la mujer de cabello corto, celosa de él por la compañía de Ukyo, elevaba su ego y ya casi podía imaginarse la discusión que tendrían, así como la forma en que esperaba calmar aquellos celos.

Iba a cancelar su compromiso con Ukyo, que por cierto no le interesaba más que como amiga, y después de la lectura del testamento, le pediría matrimonio a Akane.

Ella no lo rechazaría, él estaba seguro. En sus labios, en sus besos, había descubierto la misma pasión que lo consumía por dentro.

Otro de los visitantes se acercó para darle el pésame y Ranma repitió la misma frase, está vez con Ukyo pegada a él como una lapa.

Akane siguió sentada dignamente junto al féretro, con su hija en brazos vistiendo el ajuar de luto. Las personas pasaban a darle el pésame también a ella.

Esa mujer era una tentación, una que le nublaba los sentidos y el razonamiento.

A pesar de sus intentos, no podía dejar de mirarla, y aunque escandaloso, no podía dejar de pensar en ella. Ahora que su padre estaba muerto no podía quitarse la idea de mandar todo al demonio por tenerla solo para él.

Lo señalarían por casarse con la madre de su hermana? Probablemente.

Se metería en problemas por cancelar su boda con Ukyo? Eso era seguro.

Le importaba mínimamente eso? Ni siquiera un poco.

Todo lo que pensaba era que necesitaba tenerla, sentirla y saberla solo suya a la brevedad posible.

Había transcurrido ya cierto tiempo de aquel primer beso y aunque entre ellos solo hubiesen discusiones de todo tipo y conflictos de poder, eso no mermaba en lo más mínimo su deseo por ella. De hecho lo único que lo contenía era no traicionar a su padre, e incluso eso no había sido suficiente, pero ahora que él ya no estaba no existía impedimento para amarla.

Más personas seguían llegando a darle el pésame y por un instante perdió de vista a la mujer cuya sola presencia lo ponía en aprietos morales.

Mousse se mantenía con él en la entrada sin perder detalle a la viuda, cuya belleza y juventud era el tema de conversación de quienes inundaban la sala, pues para muchos, sino es que todos los presentes, era la primera vez que la veían en persona.

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