Un amor indestructible

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- Tienes que irte mañana mismo-le advirtió su padre antes de enviarlo a un viaje que le tomaría al menos un mes, si es que todo salía bien y al volver sería ya un hombre en edad de reclamar una esposa.

-Lo haré, padre.-respondió con seriedad.

-Si lo haz entendido, retírate.-ordenó- Cuento contigo, Ranma, no me falles.

-No te preocupes Padre, pero puedo llevarla conmigo?-pidió como si su solicitud fuese la más normal.

-Sabes bien cuál es la respuesta, Ranma-Genma continuó ocupado tras una pila de documentos y su hijo se marchó estrellando la puerta al salir.
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-Akane... Akane-escucho el susurro de su voz desde el exterior como cada noche.

Dudo durante minutos si abrir o no la ventana de mi habitación está vez

No sé qué hacer ahora que él está aquí, a veces cuando estamos solos no sé cómo actuar o qué decir ante su desbordante afecto hacia a mí.

No estoy segura de si realmente le amo, si correspondo a sus sentimientos o es solo que me sé incapaz de negarme a sus pedidos dada mi posición.

Pero él se marchará al amanecer a la capital y quiero esperar con la promesa de volver por mí tan pronto termine lo que su padre le ha encomendado hoy.

Ranma insiste en decir que me hará su esposa, pero dudo mucho que su padre este de acuerdo con eso.

No voy a abrir. Él ha dicho que no me obligará a nada sí es que yo no lo deseo y que si un día no abro esta ventana se irá y no volverá a insistir nunca más.

Ranma es... él es...es una persona especial para mí. Existe algo entre los dos que no puedo explicar. Quiero confiar en él.

Más bien, voy a confiar en él porque sé que él no es igual a su padre.

Alargo mi brazo hasta el broche que mantiene cerrada la ventana y con un suspiro profundo abro finalmente.

Él me mira con el ceño fruncido y se las arregla para colarse en la habitación.

-Por todos los cielos, Akane, casi me congelo ahí afuera!

-Lo siento, es solo que estoy muy nerviosa, Ranma.

-No tienes por qué-dice abrazándome- Cuando regrese serás mi esposa, lo prometo.

-Tu padre...

- Olvídate de él. Por esta noche al menos, olvídate de todo lo demás.

Cuando la mañana llega nos sorprende abrazados bajo la ligera sabana que nos cubre la desnudez del frío.

Ranma acaricia mi rostro con delicadeza y me besa la frente casi con devoción.

-Definitivamente tengo que volver lo más pronto posible-me dice abrazándome con más fuerza.
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Debí suponer que él no me aceptaría nunca como su nuera, a mí la hija de un amigo en quiebra, una analfabeta, una pueblerina y nada más. Una mujer sin nada más que la belleza que de mí se decía, pero era tan joven que elegí creer en su hijo y en sus promesas de amor.

Para Genma Saotome me había convertido en algo molesto. Un estorbo al que claramente deseaba borrar de la vida de su hijo conforme los meses pasaban, pero ocultaba muy bien sus intenciones.

-Así que estás embarazada, eh?-Genma apoya ambos codos sobre su escritorio -Puedo preguntar quién es el padre? Lo sabes al menos?

Siento un nudo en la garganta apretando más y más, imposibilitando mi defensa.

Tres largos meses han pasado desde su partida y ni una sola carta a llegado a mis manos a pesar de las muchas que le enviado yo.

-Sabes lo que le pasa a las mujeres como tú en Nerima, Akane? No voy a acusarte, solo sal de mi propiedad sin hacer ruido y no vuelvas nunca.

-Este hijo-respondo ahogando mi llanto- el niño en mi vientre, es un Saotome. Ranma es...

-Tu pobre padre-me interrumpe negando con la cabeza -Qué desgracia tener una hija como tú!.

-No estoy mintiendo, usted también lo sabe!

- Esto es lo único que me faltaba, una oportunista!

-No puede hacerme esto!-grito indignada

-Mas vale que te hagas a la idea, niña. Lo que sea que hayas estado planeando no te servirá de nada. Ranma tendrá por esposa a alguien más digna de llevar mi apellido.

-Ranma no haría eso, él me ama y cuando vuelva nos casaremos.

Él ríe ante mis palabras, se aleja del escritorio y viene hacia a mí.

-Creías que por dejar pasar un buen rato al chico serías la señora de este casa, no es así?-Genma Saotome me da una cachetada con la cual termino en el piso con los ojos llenos de lágrimas.

No sé bien que me duele más, si el golpe o sus palabras.

- En serio creías que no me daba cuenta de lo que mi hijo hacia bajo mi propio techo?. Ranma solo te usó así que lárgate de una vez!

- No lo haré, voy a esperar a Ranma-digo levantandome del piso

Genma me toma por el cabello para sacarme a rastras de su casa sin importarle la lluvia que azota Nerima o que llevo en mi vientre a su nieto.

-Ranma volverá ya casado, niña estúpida!

Desde el segundo piso de la mansión mis gritos despiertan la curiosidad del resto de los empleados que se reúnen para presenciar la escena.

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-Gracias, yo lo alimentaré, puedes retirarte-la empleada deja el salón ante mi solicitud.

Genma me mira con impaciencia en el rostro mientras yo tomo un poco de papilla en la cuchara.

-Tiene hambre, amo Saotome?-le pregunto sosteniendo la cuchara frente a él.

Genma balbucea algunas palabras incomprensibles e intenta con esfuerzo tomar por él mismo la comida frente a él.

Aquella tarde lluviosa cuando el patriarca Saotome me quería echar de su casa aún sabiendome embarazada de su hijo, quiso el destino que su salud le jugara una mala pasada.

Al llegar a las escaleras, Genma se desplomó y cayó desde lo alto. Los demás sirvientes llamaron a un doctor que lo atendió en casa donde pasó varios días inconsciente.

Había sufrido una condición cerebral que le dificultaba el habla y el movimiento.

Los rumores de mi embarazo se esparcieron como fuego por toda Nerima debido a la comadrona que me había revisado y en el nombre de Genma Saotome recayó la identidad del padre de mi bebé.

Incapaz de desmentir la situación y temerosa de ser realmente echada, dejé a todos llamarme Señora Saotome mientras fingía estar al cuidado de aquel despiadado hombre.

«Hasta que pueda hablar con Ranma.

Hasta que él regrese.

Hasta que mi bebé haya nacido.»

Permanecí en la mansión por meses a base de mentiras.




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